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viernes, 27 de marzo de 2015

#Economía, #poder y #megaproyectos, editado en España, de los maestros Federico Aguilera y José Manuel Naredo que nos recomienda Alfonso Sanz, del grupo ecologista español dedicado al transporte y movilidad

 


Economía, poder y megaproyectos, editado en España, de los maestros Federico Aguilera y José Manuel Naredo que nos recomienda Alfonso Sanz, del grupo ecologista español dedicado al transporte y la movilidad.

Economía, poder y megaproyectos

Autor: Federico Aguilera y José Manuel Naredo (eds.)

Este libro tiene como origen el curso que, con el mismo título, se celebró en la Fundación César Manrique entre el 17 y el 19 de octubre de 2007, y que fue dirigido por los editores, Federico Aguilera y José Manuel Naredo.

La publicación incluye textos de Óscar Carpintero, Albert Recio, Manuel Delgado, Félix Arias y Marcos Roitman, además de los propios editores.

Tras los cánticos al libre mercado y al crecimiento de la producción, las operaciones de mera adquisición de riqueza están cada vez más al orden del día. Este libro da cuenta de ello a través de análisis generales y aplicados. Los primeros precisan el contexto sociopolítico en el que toma cuerpo la refundación oligárquica del poder en las actuales democracias, así como la cobertura ideológica que la hace pasar desapercibida. Los análisis aplicados se ilustran con casos en los que determinados personajes y grupos empresariales obtienen el lucro fácil e inmediato mediante "operaciones" inmobiliarias o financieras amparadas por el poder, utilizando como pretexto determinados megaproyectos de gran impacto territorial.

ISBN: 978-84-88550-77-4

lunes, 9 de marzo de 2015

¿Es el descrecimiento una alternativa para México? -Miguel Valencia Mulkay

¿Es el descrecimiento una alternativa para México?-Miguel Valencia Mulkay

Ponencia presentada en el coloquio ¿Es el descrecimiento una alternativa para México? celebrado en el centro cultural Kuii, el 7 de marzo de 2015

Evidentemente, el crecimiento es un proceso natural en la faz de la Tierra, sin embargo, no conocemos elefantes de 100 m de altura, caballos de 50 m de alzada, árboles de 300 m de circunferencia, o mujeres de 20 m de altura. En algún momento su crecimiento se detiene, como se detiene el crecimiento del caracol, frenado por los obstáculos que enfrenta  añadir una nueva vuelta  en la espiral de su concha. En cambio, en el ámbito de las matemáticas, la geometría o el pensamiento abstracto, el crecimiento infinito es posible, sin embargo, esto es lo que propone precisamente la economía moderna: un crecimiento infinito de la economía en un mundo finito. Quiere más autos, trenes y aviones; mas pavimento, tubos y bombas; más teléfonos móviles, botellas de agua y electrónicos; mas urbanización, industrialización y uniformización sistémica de la educación, la salud, el comercio y la finanza. Una flagrante contradicción de consecuencias fatales para los mares, los ríos, los bosques, los animales, las comunidades, los pueblos y las ciudades del mundo. Mientras más productivas y competitivas son las empresas más improductivas se vuelven la sociedad y la naturaleza. La economía  de crecimiento libra una guerra contra la cultura y las matrices de la vida en la Tierra.

 Hacia el final del siglo XIX, se hace ya muy evidente la destrucción del tejido social, la anomia, como califica Durkheim a las altas tasas de crimen, suicidio, desordenes mentales, alcoholismo, producidas por el avance de la industrialización y el desarrollo de nuevas tecnologías, por el crecimiento económico. Hacia la mitad del siglo XX, se hace ya muy evidente la destrucción ecológica producida por la elevación radical en el consumo de productos industriales y la introducción de nuevas tecnologías, incluyendo la mercadotecnia y la publicidad; por el crecimiento de la economía mundial, por la ciencia y la tecnología.  En la posguerra, pensadores como Lewis Mumford, Karl Polanyi, Jacques Ellul, Murray Bookchin, Paul Goodman, Ivan Illich encuentran  y exploran la relación que existe entre el crecimiento económico y la destrucción de las culturas y la naturaleza. Las revueltas juveniles de los 60, principalmente las del 68, incluyen ya la crítica al consumismo, la sociedad industrial, la economía de crecimiento. El famoso informe del Club de Roma sobre los límites del crecimiento, publicado a principios de los 70 y la primera "crisis del petróleo" desatan un debate mundial sobre el crecimiento que provoca, por un lado, el nacimiento del movimiento ecologista, y por otro lado, la contrarrevolución neoliberal y ambientalista de la sustentabilidad que pretenden ocultar los efectos del crecimiento económico en la sociedad y en la naturaleza ,y en cambio exigen intensificar la guerra económica contra los pobres y los bienes comunes, por medio de recursos extremos, de "motores del crecimiento", como las reformas estructurales, las privatizaciones de bienes comunes, el Libre Comercio, los megaproyectos y las tecnologías de alto riesgo, como la nuclear, los transgénicos, la nanotecnología, entre otras. El ecologista Rudolph Bahro resume en los 80  los apetitos profundos de la sociedad contemporánea: Quiero Más; Quiero más Grande; Quiero más Rápido. Desde los 70, se eleva incesantemente el desempleo en el mundo, por el avance tecnológico.   

