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martes, 14 de mayo de 2013

Las alianzas y tensiones entre el ambientalismo y el ecologismo.

Las alianzas y tensiones entre el ambientalismo y el ecologismo.

Ponencia presentada el 13 de mayo de 2013, ante el grupo de trabajo por una red nacional en defensa de la Madre Tierra.

Como bien dice, Dominique Simonnet, redactora del periódico ecologista Le Sauvage (El Salvaje) e integrante de Friends of the Earth- Francia, en su famoso libro de consulta obligada, El Ecologismo,(Gedisa, México, 1983), El ecologismo debe una parte de su herencia intelectual a la vieja corriente de defensa de la naturaleza, nacida mucho antes. Desde las sociedades agropastorales, el medio ambiente ha sido objeto de reglamentaciones, edictos u ordenanzas que se referían esencialmente a la polución de las alcantarillas en las ciudades, la higiene pública y la explotación de los bosques. La defensa de la naturaleza fue asociada a algunos filósofos, entre los que el más escuchado fue sin duda Jean Jacques Rousseau… Hacia 1854 nació (en Francia) la primera asociación de protección de la naturaleza, la Sociedad imperial zoológica de aclimatación. Desde esos años se fundan en Europa y EUA grandes asociaciones de defensa de la naturaleza, como el Sierra Club en EUA, fundada por John Muir, el gran defensor de los árboles , organizaciones que han contado con un gran apoyo científico, pero, que han evitado todo tipo de compromiso ideológico. Al mismo tiempo aparecen otras agrupaciones que se han interesado por la defensa de un medio ambiente más particular: el suyo. Desde el siglo XIX han reunido las frustraciones vulgares de pequeños propietarios y de notables afectados por las presiones repetidas del mundo industrial, después de los usuarios, habituados a los transportes en común, inquilinos, peatones, ejemplos vivientes de la parcelación de la vida cotidiana moderna. Después de la polución de los ríos, que desencadenó las iras de los pescadores de caña en la posguerra, los proyectos de autopistas, de zonas industriales, de aeropuertos, se convirtieron en blanco de asociaciones de futuros ribereños y de habitantes amenazados por la expulsión… A fuerza de presionar a las autoridades, los movimientos de defensa del medio ambiente suscitaron la creación de instituciones oficiales destinadas a tener en cuenta sus reivindicaciones. … La mayoría de estos ambientalistas clásicos no han puesto en entredicho la estructura política de la sociedad, pero, algunos han pasado de la simple protesta local a un ecologismo más radical.

Como podemos concluir de estas notas, el ambientalismo clásico tiene su origen en las resistencias locales contra la industrialización y la urbanización realizadas desde hace más de un siglo; sin embargo, no realiza crítica alguna a la estructura política de la sociedad. Por su parte, el ecologismo tiene su origen en motivos muy diferentes, como son la gran crítica a la economía de crecimiento, la producción-destrucción, la energía voraz, las desigualdades del crecimiento, el trabajo alienado, el productivismo, la mistificación de la ciencia y la tecnología, la tiranía de los sistemas, el Estado, la desnaturalización del ser humano, y además, se atreve a formular caminos de salida hacia una sociedad sustentable.  Desde su eclosión en los países desarrollados en 1972 como secuela de los fenómenos sociales de los años 60, en especial del 68 que le hereda la espontaneidad libertaria y subversiva y la consigna Consumid más viviréis menos, el ecologismo se afirma como una ideología política con identidad propia y conoce el éxito político hacia 1977, después de grandes manifestaciones públicas.

