La
radiación que emiten los teléfonos celulares, ¿es segura?
Elaborado por la QB
Mercedes Cabañas
Texto
La vida surge hace unos 3 500 millones de años, en
presencia e interacción de la energía radiante del sol y, los campos eléctricos
y magnéticos de muy baja intensidad de la Tierra. Estos campos magnéticos
terrestres, han permitido la orientación y la navegación de diversos tipos de
organismos, como los de algunas especies de bacterias, termitas, peces, abejas,
aves y ballenas.
Se ha observado que los Electroencefalogramas (EEG),
de los gatos, perros, delfines, reptiles y de los humanos, entre otros,
coinciden con las bandas de respuesta al estímulo eléctrico. Lo que muestra una
interacción evolutiva de adaptación a la Resonancia Shumann, que es un campo
magnético débil, entre la superficie de la Tierra y la ionósfera y, cuyos
rangos de frecuencia o ciclos por segundo en Hz o hercios coinciden
perfectamente, lo que posibilita la absorción de estas frecuencias con el
cerebro de estos organismos.
Con el advenimiento inicial de la energía eléctrica y
posteriormente de la electrónica, se han generado, un sin número de diferentes
tipos de campos electromagnéticos (CEM) artificiales, con propiedades
diferentes a los de origen natural, muy bioactivos y emitiéndose con elevados
niveles de intensidad. Estas radiaciones de origen tecnológico, siguen
aumentando de forma exponencial, sobre todo con las innovaciones electrónicas.
La contaminación electromagnética no ionizante de
origen tecnológico, es especialmente
perniciosa porque escapa a la percepción de los
sentidos humanos, circunstancia que tiende a fomentar una actitud
bastante inconsciente en relación a la protección personal. La magnitud de esta
contaminación es tal que, literalmente, NO HAY LUGAR DONDE ESCONDERSE.
Además, dado el tiempo relativamente corto, durante el cual los seres vivos se
han visto expuestos a ella, NO HAY NINGUNA INMUNIDAD EVOLUTIVA NI: contra los efectos nocivos que directamente
pudiera tener sobre los organismos vivos ni, contra las posibles interferencias
con los procesos electromagnéticos naturales, de los que dependen las funciones
de los organismos vivos, como es el caso de las ballenas que pierden la línea
geomagnética terrestre de navegación, por las maniobras militares con radares y
sonares, muriendo encalladas en las playas.
Los CEM artificiales de Frecuencia Extremadamente Baja
(FEB), de 30 Hz a 300 Hz, se producen por los cables de alta tensión, los
trenes eléctricos, como el metro y por los equipos electrodomésticos y
electrónicos, entre otros. Los CEM de Radio Frecuencia y Microondas (RF/MO) de
300 MHz (MegaHerz) a 3 GHz (GigaHertz), son emitidos por los hornos de
microondas, teléfonos móviles, teléfonos inalámbricos “fijos”, WiFi,
computadoras de escritorio y portátiles, las tabletas y radares.
Los efectos de los CEM de origen tecnológico sobre los
seres vivos son de tipo térmico y no térmico, siendo estos últimos los más
preocupantes, y esto es así, ya que sólo los seres vivos responden a este tipo
de energía radiante, siendo alterados en diferentes funciones principalmente
las del cerebro. Aún sin elevación de la
temperatura se han demostrado ampliamente, daños adversos a la salud en
múltiples estudios de tipo epidemiológico, en animales de laboratorio, en
cultivo de tejidos humanos y de animales, así como en estudios genéticos.
Existe una fuerte correlación entre el financiamiento
de la investigación y los resultados, como
encontró en 2006 la Universidad de Berna, Suiza, en relación a la RF/MO
y los teléfonos móviles. Con fondos públicos se encuentra un 80% de efectos
nocivos en el organismo, mientras que con fondos privados sólo encuentran un
33% de daños en el organismo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2002,
estableció que las FEB, son un posible
cancerígeno para humanos. En 2012, en una revisión sobre la leucemia
infantil, M. Kundi, llegó a la conclusión de que estas radiaciones
electromagnéticas deben ser clasificadas como cancerígeno humano definitivo.
