Sistémicos, la contaminación y el despilfarro del agua limpia
Por Miguel Valencia Mulkay
Conferencia presentada en la Facultad de Derecho de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, en el foro Bosques y Agua del 20 de marzo de 2014
El agua embotellada, las llaves de agua, el botón o manivela del excusado educan al niño: le enseñan a consumir el agua en exceso, a contaminarla, a deshacerse de ella mezclada con excrementos, detergentes y otros desechos; le transmiten imágenes, percepciones, valores sobre el agua. Más tarde, el niño aprende que difícilmente puede escaparse de la botella de agua, el excusado inglés, la plomería, las tuberías, las válvulas, las bombas, los canales, los trasvases, las presas; sufre el monopolio radical del agua; el acaparamiento del agua establecido por el Estado y el Mercado; conoce la escasez del agua inducida, controlada y manipulada por lejanos y poderosos personajes que viven en El Castillo. La gran mayoría se somete a las modernas tecnologías del agua y se adapta a sus condiciones. Muchos adoptan los valores que les transmite este sistema creado por otro sistema mayor que lo engloba: el sistema económico que considera al agua como un bien económico, como simple H2O que puede transportarse en grandes cantidades y acumularse como mercancías o dinero. La sociedad aprende a ver con naturalidad, sin indignación significativa, la escandalosa contaminación y el gran despilfarro del agua en la industria y los servicios: se educa a la población en la abundancia y la escasez fabricada por los tubos y las bombas. Una parte importante de la sociedad llega entonces a creer que no puede vivir sin las modernas tecnologías del agua y que la solución al colapso hídrico mundial pasa por la intensificación de las tecnologías convencionales (mega drenajes, mega tuberías, mega bombas, mega plantas de tratamiento en todos los municipios) y, sobre todo, que pasa por la elevación de las tarifas del agua y la eliminación de su gratuidad. La economía impone su garra letal sobre el agua y la ecología.
El error fatal, mezclar agua de lluvia con excrementos y desechos industriales
El Sistema hidráulico convencional viola siempre la primera regla en el manejo adecuado del agua: no mezclar el agua de lluvia con excrementos y desechos industriales; esta transgresión hace fracasar cualquier intento de conservación del agua limpia: el agua sucia aumenta sin cesar en todo el mundo. Los drenajes saturan los cuerpos de agua de isótopos radiactivos, químicos, plásticos, excrementos. Se abandonan con facilidad las plantas de tratamiento de agua; el tratamiento de la mezcla de aguas tiene muy elevados costos; en el fondo se utilizan sólo para simular la conservación del agua. El agua sucia satura los mares, lagos, lagunas, humedales, ríos, arroyos de México e inutiliza los acuíferos superficiales. El endurecimiento de los suelos, las pavimentaciones y las edificaciones que invaden el territorio, impiden la filtración del agua al subsuelo, conducen los desechos sólidos a los drenajes, provocan la bajada del agua en torrente en cerros, colinas y pendientes. Los drenajes rotos, muy comunes en países como México que tienen frecuentes sismos o que toleran el paso de pesados camiones o tráileres por cualquier calle, contaminan el agua potable de las tuberías de distribución municipal y también el subsuelo. Dependemos cada vez más del agua embotellada- México ocupa el primer lugar mundial en consumo de agua embotellada-, tendencia económica que induce la mala calidad en el agua entubada, los precios exorbitantes del agua, el big bang del plástico en los mares, los ríos, los arroyos; en suma: el desprecio por la conservación del agua .Los pobres tienen cada vez menos acceso al agua limpia: el sistema hidráulico mata ya las innumerables maravillosas maneras de obtener agua gratuita, local, sabrosa, que existían hasta hace algunos años; ahora se consume agua cada vez más cara, insípida, contaminada que viene de lugares cada año más lejanos. Cada día mueren en el mundo cerca de 80,000 personas por enfermedades ligadas a la contaminación del agua. Los tubos y las bombas aumentan cíclicamente de número y tamaño en todo México: complican mucho la conservación del agua limpia.
