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jueves, 9 de enero de 2025

 Relocalización o colapso climático y ecológico.

Principios del descrecimiento

9 de enero de 2025

Por Miguel Valencia Mulkay

Desde hace algunas décadas, cada minuto del día se mueven enormes cantidades de materiales naturales y sintéticos y decenas de miles de seres humanos y no humanos cercanos a los humanos, como vacas, ovejas, cerdos, pollos, pescados, para llevarlos a lugares muy lejanos. Opera la deslocalización debido al crecimiento económico global.

Cada año, lustro o década, las materias primas de origen mineral- gas, carbón, petróleo; minerales- hierro, cobre, oro, plata; de origen animal- leche, carne, pieles, lana; origen vegetal- algodón, maíz, trigo, frutas, verduras, maderas, y los productos de la manufactura- chips, azulejos, telas, plásticos, , partes de celulares,  computadoras, motores, lámparas, refrigeradores, televisores, automóviles y estos mismos productos completos, entre otros,  al momento que llegan al consumidor final han sido transportados más millas o kilómetros, salvo la aparición de una pandemia o una gran recesión. Por supuesto, más millas o kilómetros al momento que llegan a su disposición final en un sumidero o centro de acopio. Opera la deslocalización, por motivos económicos.

Igualmente, los seres humanos y no humanos cercanos a ellos han sido transportados más millas o kilómetros que el año o lustro o década anterior, salvo la aparición de una pandemia o una gran recesión. Opera la deslocalización inducida por la economía global.   

Por otra parte, cada año o lustro o década, hay más personas en el mundo que los días de trabajo deben viajar más millas o kilómetros para llegar a sus centros de trabajo: hay más migrantes alternantes; hay más personas que no residen en el territorio donde ellos o sus padres o sus abuelos nacieron: hay más migrantes. Opera la deslocalización creada por las fuerzas económicas globales.  

Además, cada año o lustro o década anterior, los alimentos que llegan a nuestras bocas han viajado más millas o kilómetros, o cambia radicalmente el uso del suelo de la mayor parte de las localidades del mundo. Opera la deslocalización global de la industria.

Debido a las fuerzas mundiales por el crecimiento económico que están detrás de este siempre creciente movimiento de materiales, objetos, equipos, vegetales, animales y personas, cada año, lustro o década, se requiere un mayor uso de transportes motorizados y la construcción de nuevas y más grandes infraestructuras de transporte, como: nuevos aeropuertos, puertos, autopistas, vías férreas, terminales de ferrocarril, carreteras, vías rápidas, calles y muy diversas pavimentaciones y edificaciones que a su vez alteran radicalmente los suelos, las aguas, los aires y el clima de todos los lugares del mundo.

Este colosal movimiento de todo lo material en el mundo cada minuto del día- lo que llamamos deslocalización- está destruyendo rápidamente las culturas, las tradiciones, el tejido social y el equilibrio ecológico de cualquier territorio o ecorregión, así como el clima.

Desde hace más de dos siglos- desde la revolución industrial-, el transporte se convirtió en uno de los mayores enemigos de la estabilidad ecológica y climática del mundo. Los servicios, como el transporte, han resultado ser mucho más contaminantes que la industria manufacturera.

Como lo señalan Antonio Estevan y Alfonso Sanz en su importante estudio La Reconversión Ecológica del Transporte en España[1] , Capítulo 1, Las raíces del conflicto entre el transporte y el medio ambiente:… el transporte tiene que “abrirse paso” a través de unos ecosistemas naturales terrestres que no están “diseñados” para soportarlo, y en su avance va fraccionando y empobreciendo estos ecosistemas, y sustituyendo porciones crecientes de los mismos por espacios inertes, definitivamente perdidos para la Naturaleza y la vida….. Pero, estos efectos locales o territoriales del transporte distan mucho de ser los únicos que soporta la Naturaleza como consecuencia de esta actividad. La generalización del transporte motorizado exige la utilización de enormes cantidades de materiales y energía, cuya extracción, transformación y consumo produce grandes masas de residuos sólidos, líquidos y gaseosos, tan extraños a la Naturaleza como lo es el propio concepto de movimiento horizontal masivo.

El transporte disloca (contamina) el tiempo- los ritmos de vida de los seres vivientes- al mismo tiempo que disloca los lugares en los que viven – sus biotopos- rompe sus matrices suelo-agua-aire.

Hace unos 50 años, empieza a darse en EU, Alemania, Francia, Italia y otros países muy industrializados, un proceso de traslado de su producción industrial a otros países, en esa época más pobres, como China, Pakistán, India, México u otros países. Este proceso globalizador, para obtener ventajas industriales, populariza la idea de la deslocalización.

No obstante, la deslocalización industrial es un viejo proceso que tiene su origen hace unos 250 años, cuando en ciudades inglesas, como Manchester o Liverpool, con el apoyo de máquinas, grandes emprendedores colonialistas empiezan a concentrar bajo un mismo techo los factores de la manufactura- las materias primas y los trabajadores- y nacen así las factorías que crean la primera revolución industrial del mundo.

