LO PEQUEÑO, SENCILLO, NO COSTOSO Y NO VIOLENTO, ES HERMOSO
René
Torres Bejarano
En
septiembre del 2005, para adherirme a la “Sexta
Declaración de la Selva Lacandona” e
incorporarme a la
“Otra Campaña”, envié
a los zapatistas una carta en la, entre otras cosas les decía lo
siguiente:
Me han
dicho por ahí que, aparte de hablar, escuchar, criticar al Peje,
hacer ‘declaraciones’, ‘otras campañas’, caminar y andar a
salto de mata, ustedes, como nosotros, también comen, toman agua,
cocinan, lavan la ropa, duermen, se bañan (a veces), hacen trutrú,
pipí, popó, chacachaca (cada quien su modo), se guarecen, se
cobijan, se visten, calzan, se comunican, cantan, bailan, trabajan la
tierra, cortan y acarrean leña, cosechan y procesan sus productos,
transportan mercancías, comercian, etc., etc.-. Es por todo esto que
yo quiero aprovechar la oportunidad para platicarles sobre tecnología
y sobre un señor: Don Ernst ‘Fritz’ Schumacher (Good Work,
Small Is Beautyful, etc.), un cuáquero economista (pero no
economita) inglés de origen alemán, que como un moderno Casandra
del siglo XX, predijo un mal y muy cercano fin para la sociedad
industrial moderna y hasta singularizó la fecha, el 6 de Octubre de
1973, como el inicio de esta debacle (El 6 de Octubre de 1973 fue la
fecha en que se inició la cuarta guerra Arabe-Israelí y fue también
cuando el Rey Faisal de Arabia Saudita amenazó con una reducción de
entre el 5 y 10% mensual, la extracción de su petróleo).
En esta
carta les comentaba también a los hermanos zapatistas:
Esta
sociedad industrial moderna, decía Schumacher, solo
ha sido posible a partir del petróleo abundante y barato. La
agricultura moderna, basada en la introducción excesiva de energía,
en la mecanización y en los fertilizantes químicos e insecticidas
inorgánicos que envenenan nuestros alimentos; las ciudades monstruos
–megalopolitanas les llamó- de hoy que son en si mismas máquinas
gigantescas que, para respirar adecuadamente, requieren de una
entrada continua de energía, es decir, petróleo; la producción
masiva o ‘para las masas’ (no por las masas como diría Gandhi)
en la que todo está saliendo de una sola línea de producción; los
alienantes modos de producción actuales que afectan no solo los
estándares de vida sino la vida misma de la gente; y la tecnología,
dirigida a que todo sea cada vez más grande, más complejo, más
costoso y más destructor de la naturaleza, son, todos ellos, el
resultado directo de los precios casi de regalo de esos combustibles
fósiles. Entonces, dijo Schumacher, ¡¡Esta
fiesta se acabó!!, pues, a partir de
entonces, se inició, y ya no tiene para cuando parar la carrera al
alza de los precios y el agotamiento del petróleo y con ella el
acercamiento de la debacle de la sociedad industrial moderna.
Pero Schumacher no solo hacía predicciones. Con respecto a la tecnología, decía: “Pocas personas niegan que el cambio tecnológico traiga consigo consecuencias políticas; pero también muy pocas personas parecen darse cuenta que el “sistema” actual, en el sentido más amplio, es el producto de la tecnología y, por tanto, no puede sufrir cambios significativos mientras que la tecnología no sea cambiada. No conozco una mejor manera de cambiar al ‘sistema’ que la de implantar en el mundo un nuevo tipo de tecnología _tecnología por medio de la cual la gente pequeña pueda hacerse productiva y relativamente independiente. Sugiero entonces que aquellos que deseen promover una mejor sociedad, lograr un mejor sistema, no deben confinar sus actividades en intentar cambiar la ‘superestructura’ _leyes, reglas, acuerdos, impuestos, bienestar, seguridad social, salud, educación, etcétera. Los gastos en que se incurren al tratar de “comprar” una nueva sociedad pueden ser equivalentes a tratar de llenar de agua un ‘barril sin fondo’. Si no hay un cambio en la base _es decir, en la tecnología_ es muy poco probable que exista un cambio real en la superestructura.”
Schumacher decía por allá del 72 del siglo pasado: “Bajo la influencia de los combustibles fósiles a precios casi de regalo, la tecnología ha tomado el camino erróneo, yo sugiero, en cuatro direcciones: Primero, existe una tendencia para que todo sea cada vez más grande (esto se llama ‘economía de escala’). La segunda tendencia es que las cosas se están convirtiendo, se están haciendo, cada vez más complejas. El tercer punto está conectado con el primero y el segundo: las cosas se han hecho tan costosas que uno debe ser rico y poderoso para poder hacer algo. El cuarto criterio de este desarrollo tecnológico, yo lo llamaría, una creciente violencia contra la naturaleza.“
Schumacher, por aquellos tiempos, también dijo:
“La
experiencia nos muestra que siempre que podamos lograr la pequeñez,
la simplicidad, lo no costoso, y la no-violencia, o, siquiera solo
alguno de estos objetivos, se crean nuevas posibilidades para la
gente, individual o colectivamente, para la autoayuda, y que los
patrones que resultan de tales tecnologías, son más humanos, más
ecológicos, menos dependientes de los combustibles fósiles, y más
cercanos a las necesidades humanas que los patrones (o estilos de
vida) creados por las tecnologías que buscan el gigantismo, la
complejidad, el capital intensivo, y la violencia.”
