¡CAMBIAR EL SISTEMA NO EL CLIMA!
No han sido necesarios los científicos para saber de la alteración de los climas de la Tierra. Antes que ellos, lo han observado los indígenas y los campesinos que han podido vivir en las tierras de sus abuelos, cercanos a los insectos, peces, ranas, serpientes, aves, roedores, venados, caninos, felinos; atentos a los pequeños cambios en los tiempos, los climas, las lluvias y las estaciones de sus territorios. Tampoco han sido necesarios los científicos para saber qué hacer para enfrentar este horror; los indígenas, los campesinos y las personas muy cercanas a las plantas y los animales han sabido en poco tiempo que la industria y la urbanización modernas son la causa concreta de esta terrible alteración de los climas; han sabido que el modo de vida urbanizado es enemigo de los ríos, los mares, las selvas, los bosques, los animales y desde luego, del clima. Han sabido de la falsedad que entraña el progreso, el desarrollo y el crecimiento económico y lo letal que puede ser la tecnociencia.
Hoy saben que la mentalidad moderna está desfondada por su alejamiento de la tierra. Y se han percatado de las pasiones innobles que sostienen ese montón ordenado de normas o métodos que destruye rápidamente los paisajes, la fertilidad y la exuberancia de los territorios, las formas amables de cultivar alimentos o habitar en algún territorio, la convivencia de los pueblos y las comunidades. Saben de la codicia, la envidia, la desmesura, el deseo de poder que está detrás de las bombas nucleares, colisionadores, naves espaciales, satélites, drones, cohetes, aviones, portaviones, plataformas petroleras, buques tanqueros, torres, computadoras, bases militares, yates, helicópteros, trenes rápidos, supercarreteras, túneles, Ipads, estadios, centros comerciales, residencias, autos, joyas, pieles, mascotas, colecciones de arte. Cada vez más personas entienden que el Sistema: este conjunto ordenado de normas o métodos que domina al mundo, mata la sensibilidad, el espíritu, la alegría, la diversidad, la belleza, las culturas y mata también el clima de la Tierra.
Cualquiera puede confirmar cómo los sistemas de producción, distribución y consumo de alimentos, vestimentas y otros productos, contaminan los aires y alteran los climas; cómo los sistemas de educación, investigación, salud, transporte, comunicaciones, diversión- controlados por los sistemas financieros- exterminan las buenas costumbres, las riquezas ancestrales de los territorios y desquician a la persona humana. Puede corroborar cómo la ciencia y la tecnología está principalmente dedicada a los asuntos que dan mucho dinero y poder: el desarrollo de armas y equipos militares, la realización de experimentos irresponsables, el control de la población y la aniquilación de las libertades y la igualdad. Los sistemas sostienen el sistema económico y político mundial que produce esta destrucción omnímoda y omnipresente. El Sistema impone los valores, conceptos, instrumentos, conocimientos, acuerdos, leyes, jurisprudencias, doctrinas, instituciones, políticas que son responsables de la intensidad de la violencia, la barbarie, la infamia que conmociona a las sociedades modernas; que produce la destrucción del equilibrio climático de la Tierra.
¡CAMBIAR EL SISTEMA NO EL CLIMA!
Miguel Valencia Mulkay
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