Obligada, la descolonización del imaginario social
Miguel Valencia Mulkay
La sociedad moderna, industrializada, muestra un profundo desprecio por los mares, los lagos, los ríos; por la vida silvestre, los árboles, los animales y los paisajes; por los indígenas, los campesinos y los obreros; por los migrantes, los discapacitados, las mujeres, los niños y los ancianos; por la Ley, las comunidades, las culturas, la filosofía, la historia, la ciencia no académica, los derechos humanos y muchas cosas más. Este comportamiento suicida, destructivo, desquiciado, está relacionado con la creencia en el Progreso y el Desarrollo; con el avance en la industrialización, la vigencia de la economía clásica y neoclásica, la sacralización de la propiedad privada, la difusión del culto a la ciencia y la tecnología, entre otros aspectos. Tiene larga historia: es consecuencia de ideas, filosofías, creencias, prácticas que aparecieron en Europa hace algunos siglos, que en el último siglo se han propagado intensamente por todos los países, (la occidentalización del mundo), y que ahora colonizan las mentes de la mayor parte de los seres humanos.
Jean Paul Besset[1] advierte “La humanidad entera comulga con la misma creencia. Los ricos la celebran, los pobres aspiran a conseguirla. Un solo dios, el Progreso, un dogma único, la economía política, un solo edén, la opulencia, un solo rito, el consumo, una plegaria única: Nuestro crecimiento que estás en los cielos… En todas partes, la religión del exceso venera a los mismos santos- desarrollo, tecnología, mercancía, velocidad, frenesí – persigue a los mismos herejes- los que están fuera de la lógica del rendimiento y de la productividad- dispensa una misma moral- tener, nunca es suficiente, abusar, nunca es demasiado, desechar sin moderación, después recomenzar, de nuevo y siempre lo mismo. Un espectro los persigue en sus noches: la caída del consumo. Una pesadilla les obsesiona: los sobresaltos del Producto Interno Bruto.”
Por su parte, Ingmar Granstedt[2] escribe “Ahora se han vuelo valores positivos y primordiales la agresividad y el cinismo “golpeador”, la seducción manipuladora, la capacidad de osar dar golpes cada día más bajos, la indiferencia frente al sufrimiento de los demás, cercanos y lejanos, sin mencionar la complacencia del consumidor irresponsable”. Detrás de estas ideas, “valores”, ilusiones y certidumbres modernas se encuentra una mentalidad, un imaginario dominante que en lo esencial está colonizado por ideas económicas, economistas o economicistas; por los dogmas del crecimiento, la productividad y la competitividad. El sueño de una gran parte de los integrantes de la sociedad modernizada es el de vivir en la opulencia y el despilfarro y hacer dinero y ganar poder en el menor tiempo posible. En los países del Sur o “en vías de desarrollo”, es una aspiración general tener un modo de vida consumista, productivista, como el que se tiene en EU y en la UE. Por otra parte, la mayor parte de los ciudadanos de los países desarrollados es adicta a su destructivo modo de vida.
Cornelius Castoriadis advierte[3] “La idea de que la única finalidad de la vida es la de producir y consumir cada día más- idea a la vez absurda y degradante- debe ser abandonada; es necesario que el imaginario capitalista de un seudo dominio seudo racional de una expansión ilimitada de la economía sea abandonado… La ecología es subversiva porque cuestiona el imaginario capitalista que domina al planeta. La creencia en que la felicidad humana depende del crecimiento de la pavimentación, la electrificación, la industrialización, la transportación y del desarrollo tecnológico es muy extendida en el mundo; la comparten la mayor parte de los políticos y académicos de los países del Sur. La filosofía de la escasez, los dogmas de los mercados y la economía política, las ambiciones desmedidas, la búsqueda del crecimiento económico infinito, están detrás de la explosión de violencia, corrupción, toxicomanía, desprecio por la ecología y otras malas costumbres de las modernas sociedades de crecimiento.
Hay una monstruosa idea del tiempo, el espacio, la vida, la muerte, en la construcción del sistema económico. Estas creencias o certidumbres organizan la vida del hombre moderno y son el fundamento de la persistencia de la devastación del clima, la ecología, las culturas indígenas, las comunidades, las ciudades, la Justicia, la Democracia, el Buen Vivir, el futuro de la humanidad. El sistema, en particular el sistema económico, suscita, estimula, impone estas creencias, “valores” o certidumbres que, a cambio, contribuyen a reforzarlo. Su muy necesaria erradicación resulta muy difícil debido a que el imaginario dominante es sistémico. Es indispensable comprender cómo adoptó la sociedad moderna estas creencias o “valores”- cómo se ha colonizado el imaginario social en los últimos siglos-, para encontrar una salida a esta situación catastrófica.
Serge Latouche[4] reconoce tres formas principales de colonización de las mentes: la educación (la escuela), la manipulación mediática y el consumo cotidiano o modo de vida concreto. Mahid Rahnema)[5]advierte: La escuela funciona como retrovirus VIH- SIDA: destruye las defensas inmunitarias de las personas. La publicidad opera como los traficantes de drogas: crea nuevas necesidades. La publicidad, el crédito al consumo y la obsolescencia programada son armas de destrucción masiva de las buenas costumbres: fomentan el despilfarro, la producción de basura y residuos tóxicos, la contaminación del aire, el agua y los suelos, la falta de ética de los profesionistas y el desprecio por los regalos de la Tierra. La urbanización concentracionaria, los megaproyectos, el consumo de comida industrializada, el uso del auto y el celular y la adicción por los grandes espectáculos completan la colonización del imaginario social.
Sin la descolonización del imaginario social es imposible frenar la devastación climática, ecológica y cultural, el aumento del malvivir y el colapso de la vida en la Tierra. La 2018 First North South Conference on Degrowth-Descrecimiento, Mexico City tiene como lema Descolonizar el imaginario social, proceso obligado para lograr el Descrecimiento feliz o sereno.
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En el marco de las actividades preparatorias de la 2018 North South Conference on Degrowth-Descrecimiento, Mexico City http://degrowth. descrecimiento.org/
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