El mega bombeo acaba con las ecorregiones y pone el agua en manos de las empresas transnacionales
El Sistema hidráulico dominante logra hoy que la población modernizada del mundo consuma al menos unas 30 veces más agua per cápita de la que consumía antes de su introducción hace unos 200 años; consigue que la industria consuma entre 70 y 100 veces más agua de la que consumía originalmente y que, además, consuma hoy cerca del 80% del agua entubada[1]. Los acuíferos se agotan con rapidez en todo el mundo debido al mega bombeo que exige la industria de hoy. En la ciudad de México se pierde el 50% del agua que se inyecta en las tuberías de distribución y domiciliaras. Nos sometemos cada año más al agua traída por medio de trasvases, como el del Cutzamala o el Bicentenario de Sonora, megaproyectos devastadores que borran o aniquilan los parteaguas hídricos, las ecorregiones: en un extremo, sirven para apuntalar los elevados niveles de despilfarro y contaminación del agua de la industria y los servicios; en el otro extremo, crean destrucción del tejido social, sequias, deforestación y pérdida de biodiversidad; son un robo descarado del agua. Las presas destruyen la ecología de los ríos y las cuencas, así como las comunidades asentadas en ellas. Los bosques se secan por la indiscriminada extracción de agua. Persistentemente, los planes de reforestación fracasan por la escandalosa ignorancia e insensibilidad de las autoridades en los asuntos del territorio, la ecología y la cultura, mientras se protege por otro lado la tala ilegal en las sierras, por medio de paramilitares, militares, ingenieros forestales, jueces, leyes. Los proyectos industriales, incluyendo los agropecuarios y de servicios, especialmente los turísticos, demandan cada día mayores volúmenes de agua: al menos 2,000 lit., por cada litro de leche, o 900,000 litros por cada auto fabricado o 1,500 m3 al día, por campo de golf de 50ha; la minería a tajo abierto envenena regiones enteras con los millones de litros de aguas mezcladas con cianuro. La agroindustria consume cantidades descomunales de agua y petróleo: es un fracaso. Se concesionan los principales acuíferos a “grandes usuarios del agua” transnacionales: se fomenta el consumo industrial del agua por medio de tarifas de agua insignificantes y la entrega del control de los Consejos de Cuenca a grandes empresarios. Se deslocaliza cada día más la extracción de agua; se consumen escandalosas y crecientes cantidades de electricidad en el bombeo: una contribución principal a la producción del desastre climático; se ignoran las grandes extracciones clandestinas de agua.
Las decisiones importantes del uso del agua se aprueban fuera del país
Los financieros internacionales dictan ahora las leyes del agua de México. El TLC- NAFTA es hoy en día la Constitución Mexicana vigente: se entrega el agua a países extranjeros, por medio de la maquila de productos industriales, de las grandes producciones agropecuarias de exportación, de los servicios turísticos. Debido a proyectos privados y publico-privados que acaparan el agua, persisten en México más de 4,000 conflictos locales del agua, en pueblos, ejidos, colonias y barrios. El Estado alienta la destrucción de los santuarios del agua y los asesinatos de los activistas que defienden los bosques, acuíferos, ríos, lagunas, humedales, manantiales frente a megaproyectos de todo tipo. Se proyectan para los próximos años consumos de al menos 2,000 millones de metros cúbicos de agua en la extracción de gas shale, por medio del fracking, en los estados de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Veracruz, Tabasco. Las decisiones importantes de la gestión del agua se toman fuera del país y las hacen principalmente los banqueros internacionales y las transnacionales (el Consejo Mundial del Agua y el Foro Mundial del Agua). La distribución municipal del agua queda ahora en manos de las transnacionales del agua (Suez, Bechtel, Aguas de Barcelona). No hay participación de la sociedad en la solución de los problemas importantes del agua, pero, eso sí, se le imputa en su mayor parte el desperdicio y la contaminación del agua. La tecnociencia del agua responde principalmente a intereses transnacionales y resulta cada año más contraria a la naturaleza y al tejido social. El agua se despilfarra y se contamina hoy más que nunca antes en la historia.
La visión económica del agua mata el agua limpia
El agua cae del cielo para todos, en los territorios, montañas, arroyos, humedales, ríos, lagos, lagunas, mares, y crea cascadas, caídas de agua, cataratas; se filtra en los suelos de montañas y planicies y crea acuíferos, manantiales, ojos de agua. Se conserva limpia y disponible para apagar la sed de todos- todos los días-, siempre y cuando no exista una tecnología (motores, químicos, tubos, cemento, centrales nucleares) que la capture, la acapare, la contamine. Se mantiene libre y cantarina como un elemento que fomenta la Paz y los acuerdos entre los pueblos, mientras no existan en la sociedad opiniones, imaginarios dominantes que consideren el agua como un instrumento para ganar poder y dinero, para ganar guerras contra la naturaleza, o contra las culturas, los pueblos y las comunidades; o para embarcarse en una modernización, un progreso, un desarrollo, un proyecto político que sirva para concentrar el poder en pequeñas minorías nacionales o internacionales. El agua ha sido una inacabable reserva de símbolos culturales, un elemento mítico de las culturas, un componente fundamental de la filosofía nacida en Grecia, sin embargo, la modernas ciencias naturales ligadas a los imaginarios económicos han aniquilado la poética del agua, la filosofía del agua que antiguamente permitían la conservación del agua limpia. La contaminación y el despilfarro del agua son inherentes, consubstanciales, al diseño del excusado inglés, el agua embotellada, los tubos, las bombas, las válvulas, los trasvases, las presas; son inherentes al imaginario económico que crea la escasez del agua, pero medio de la moderna tecnología del agua.
Sistémicos, la contaminación y el despilfarro del agua limpia
[1] Tageszeitung, 1992, p.30, citado por Jean Robert en Water is a commons: Agua consumida en el mundo en base anual: Agroindustria 2,680 km3; Viviendas 300 km3; Industria 1,000 km3; total 3,980 km3
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