“.
. .Empecemos con las necesidades básicas del ser humano. Y aquí no
puedo ver nada que el hombre necesite que no pueda ser producido de
una manera muy simple, muy eficientemente, muy viable a una escala
pequeña con una tecnología radicalmente simplificada, con muy poco
capital inicial, de tal manera que aún la gente pequeña pueda
conseguirla.”
Tomando
como base estas ideas, desde 1962 en la India, Schumacher planteó el
concepto de “tecnología intermedia” (una tecnología que
aprovecha las ventajas de la tecnología antigua, pero adaptando
la tecnología avanzada a los requerimientos de la gente) y en 1965
fundó el Grupo de Desarrollo de Tecnología Intermedia (ITDG por sus
siglas en inglés). A partir de entonces, existe un buen número de
grupos en Inglaterra, en EEUU (El Village Technology Group de la
Universidad del Estado de Colorado), en Kenya, Australia, Nicaragua,
Colombia, Perú (en Perú hay una representación del ITDG),
etcétera. En México también existe un buen número de grupos y
personas que estamos trabajando, un poco desorganizados y un mucho
desconectados, en este concepto de tecnología. Todos estos grupos
estamos desarrollando e intercambiando diseños de herramientas,
artefactos, dispositivos, procedimientos y procesos tecnológicos
pequeños, simples, no costosos y que no son violentos con la
naturaleza (como insiste Schumacher), pero, lo que se considera más
importante, es que se adaptan a las necesidades, habilidades y
capacidades de la gente pobre. Ya existe un muy buen número de
soluciones tecnológicas intermedias o ‘apropiadas’ (como se les
llama ahora) para las actividades diarias que realiza la gente en las
áreas rurales de todo el mundo. En la India han llevado este
concepto hasta el desarrollo de plantas de procesos de la caña de
azúcar, del cemento, los textiles, etcétera a “pequeña escala”,
con alto contenido de mano de obra, es decir, no la ‘producción en
masa’ o ‘para las masas’, sino la ‘producción por las
masas’.
Este
nombre de tecnología ‘apropiada’ se da por dos razones, primero
porque se considera que las soluciones tecnológicas que se ofrecen
son las más adecuadas o más apropiadas para el problema que se
trata de resolver (esta solución generalmente queda como dice
Schumacher en algún punto ‘intermedio’ entre la tecnología más
atrasada y la tecnología más avanzada). La otra razón por la que
se le llama ‘apropiada’ es por la facilidad con que la gente la
puede aplicar y ‘apropiarse’ de ella pues no requiere de
conocimientos técnicos o científicos especiales y podría
desarrollarse en cualquier taller rural y con herramientas mínimas.
En la carta a los zapatistas prosigo:
A propósito de esto último, a esa ‘tecnología apropiada’ que varias veces he mencionado, yo le llamo ‘tecnología zapatista’ o ‘tecnología zapatera’. Primero porque creo que son precisamente ustedes los que podrían adoptarla y aplicarla con facilidad ya que, les aseguro, aportaría grandes beneficios para las comunidades en que ustedes se desarrollan y, con su ejemplo, promover su aplicación en otras comunidades a lo largo y ancho de nuestra República. Esta tecnología permitiría a muchos mexicanos un estilo de vida más humano, más sencillo, más ecológico, menos dependiente de los combustibles fósiles, menos costoso y más cercano a sus necesidades, que los patrones creados por las tecnologías que buscan el gigantismo, la complejidad, el capital intensivo y la violencia contra la naturaleza. La tecnología apropiada, capacitándolos para hacer cosas pequeñas, simples, no costosas, ecológicas, etcétera, les permitiría también reforzar la autonomía tan deseada tanto por ustedes como por todos nosotros.
El
motivo por el cual yo llamo tecnología ‘zapatera’ a la
tecnología apropiada es en honor del mismo Schumacher (que en Alemán
significa, ‘zapatero’), tantas veces citado, y que, entre otras
cosas, dijo: “Con un nombre como el mío,
encuentro fácil comprender que para ser un buen zapatero no es
suficiente saber mucho sobre el oficio de hacer zapatos; uno debe
también conocer bastante sobre los pies de las personas. El zapato
hecho para las personas grandes, no se puede ajustar al pie de las
personas pequeñas. Un pie pequeño necesita un zapato diferente, no
un zapato inferior, sino un zapato del tamaño correcto. La
tecnología moderna, simbólicamente hablando, solo hace zapatos para
pies grandes. Está especialmente engranada para la producción en
masa; es altamente sofisticada y enormemente costosa. Por tanto, no
se ajusta a todos los lugares sino únicamente en o cerca de las
grandes ciudades o de las áreas megalopolitanas.”
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