 En esos años se fundan los grandes periódicos y revistas ecologistas, como The Ecologist o La Gueule Ouverte y egregios pensadores fertilizan su pensamiento, como: Guy Debord, Ivan Illich, Murray Bookchin, Barry Commoner, Serge Moscovici, Rene Dumont, EF Schumacher, Jacques Ellul, Herbert Marcuse. El Informe del Club de Roma sobre Los Limites del crecimiento, elaborado en el MIT por lo señora Meadows, detona un debate ecologista que perdura hasta nuestros días en el movimiento de la decroissance o descrecimiento. El movimiento ecologista quizá no se hubiera desarrollado sin las centrales nucleares, nos dice Simonnet . En efecto, contra ellas se produjo la fusión entre las diferentes corrientes sociales y las sensibilidades libertarias y naturalistas hasta entonces dispersas (incluyendo al ambientalismo)… Estimulados por los ecologistas americanos que llevaban a cabo una gran batalla técnica contra las centrales nucleares, un centenar de asociaciones se reunieron en 1973 para reclamar una moratoria sobre la energía nuclear. Amigos de la Tierra o Friends of the Earth, fundada en 1970, apoya la lucha antinuclear y al movimiento ecologista que conforma entonces comités locales. Armados de sus propios informes, los conferencistas de las asociaciones ecologistas rivalizan con los expertos del  todo nuclearque se beneficia de los grandes embates publicitarios. Los ecologistas libran la batalla antinuclear en Francia entre 1973 y 1976 y exclaman ¡Todos somos especialistas en energía nuclear! Entre 1977 y 1978 el ecologismo avanza mucho y entra en la política afirmando su autonomía y su especificidad. Las elecciones de 1977 ven florecer una multitud de listas verdes… en París, los candidatos ecologistas consiguen inesperadamente el 10% del sufragio y Francia entera se viste de verde. Algunos meses más tarde, en el transcurso de una manifestación gigantesca ante el terreno donde se construye el reactor supergenerador de Malville, un joven no violento es asesinado por las fuerzas del orden. La edad de oro de los ecologistas franceses termina con una interrogante pesimista sobre el futuro del movimiento.

En los años 80 emergen en los países desarrollados los partidos ecologistas y el ecologismo en los países subdesarrollados o empobrecidos, como México y una nueva forma de ambientalismo: el neoambientalismo o ambientalismo profesional impulsado por el Estado; tiene el propósito de hacer frente a las nuevas exigencias sociales sobre los dones de la Naturaleza y las crecientes contaminaciones; quitarle banderas al ecologismo; desprestigiar y anular al ecologismo.  Las universidades crean nuevas materias y carreras ambientalistas y evitan entrar en la crítica al Estado y al Mercado, como causa de la causa que produce la devastación de los dones de la Madre Tierra y las contaminaciones y degradación del Medio Ambiente. La introducción del neoliberalismo al iniciar los 80, corrompe aún más a las grandes sociedades de crecimiento que intoxicadas por el consumismo y la opulencia ignoran las críticas y propuestas ecologistas, lo que debilita mucho a los partidos ecologistas de los países desarrollados y facilita la sustitución del ecologismo por el ambientalismo en la esfera pública. En los 80 se da en México un fenómeno político extraordinario: el PRI, la Iglesia Católica y los grandes empresarios se confabulan para blindar a la sociedad mexicana de la infiltración de las ideas ecologistas: promueven y fundan un Partido Verde Ecologista Mexicano, el PVEM, con militantes e ideología totalmente contrarios a las críticas y postulados generalmente aceptados por los partidos ecologistas del mundo y lo conservan con grandes subsidios, para evitar que germine algún movimiento político ligado a las ideas ecologistas. Promueven, también, el neoambientalismo, para asfixiar al ecologismo.  

