A lo largo de varios siglos, los países del Sur global,
entre ellos México, han sido colonizados implacablemente por Occidente, por sus
ideologías de progreso y desarrollo, culto a la ciencia y la tecnología,
conceptos de riqueza y pobreza, de crecimiento perpetuo, y sobre todo por esa
pareja infernal: los conceptos de escasez/abundancia. Han adoptado la religión de la economía que
transforma la abundancia natural en escasez por medio de la creación artificial
de las necesidades, a través de la apropiación de la Naturaleza y su
mercantilización. Han aprendido a envenenar sus suelos, ríos, lagos y mares; a
contaminar sus atmósferas, sus alimentos y sus mentes; a despreciar su
diversidad biológica, sus culturas milenarias, sus comunidades, pueblos y
barrios; a mercantilizar todo, incluyendo a la Naturaleza, sus personas y sus
dependientes. Han fomentado la opulencia, el despilfarro, la desigualdad, la
militarización, la productividad, la competitividad y los grandes consumos de
agua, gas, gasolina, metales, maderas, plásticos, tierras. Han adoptado las
certidumbres y el imaginario de los países del Norte. Han abandonado su
diferenciación cultural.
Por su parte, los países del Norte global han visto aumentar
a lo largo de más de seis décadas su nivel material de vida, acompañada de una
baja indiscutible en la felicidad real debido a la degradación efectiva de sus
datos humanos fundamentales. Han visto
crecer rápidamente las depresiones, las angustias, el stress, los trastornos
alimentarios, las sociopatías, el suicidio, las patologías mentales, la
toxicomanía (drogas, alcohol, juegos de azar y de dinero,), la violencia
ambiental (explotación económica, agresión publicitaria, diversiones
alienantes, contaminación visual y sonora), la violencia física y psicológica,
intrafamiliar, escolar- sus escuelas se han convertido en los lugares más
violentos y agresivos. Han sufrido el aumento radical en la angustia del
desempleo, la vigilancia policial y el voyerismo, la duración del trabajo, el
consumo de productos químicos, Han padecido la explosión del consumismo, el
productivismo, la xenofobia, el pensamiento autoritario, los integrismos
sectarios, religiosos, políticos y económicos. El crecimiento económico les ha
traído la desorientación, la perdida de referentes y el colapso físico y mental
de la persona humana. El desarrollo de los países del Norte Global se ha
logrado y se sostiene por el saqueo de los bienes comunes de los países del Sur
global: extractivismo, esclavitud disfrazada de empleo y devastación de las
culturas vernáculas.
En los países del Sur y del Norte, es imperativo salir de la
religión de la economía y del culto a la ciencia y la tecnología: es mundial el
desquiciamiento climático, ecológico, cultural, social, institucional,
político, simbólico, creado por el crecimiento. Las escuelas, los medios y las
nuevas tecnologías destruyen igualmente las mentes de los pueblos y las
naciones. La descolonización del imaginario social es una tarea obligada en
todas las comunidades del mundo. Las alianzas internacionales son
indudablemente necesarias para hacer frente a esta guerra global de los ricos y
poderosos contra la gran mayoría de la población: tenemos amenazas comunes que
no se pueden afrontar sólo a nivel local o nacional. La acción global es
urgente. No obstante, el rechazo al crecimiento y la búsqueda del Buen Vivir
requieren de modos, formas, maneras, acciones diferentes en cada comunidad,
municipio, ciudad, estado o país, de acuerdo a sus matrices agua-suelo- clima,
culturas, historias, geografías, sociologías, economías y situación
geopolítica. Las alianzas locales y las
alianzas internacionales se refuerzan mutuamente.
La decroissance nace en Francia en 2003 y en pocos años le
siguen en otros países europeos el degrowth, la decrescita, el decrecimiento,
el postwachstum. El descrecimiento
equitativo- que implica la reducción de las ambiciones económicas (codicia) y
los grandes consumos individuales y colectivos-, nace en México en 2007. Estos
movimientos son hijos del ecologismo y de pensadores de la periferia de
Occidente, como Thoreau, Tolstoi, Gandhi, Polanyi, Khor, Ellul, Illich, Gorz,
Goodman, Georgescu Roegen, Bookchin, Castoriadis, entre otros. Nacen del
fracaso del desarrollo en el Sur y la desorientación creada en el Norte por la
sociedad de consumo y sus bases imaginarias, el progreso, la ciencia y la
tecnología. Tienen una doble filiación:
nacen por un lado de la toma de conciencia del colapso ecológico y
climático y por otro lado de la crítica a la tecnología y el desarrollo.
Con mala fe e ignorancia se dice que los países del Sur
global necesitan todavía desarrollo y crecimiento económico para resolver sus
problemas, que el descrecimiento implica crecimiento negativo o recesión. Nada
más falso. El descrecimiento equitativo en los países del Sur global entraña el
rechazo a las ideologías de Occidente: sus conceptos de escasez y riqueza, sus
mitos sobre la ciencia y la tecnología, el progreso y el desarrollo sea
neoliberal, ultraliberal o “socialista”, “participativo”, “endógeno” o “popular
y solidario” Estos países no tienen por qué industrializarse, construir
infraestructura, tecnificarse, mejorar su productividad o su competitividad ¿No
han sido las escuelas, el agua entubada, los medios, las nuevas tecnologías, el
imperialismo de la colonización, el desarrollo, la globalización, y el
crecimiento mismo, los que han creado la dependencia, la miseria y el colapso ecológico, social,
económico y político de los países del Sur global? Estos países necesitan salir
de la era industrial para acceder directamente a la era post industrial. Su
florecimiento depende más de la ruptura cultural que de la económica frente a
los países del Norte. Necesitan diferenciarse realmente de los países del Norte
Global.
Miguel Valencia Mulkay
INFORMACIÓN: info@degrowth.descrecimiento.org
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