La concentración de los factores de la producción en estas primeras ciudades industriales generó en paralelo otras deslocalizaciones y revoluciones conservadoras, como la migración de campesinos y la concentración de materias primas hacia estas ciudades, la sustitución de productos artesanales – de India, China y otros países, por productos industrializados (telas, vestidos, utensilios)  y la revolución transportista (máquina de vapor): fueron las primeras ciudades del mundo en contar con líneas de ferrocarril. El transporte y la industria han sido actividades inseparables: no han podido existir una sin la otra. Industria y deslocalización van juntas.

Con el apoyo del transporte, la industria puede concentrar la manufactura en una parte de una ciudad, en una ciudad o ciudades o trasladarla a otro país cercano o lejano. El transporte ha sido históricamente el elemento fundamental de la industrialización y por supuesto de la deslocalización de la producción y el consumo, y sus nuevas modalidades, como el offshore o deslocalización de una parte de la producción o los servicios en otro país cercano o lejano o el nearshoring o traslado de la manufactura de un producto de un país lejano como China a un país cercano, como México.

En el mundo se ha hablado mucho en las últimas décadas de los beneficios económicos de la deslocalización- eleva el crecimiento del Producto Interno Bruto de los países que reciben nuevas industrias- no obstante, se ha hablado muy poco de los inmensos daños que trae aparejado este proceso de separación entre los lugares de producción y consumo; daños tanto ecológicos, ambientales o climáticos, como los culturales, sociales, económicos y políticos. Históricamente, han sido mucho mayores los daños que los beneficios de la deslocalización.

Podemos atribuirle a la deslocalización buena parte del colapso climático, de la pérdida de diversidad biológica y cultural y de la excesiva contaminación que hoy tienen los suelos, las aguas y los aires del mundo. También, podemos atribuirle el disparo en los niveles de violencia y la pérdida de soberanía alimentaria en los países del Sur global, como México. 

Por otra parte, el crecimiento exponencial de la aviación en este siglo completa la amplia gama de factores que resultan muy dañados por el uso del transporte: el clima.

El modo de producción industrial depende totalmente del servicio de transporte: por esta misma razón, es evidentemente insostenible; es el modo de producción más contraproducente de la historia. No hay manera de volver sustentable a la industria.  

Para los efectos del descrecimiento podemos adoptar la definición de la deslocalización de Philippe Villemus[2]: La deslocalización es la separación entre los lugares de producción y de consumo. Dicho de otra forma, los productos son fabricados en un lugar diferente en el que serán consumidos.

Por los efectos catastróficos que ha tenido en las últimas décadas la deslocalización de la producción y el consumo, en la estabilidad del clima y el equilibrio ecológico, estamos ahora ante una Emergencia Climática y Ecológica. Consecuentemente, resulta obligada la completa reversión de este proceso económico de fuga hacia adelante, por medio de un continuo aumento en el uso del transporte. Resulta perentorio reducir radicalmente la separación que hoy existe entre los lugares de producción y de consumo. El nearshoring es una señal de que la deslocalización se ha topado con límites físicos que no ha podido superar.     

Es indispensable, por lo tanto, empezar local y globalmente esfuerzos extraordinarios para la relocalización de la producción y el consumo. Muy especialmente, los países del Sur global, como México, que han perdido su soberanía alimentaria y tienen todavía alguna diversidad biológica y cultural deben realizar primero que otros países estos esfuerzos extraordinarios, para relocalizar su producción y su consumo.

Esto equivale a establecer los objetivos de producir al máximo lo que se consume en cada cuenca u ecorregión del país, y de consumir al máximo lo que produce la cuenca o ecorregión en la que residimos. También equivale a establecer los objetivos de reducir al máximo el transporte de los alimentos y otras manufacturas que consumimos y desindustrializar al máximo la forma de elaborar los alimentos y otras manufacturas que consumimos. 

También, equivale a establecer el objetivo de fortalecer la producción artesanal específica de cada localidad o la capacidad de la mayor parte de la población de hacer policultivos de alimentos, elaborar colectivamente comidas, vestimentas, muebles, herramientas o viviendas.

El modo de producción industrial está evidentemente agotado: ha demostrado el inmenso daño que hace a las bases de la vida en la Tierra y con ello, al Buen Vivir y a la existencia de la Humanidad.

Relocalización: condición fundamental para hacer frente a la Emergencia Climática y Ecológica

Relocalización o colapso climático y ecológico.  

Principios del descrecimiento

9 de enero de 2025

Por Miguel Valencia Mulkay

 

 



[1] Centro de Investigación para la Paz, Área Ecología, 1994

[2]  Philippe VILLEMUS, Délocalisations, aurons-nous encore des emplois demain ?, editorial Seuil, 2005, ISBN 2-02-082534-1 y 9782020825344

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