AMBIENTE Y SOCIEDAD ISSN 1668-3145
Publicación Semanal y Gratuita de EcoPortal.net
AÑO 8 Nº 330, FEBRERO 7 de 2008
www.ecoportal.net
Un cambio profundo para evitar la extinción Extractado del texto presentado por Miguel Valencia Mulkay en las Jornadas del Foro Social Mundial del 25 -31 de enero de 2008
Muy pocos quieren reconocerlo; muy pocos quieren ocuparse del origen de esta
amenaza: la humanidad puede desaparecer en este siglo por el consumismo, la
violencia y la depredación que se exacerba en todo el mundo; puede
desaparecer por los peligros inherentes a las modernas tecnologías, por el
calentamiento global y por la globalización del desastre ecológico.
La modernidad se encuentra afectada por una enfermedad terminal, pero, antes
de morir se torna más peligrosa y destructiva. Los años por venir serán
decisivos para la supervivencia de la humanidad; antes de diez años pueden
aparecer los primeros colapsos mundiales; puede aumentar la violencia en
grado nunca visto en la historia. Vivimos un ambiente cada día más
enrarecido.
La situación es de tal manera peligrosa que necesitamos hacer un alto en todo
lo que hacemos, frenar nuestras actividades habituales y hacer una prolongada
meditación en torno a los desechos tóxicos, a las contaminaciones del aire,
al envenenamiento de los mares, ríos, lagos, humedales, a la degradación de
los suelos, a la muerte de los bosques y selvas, a la desaparición del agua
limpia, al desastre climático, a la miseria, inseguridad y militarismo
creciente, al desquiciamiento de la sociedad y de la persona humana, a la
destrucción de las culturas milenarias y a la desarticulación de los valores
en la sociedad moderna. Desentrañar como llegamos a este desastre y como
podemos salir de él.
Para avanzar en la defensa de la Naturaleza es indispensable iniciar la
revolución en nuestras mentes, en nuestra imaginación; abrirnos a otra manera
de pensar muy diferente a la que enseñan en las escuelas, grandes enemigas de
la sociedad; ver el mundo con otros ojos; desear intensamente nuestra liberación
de las adicciones que nos impone la vida moderna.
Denunciar la inutilidad de la mayor parte de los programas y planes
gubernamentales o académicos para la defensa de la Naturaleza, ligados a
conceptos cuantitativos, tecnocientíficos, económicos o tecnocráticos; no han
dado resultado por muchos años y no darán resultado alguno en los años por
venir.
La tarea principal en la defensa de la Naturaleza reside en la REVALORIZACIÓN
DEL MUNDO: revalorizar la naturaleza, el tiempo, el espacio, la gratuidad, el
cuerpo humano, la autenticidad de la vida, la convivencia humana, la
autonomía, las culturas, las economías, la artesanía y todo aquello que el
mundo moderno ha devaluado por medio de instrumentos y herramientas, por
medio de ciencia y tecnología y por medio de conceptos económicos.
Por otra parte, necesitamos reestructurar el aparato de producción existente
y las relaciones sociales de acuerdo con los nuevos valores. Cambiarlo tan
radicalmente como radicales sean los cambios de valores en la sociedad.
Redistribuir las riquezas y el acceso al patrimonio natural entre los países
ricos y los pobres. Redistribución de la tierra, de los derechos de
extracción, del empleo, de las utilidades, entre otros. Reconsiderar el uso
del suelo como consecuencia de la revolución de las mentalidades: quitar más
y más tierra a la agricultura industrializada, a la especulación
inmobiliaria, a las industrias y servicios contaminantes, al asfalto y al
cemento, a la desertización y entregarla a la agricultura campesina, biológica,
respetuosa de los ecosistemas.
Relocalizar la subsistencia, para conseguir el renacimiento de lo local. Este
punto es estratégico. Consumir lo que se produce localmente y producir lo que
se consume localmente, esta debe ser la gran tarea ecologista. Nos urge
arraigarnos en un lugar, cultivar verduras en la ciudad y resistir el consumo
de productos traídos del otro lado del mundo, con un enorme costo ecológico y
un enorme subsidio energético.
No queremos excusados ingleses, ni tubos y bombas, ni agua embotellada; no
queremos alimentación industrializada; no queremos ni gestión estatal, ni
privada del agua. No queremos ni grandes gobiernos, ni grandes empresas;
queremos comunidades arraigadas y en armonía con la Naturaleza. A partir de
lo que no queremos, podemos ensayar nuevas costumbres, nuevas prácticas y
experimentar técnicas artesanales para el manejo comunitario de los
alimentos, del agua, de la energía, de la vivienda, de la movilidad, entre
otros. Los nuevos valores deben llevarnos a otro mundo respetuoso con la
Naturaleza.
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