Para 2011 la OMS clasifica a la RF/MO, a la que operan
los teléfonos celulares como posible
cancerígeno y, en 2012 de acuerdo a una amplia revisión de L. Hardell y M.
Carberg, porponen, de acuerdo a las normas establecidas por la OMS, que la
RF/MO son cancerígeno humano definitivo.
Una nueva patología generada por la exposición a los
CEM artificiales, es la Electrohipersensibilidad (EHS) que presenta
principalmente síntomas neurológicos, además de síntomas respiratorios, musculo
esqueléticos, cardiovasculares, gastrointestinales y dermatológicos entre
otros.
La OMS ha delegado históricamente el establecimiento
de la normatividad respecto a los CEM de origen tecnológico, en la Comisión
Internacional para la Protección de las Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP),
reglamentación que no protege a la población, puesto que únicamente toma en cuenta los
efectos térmicos inmediatos e ignora los efectos no térmicos,
como la EHS y el cáncer, entre otros daños.
El biofísico M. Repacholi
fue de 1996-2006 el líder del Proyecto de CEM de la OMS. Estableció
inmediatamente una estrecha colaboración entre la OMS y la ICNIRP (siendo director de ambas organizaciones),
invitando a las industrias eléctricas, de telecomunicaciones, de nergía y
militares a las reuniones. Organizó gran parte del proyecto CEM de la OMS
financiado por las actividades lobísticas de las organizaciones de la industria
de las telecomunicaciones. Repacholi contrató a Emilie van Deventer para este
proyecto en el año 2000 y es la actual directora del mismo. Ella ha sido
miembro mucho tiempo de la organización dominada por la industria, el Instituto
de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE) de USA. El IEEE es la federación
de ingenieros más poderosa del mundo, sus miembros son o han sido empleados en
empresas u organizaciones, como las compañías eléctricas, las empresas de
telecomunicaciones y la industria militar. El IEEE ha priorizado los esfuerzos
de los lobbies durante décadas especialmente dirigidos a la OMS. Van Deventer
es ingeniera eléctrica. No tiene conocimientos previos en medicina,
epidemiología o biología, por lo que es sorprendente que haya sido seleccionada
para una posición tan importante en la OMS.
DEVASTACIÓN SOCIOAMBIENTAL
La irrupción de la
comunicación social a nivel mundial es preocupante, ya que parece que solamente
se puede comunicar la gente por estos medios electrónicos. Hay aislamiento,
discriminación si no tienes teléfono inteligente, adicción, tecnoestrés, una
verdadera incomunicación, contrariamente a lo promovido por la industria y por
ejemplo, los adolescentes asiduos usuarios de este medio de comunicación son
menos felices, además de tener depresión de acuerdo a diferentes estudios.
En cuanto a los componentes
de los teléfonos móviles, pueden tener hasta 80 elementos químicos, 200
minerales y más de 300 aleaciones, además de un 50% de plásticos. En muchos
países del Sur, hay extractivismo de los minerales, despojo y devastación
ambiental, así como un sin número de conflictos sociales y movimientos de
resistencia.
Las tierras raras,
importantes elementos químicos de los dispositivos electrónicos, que se
producen en la laguna Baotuo de Mongolia Interior, una tonelada de tierras
raras produce 2 000 toneladas de residuos tóxicos, con el elemento químico
Torio radiactivo. Dicha laguna tiene 10 millones de toneladas de lodos
residuales.
La contribución de las tecnologías
de la comunicación (TIC´s) a la huella global total de carbono, se espera que
crezca de aproximadamente del 1% en 2007 a 3.5% en 2020 y hasta 14% en 2040. En
este caso, se consideran todos los dispositivos como PC, computadoras
portátiles, monitores, teléfonos inteligentes y tabletas e infraestructura como
centros de datos y redes de comunicación. Esto corresponde a la mitad del impacto de carbono de toda la
industria del transporte. El iPhone promedio usa más energía que un
refrigerador mediano. Aproximadamente 361 kWh si se suman conexiones
inalámbricas, uso de datos y carga de la batería para el móvil y, aproximadamente
322 kWh por año para el refrigerador
mediano. Cada vez hay teléfonos más
grandes y más contaminantes: las grandes pantallas de las últimas generaciones
emiten casi un 60% más de gases de efecto invernadero. Cada nueva generación de
teléfonos contamina más en su producción y consume más energía eléctrica.