Como lo advierte Andrew Dobson en su libro de obligada consulta, Pensamiento Político Verde, (PAIDOS, 1997; Green Political Thought, Routledge, London), "Casi al principio de la primera edición de este libro, decía yo sin darle demasiada importancia que "lo mismo que hay muchos socialismos y muchos liberalismos, también hay muchos ecologismos" y después procedí a ignorar el promiscuo consejo implícito en esa observación, al describir sólo uno de ellos. Defendí esta estrategia basándome en que era importante (y sigue siéndolo) distinguir el ecologismo de su primo más visible, el medioambientalismo. Mi intención era clarificar el debate académico en torno a la política medioambiental y poner en él un punto de referencia. Creía (y sigo creyéndolo) que medioambientalismo y ecologismo son suficientemente diferentes como para convertir su confusión en un serio error intelectual, tanto en el contexto de una consideración del ecologismo como una ideología política como en el marco de una cuidadosa presentación del radical desafío verde al consenso político, económico y social que domina el final del siglo XX. En lo sucesivo, se puede tomar como una distinción tosca, pero eficaz, entre medioambientalismo y ecologismo: el mediaoambientalismo aboga por una aproximación administrativa a los problemas medioambientales, convencido de que puede ser resueltos sin cambios fundamentales en los actuales valores o modelos de producción y consumo, mientras que el ecologismo mantiene que una existencia sustentable y satisfactoria presupone cambios radicales en nuestra relación con el mundo natural no humano y en nuestra forma de vida social y política. Me propongo sostener que hay que mantener separados medioambientalismo y ecologismo… por las mismas razones que se deben mantener aparte liberalismo y socialismo conservadurismo y nacionalismo… En primer lugar, el medioambientalismo no es en absoluto una ideología… el ecologismo cuenta como ideología política, mientras que el medioambientalismo ciertamente no lo es.

Joan Martínez Alier de la Universidad Autónoma de Barcelona ha escrito un libro de gran difusión mundial reciente: El ecologismo de los pobres (Ecología, Icaria editorial, Barcelona) que habla de los conflictos ambientales (más de 10,000 sólo en México) y lenguajes de valoración: tiene la intención explícita de consolidar dos áreas de estudio reciente, la ecología política y la economía ecológica. Analiza diversas manifestaciones del creciente movimiento por la justicia ecológica", así como el ecologismo popular y el ecologismo de los pobres que en las próximas décadas se convertirán en fuerzas motrices para lograr una sociedad ecológicamente sostenible.  Martínez Alier distingue, entonces, un ecologismo de los pobres del ecologismo de los países desarrollados. En efecto, hay una gran diferencia entre el ecologismo nacido en los 70 en los países desarrollados del ecologismo de los países emergentes o subdesarrollados. Dobson señala en su libro En otro lugar me he referido a dos aproximaciones a la ideología verde como maximalistas y minimalistas. Los comentaristas maximalistas definen el ecologismo estrictamente: "la gente y las ideas tendrán que superar pruebas rigurosas antes de que se puedan llamar propiamente político ecológicas" en cambio, los minimalistas "echan sus redes más lejos, de modo que la definición de ecologismo se ve sometida a condiciones menos rigurosas y/o a un menor número de ellas". Como se puede ver, yo adopto una posición maximalista, en parte debido a las reglas básicas que debe observar una ideología y que quedan traicionadas al incluir al ambientalismo como un ala de la ideología verde, en parte porque la inmersión del ecologismo en el ambientalismo desfigura el paisaje intelectual y político y en parte debido a lo poco que acaba diciendo la postura minimalista. 
El ecologismo se caracteriza por sus posturas radicales basadas en un estudio crítico de la historia y la filosofía. El ecologismo tiene un gran prestigio internacional, especialmente en Europa, donde se produce la mayor cantidad de contenidos teóricos ecologistas, pues el ecologismo puede verse como una gran alianza entre la teoría y la práctica de la política en defensa de la Madre Tierra. La mayor red de lucha ecológica de España se denomina Ecologistas en Acción. Únicamente en México, gracias al PRI, a la Iglesia Católica y a los grandes empresarios (PVEM), el ecologismo tiene mala imagen. Los ambientalistas y ecologistas deben y pueden realizar alianzas benéficas para los dones de la Madre Tierra, siempre y cuando mantengan un diálogo intenso y frecuente, por medio de plataformas políticas comunes.

       



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Miguel Valencia
ECOMUNIDADES

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