El debate público sobre los efectos negativos del crecimiento es sofocado en el último cuarto del siglo pasado y sólo resurge en 1994, por la aparición de la revolución zapatista y luego, en  2003, por la emergencia del movimiento europeo por el decrecimiento, alentado por el zapatismo y por la celebración del seminario de la UNESCO en París de 2002, titulado Deshacer el desarrollo, Rehacer el mundo, en el que todavía participa Ivan Illich antes de morir,y por la publicación en Le Monde Diplomatique del artículo de Serge Latouche Por una sociedad de decrecimiento. De una forma muy efectiva, los indígenas de Chiapas hacen ver al mundo la calamidad que representan los grandes avances de la tecnociencia y  el crecimiento económico.  Hoy, la mayor parte de los movimientos sociales por la justicia ambiental y climática en el mundo reconocen los terribles efectos del crecimiento al punto que los gobiernos poderosos se ven obligados a inventar el crecimiento verde, la economía verde, para reforzar la desfalleciente consigna del desarrollo sustentable. Por otro lado, la respuesta de los gobiernos ricos y poderosos al agotamiento del petróleo barato y los crecientes desastres climáticos, reconfirman la intención de radicalizar las medidas económicas extremas, con el propósito de conservar altas tasas de crecimiento económico en el mundo y así poder pagar altas tasas de interés.  Más extracción de petróleo, metales y agua de los acuíferos, por medio de tecnologías altamente depredadoras;  más privatización del agua, suelos, espacios, genomas, bienes comunes, en beneficio de inversionistas internacionales asociados con nacionales; más megaproyectos en cualquier rubro; más programas de ingeniería social, reacomodo de la población y nula acción para reducir el consumo de hidrocarburos y los riegos de guerra nuclear.  Las tres cuartas partes de la humanidad son ahora supernumerarias para los ricos y poderosos. Las cuatro quintas partes de las matrices de la vida en el mundo están severamente afectadas por las contaminaciones de todo tipo.

¡Crecimiento! ¡Crecimiento! ¡Crecimiento! es el mantra, la oración de los modernos bomberos-piromaniacos, como Lagarde, Obama, Merkel, Yelen, Jim Yong Kim, Gurría, Carstens, Videgaray, Peña Nieto, Madero, Mancera y el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, con Carlos Slim a la cabeza. Sin lugar a dudas la sociedad mexicana, al igual que el resto de los países del mundo, participa en las olimpiadas mundiales por el crecimiento, obligado por sus deudas, acuerdos con la Reserva Federal y otros bancos centrales,  el FMI, el Banco Mundial y la OCDE, tratados como el TLC o NAFTA, así como por la doctrina económica que enseñan en las grandes universidades de EU y en México, en el ITAM, el Tec de Monterrey, el Colegio de México, la UNAM, el IPN, la UAM y hasta la Iberoamericana. El consenso político por el crecimiento es en México muy poderoso, avasallador, tiránico. La academia, el empresariado y los partidos dedican sus mejores esfuerzos a la consecución del crecimiento en nuestro país y aprueban la construcción de cualquier infraestructura o megaproyecto, la adopción de cualquier programa, o la publicación de cualquier ley o reforma que prometa contribuir a este efecto, como lo es la reforma energética. El crecimiento del Producto Interno Bruto, el PIB, es el objetivo principal de la política moderna desde hace más de medio siglo,  y es ahora el objeto fundamental de la existencia de los gobiernos. El contenido profundo de la política de hoy en día es la economía y el crecimiento. El monetarismo es el contenido profundo de la economía: las mentes financieras controlan nuestras vidas como nunca antes. El consumo de petróleo y otras materias primas baratas es la clave del crecimiento económico.  Cada vez es más difícil conseguir el crecimiento en México y en el mundo, por lo que los poderosos están desesperados. El dilema del Sistema es crecer o morir.  La reforma energética y las otras aprobadas en los últimos 25 años pretenden relanzar, recargar, reforzar el crecimiento, el desarrollo, el progreso, la productividad, la competitividad.

  Los resultados de la COP 28 de Dubai, un gran desafío a los movimientos sociales, en particular a los climáticos, ecologistas y ambientali...

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