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domingo, 4 de octubre de 2015

La Tierra, depósito de porquería

http://www.excelsior.com.mx/opinion/lorena-rivera/2015/09/21/1046838#.VgBXQ4K7Nwo

La Tierra, depósito de porquería

La política, la ciencia y la fe no tienen por qué repelerse. Al contrario, ha llegado el momento de que, juntas y en armonía, se complementen en la búsqueda de soluciones para una de las problemáticas más apremiantes en la agenda de la humanidad: la lucha contra la degradación del ambiente. Unidas deberán hallar las acciones a tomar en el cuidado de nuestra casa común: la Tierra.

​21-sept-2015

Parece difícil que sea sensu stricto. Pero no lo es tanto. El requisito es que los gobernantes del mundo muestren verdadera voluntad para abrirse y escuchar los argumentos de hombres prominentes en los campos de la ciencia y de la fe, sin importar cuál sea su credo o religión. Al menos, así lo entiende el científico Veerabhadran Ramanathan, quien en los años 70 llevó a cabo investigaciones sobre el descubrimiento de los clorofluorocarbonos como causantes, en mayor grado, del efecto invernadero. Hoy, este hombre es un creyente de que la religión es una poderosa aliada para combatir el cambio climático. Justo el año pasado fue uno de los encargados de asesorar al papa Francisco sobre los peligros y desafíos del deterioro del ambiente.

En este contexto, luego de pasar por Cuba, Francisco llegará a EU, donde tendrá la oportunidad de hablarle a los líderes del mundo y a los jefes de Estado en la sede de Naciones Unidas.

Uno de los puntos a tratar será justo el cambio climático. Jorge Mario Bergoglio ha sido sensible al tema y lo ha expresado a través de una dura crítica al modo en que vivimos. Y no sólo eso. Además, ha exhortado a que todos dialoguemos acerca de la protección del planeta y sus recursos finitos. Prueba de esas preocupaciones se concentran en la primera encíclica escrita íntegramente por él, Laudato si' (Alabado seas) Sobre el cuidado de la casa común, publicada el 24 de mayo pasado. Ahí resalta la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, así como el abuso de la tecnología y del poder económico que justifican el actual sistema mundial, en el que "priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente".

El argentino no pasa por alto la débil reacción de la política internacional e, incluso, va más allá: "en el sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra el fracaso de las cumbres mundiales sobre el medio ambiente". Es, sin lugar a dudas, un planteamiento que no sólo desea vincular a la ciencia y la política para frenar el daño causado al planeta. Se trata, además, de una cuestión de ética que cuestiona hasta dónde somos conscientes de la forma en la que satisfacemos nuestras necesidades, ya sea con la explotación de los recursos o cómo nos relacionamos con los seres vivos, llámense personas, animales o plantas. El corolario de Bergoglio es tajante: estamos cerrando nuestra razón al compromiso que supone la protección de la Tierra para las generaciones futuras.

Debemos reconocer que las actividades humanas son responsables del calentamiento global; con los contaminantes enfermamos el agua, la tierra, a nosotros mismos. La encíclica señala que producimos cientos de millones de toneladas de residuos no biodegradables y, en ese sentido, el papa Francisco sentencia: "La Tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería". Vivimos bajo la idea del consumismo, en el que las cosas, rápidamente, se convierten en basura. Aún no hemos logrado del todo un modelo de producción circular que asegure y limite el uso de los recursos no renovables, que sepamos aprovechar, reutilizar y reciclar en beneficio común.

En la encíclica —cuyo título está basado en palabras de El cántico de las criaturasde San Francisco de Asís— el Papa dice que la Tierra es una hermana que clama por el daño provocado por el uso irresponsable y el abuso de los bienes que "Dios ha puesto en ella". Su lenguaje es contundente y resalta que las predicciones sobre el fin del mundo no pueden seguir viéndose ni con ironía ni con desdén.

Seguramente ha movido la conciencia de muchas personas, tanto católicas como de otras religiones; creyentes y no creyentes, pero también es probable que se haya convertido en el centro de atención de críticos y detractores. Sobre todo, en este contexto de las visitas históricas que realiza a Cuba y a EU, donde, por cierto, sostendrá reuniones con el presidente Barack Obama y con los congresistas republicanos y demócratas. A unos días de su encuentro con congresistas, el Papa ya desató una verdad incómoda. El republicano Paul Gosar, incluso, ha dicho que boicoteará la reunión, tras leer que Francisco dedicará buena parte de su discurso a las "fallidas políticas contra el cambio climático". Sólo queda esperar que la encíclica Laudato si' abone para que los políticos y otros poderes escépticos del cambio climático reconozcan que no sólo es un problema económico, sino también es espiritual y cultural.

Comprometámonos a vivir dentro de los límites comunes de nuestra casa. Trabajemos en políticas radicales y con visión sostenible para recuperar los valores y los grandes objetivos del cuidado del ambiente. Y desechemos, de una vez por todas, ese delirio de grandeza de que a nosotros el destino no nos alcanzará.

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