El proceso de ensamblado de los
teléfonos celulares Samsung en Vietnam, con 411 000 trabajadores, donde el 80%
son mujeres jóvenes es extenuante. Ensamblan 2 000 celulares al día por
persona, tienen condiciones de trabajo
agotadoras, con turnos matutinos y vespertinos, de pié durante todo el turno de
9 a 12 hs que puede inducir a insuficiencia venosa crónica, parto prematuro,
aborto espontáneo y trastornos musculo esqueléticos. Hay control del tiempo con
“tarjetas de aseo” para poder ir al baño y maximizar el tiempo en la línea de
producción. Están expuestos a altos niveles de ruido, a CEM y sustancias
químicas tóxicas. Tienen desmayos y mareos en el trabajo, daños a la vista,
hemorragias nasales, dolores en el
estómago, los huesos y las articulaciones.
La innovación tecnológica y la
obsolescencia programada, generan rápidamente toneladas de basura electrónica,
en 2016 se produjeron 44.7 millones de toneladas métricas y se espera que para
2021 sean 52.2. Solo se recicla el 20% de la basura electrónica a nivel mundial
y de los teléfonos móviles menos del 1%, contaminando el medio ambiente en
vertederos o rellenos sanitarios. Lo reciclado representa un negocio de metales
y plásticos de 55 millones de euros. Los países recicladores están en China,
Ghana y México entre otros. En muchos casos el reciclado se realiza en
condiciones completamente inadecuadas e insalubres, quemando los plásticos para
recuperar los metales. El humo del plástico quemado es sumamente tóxico, pues
contiene dioxinas y/o furanos que son contaminantes orgánicos persistentes y
cancerígenos, que tardan muchos años en degradarse.
Tecnología inalámbrica 5G-IoT
Se tiene proyectada la
introducción para el 2020, la última generación de celulares, la red del 5G,
que sera la base del Internet de las cosas IoT, por sus siglas en inglés. Esta
tecnología usa microondas pulsantes de tamaño milimétrico o submilimétrico, con frecuencias más energéticas de 24 a 100 y más GHz.
Las velocidades de transmisión de datos serán de hasta 10 Gbit /s para decenas
de miles de usuarios simultáneos. Estas MO son bloqueadas fácilmente por obstáculos como las hojas y por
tanto necesitan, millones de amplificadores de señales de celulares cerca de
las casas o edificios. Se instalarán antenas pequeñas cada 150 metros en la
calle y dentro de hospitales, centros comerciales, escuelas, etc.
El 5G-IoT es promovido con la
promesa de las ciudades "inteligentes", lo que lleva a una vida más
“cómoda, conveniente y eficiente”, SERÁ LA INTERCONECTIVIDAD TOTAL.
Lo cual necesariamente aumentará aún más, la exposición de los seres vivos a
CEM artificiales.
Desde 2008 se observó que la
piel, el órgano más grande del cuerpo humano, es una matriz de los conductos
del sudor, que tienen forma enrollada y se comportan como antenas helicoidales
para la banda de microondas milimétrica y submilimétrica. En el intervalo de 75
a 110 GHz hay absorción de estas MO. Esta
absorción se correlaciona con el estrés fisiológico manifestado por la
disminución de la frecuencia del pulso y de la presión arterial sistólica al
inicio de la exposición, permaneciendo éstas a niveles reducidos, suben y bajan
en los 30 minutos de exposición observada.
¿Tendrán los seres vivos mecanismos de defensa biológicos suficientes,
para compensar los elevados niveles de radiación electromagnética artificial
que plantea la tecnociencia electrónica, con sus numerosas innovaciones y
devastación socioambiental que genera? ¿se tendrá que continuar con este costo
elevado del “progreso” tecnocientífico de intereses comerciales?. Además, a
este tipo de contaminación hay que sumarle, las otras contaminaciones de
diferente origen ya existentes.
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