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lunes, 26 de febrero de 2024

 EL WC O LA MUERTE DE LAS AGUAS

Cuarta Declaración en el proceso Hacia Otra Visión del Agua

de ECOMUNIDADES, Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México

15 de agosto de 2005


EL WC O LA MUERTE DE LAS AGUAS

“En las postrimerías del siglo XVIII, las clases altas inglesas adoptaron el WC (water

closet). Estaba usualmente situado en un cuartito cerrado, conectado por un tubo sin

ventilación a un pozo en el sótano”.... “En 1849 y nuevamente en 1853-54, epidemias de

cólera asiático quitaron la vida a unas 20,000 personas. En medio de la epidemia el

parlamento aprobó una nueva y más estricta ley que hiciera más efectiva la recolección

de los desechos nocturnos que estaban siendo generados por las masas de Londres.

Pero la nueva contaminación del Támesis no tenía como causa principal estos desechos.

Se debía a las clases altas, que habían instalado el WC. Estos artefactos se habían

multiplicado rápidamente en Londres, en parte por el estatus social que conferían a sus

propietarios”…

(“El H 2 O y las aguas del olvido”, Ivan Illich, Ed. Joaquín Moritz, 1993)

El excusado produce un flujo continuo y creciente de excrementos hacia los cuerpos de

agua superficiales, como: ríos, lagos, lagunas, manglares, playas, mares y océanos del

mundo; pero, además, al infiltrarse inevitablemente en los acuíferos subterráneos

contamina pozos y manantiales del agua que antes creíamos pura; también, favorece el

arrastre de toda clase de desechos urbanos e industriales, que mezclados con los

excrementos se convierten en una potente bomba antiecológica: enferman y mueren gran

cantidad de plantas y animales: cada año se eleva muy significativamente el número las

especies desaparecidas debido a los drenajes urbanos en todo el mundo y se multiplica

el riesgo de cada vez más graves catástrofes sanitarias. Así, el uso actual del excusado

ha venido a ser uno de los peores o tal vez el peor enemigo del agua limpia en el mundo;

y de este modo, por la vía líquida, del daño a la salud de las plantas, los animales y sus

ecosistemas, e indirecta, pero también directamente, del deterioro de la salud humana.

Los sistemas ‘sanitarios’ convencionales han fracasado en el mundo entero y no resulta

exagerado afirmar que ponen en peligro el futuro de la humanidad.

El formidable poder de movilidad y dispersión del agua facilita el traslado de microbios y

venenos a remotos suelos y mares, lo que permite ocultar su origen y reducir localmente

sus efectos perversos en el ambiente. El ambiente, como un bumerang, nos devuelve

todo aquello que arrojamos, en la forma que más nos puede dañar: en los alimentos, en el

aire que respiramos, en el agua que bebemos. El moderno excusado inglés es el más

potente instrumento de contaminación del agua en el mundo; sin embargo, en razón de la

estrecha liga del poder con la “modernidad”, de la que éste y sus jerarquías sociales se

benefician, el debate sobre sus perniciosos efectos ecológicos y sobre la salud pública se

mantiene virtualmente cerrado. Nada más alejado de la auténtica ciencia y la razón que

éstos sistemas sanitarios contemporáneos. No es posible avanzar en los asuntos del

agua sin una gran reflexión social en torno a los efectos nocivos del uso actual, tan

extendido del excusado inglés. Los distintos sistemas masivos de tratamiento de las

aguas residuales son un paliativo insuficiente que en modo alguno resuelve los problemas

y, agregando dependencia, los agrava encubriéndolos.


El excusado inglés, el WC, es un artefacto emblemático del arrogante desprecio por el

medio ambiente natural en general y en particular por el agua, que muestra la civilización

occidental, a pesar de la profunda y masiva afectación de muchos ecosistemas que

causa. La costumbre de la defecación sobre el agua limpia rompió con las costumbres

ancestrales del ser humano, se olvidó el principio de “lo de la tierra a la tierra”: hoy se

utiliza el agua para arrastrar lo indeseable –nuestros excrementos- lejos de nuestra vista,

fuera de la casa, fuera del barrio, fuera de la ciudad –como si eso no afectara a otros y no

se nos pudiera revertir-; y con ellos, de hecho esta civilización también convierte a las

ciudades en auténticos excusados de la sociedad industrialista y del consumo. El uso

aberrante de los drenajes, además, al revolver limpia agua de lluvia con las residuales,

inutiliza aquéllas para cualquier otro uso mejor. Este cambio fundamental en las

costumbres, impulsado por las clases altas de todos los países (como en el siglo XIX lo

fue de las inglesas y a principios del XX de las norteamericanas y sus émulos en todo el

mundo), que por motivos clasistas y de segregación, por el sólo prurito del estatus y la

modernidad; y hasta como un instrumento más de dominación, ha tenido consecuencias

desastrosas para todo el planeta. El arrastre de excrementos por medio de agua limpia

adicionalmente induce el arrastre de desperdicios industriales, de contaminantes químicos

y agrícolas y la acumulación de la basura consumista en los drenajes, los cauces de los

ríos, los lagos y presas, las playas, los litorales y finalmente en el mar, que ya no aguanta

más.

LA SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS DEL AGUA EMPIEZA CON LA PROHIBICIÓN DE

LOS DRENAJES PARA LAS AGUAS SUCIAS.


TUBOS Y BOMBAS: ALIADOS DEL PODER Y ENEMIGOS DE UNA

VERDADERA CULTURA DEL AGUA

El desmedido uso contemporáneo del bombeo produce:

 una abundancia de agua donde no debía haberla, consumos de agua que

no se justifican y enormes extracciones de agua que no se deberían

permitir.

 la ruptura de la matriz local del agua: los manantiales, los humedales,

arroyos, cascadas, caídas de agua, cataratas, ríos, lagos y lagunas son

aniquilados o empobrecidos, tanto por los bombeos masivos de agua

limpia, como por los vertidos de agua envenenada.

 la desaparición de los complejos equilibrios locales entre el agua, la

vegetación, los animales y sus ecosistemas, de los que dependemos.

Al abuso actual de los tubos y de las bombas se le puede atribuir una parte

substancial de la pérdida de la biodiversidad y de la mala, inequitativa e injusta

distribución del agua en el mundo.

Por su propia lógica, los sistemas con muchos tubos y grandes bombas inducen la

proliferación de los grandes consumidores del agua, mientras que así,

indirectamente causan que haya muchas personas que tengan que consumir agua

sucia o tengan muy poca agua para apenas mal satisfacer sus necesidades. Los

grandes sistemas de tubos y bombeo son armas de los poderosos, pues facilitan


la manipulación  política y los grandes negocios con el agua: fabrican

artificialmente la escasez de agua al gusto del poder y las grandes empresas que

lucran con ella;  permiten que unos pocos se hagan ricos y poderosos a costa del

agua limpia que quitan a los otros (seres humanos y también a plantas y

animales) y a costa de la biodiversidad que destruyen. Gracias a los enormes

sistemas de tubos y grandes bombeos puede sostenerse una gran dotación de

agua a ciertos sectores industriales -los de mayor crecimiento- y a ciertos sectores

sociales -los de más alto nivel económico.  Con el abuso del bombeo de agua,

cesa la libertad de tomar agua en sus fuentes naturales, junto con la muerte de la

autonomía comunitaria y de regiones que antes la tenían. Con la muerte de la

autonomía de las comunidades y las biorregiones mueren también las culturas de

los pueblos, las naciones y el equilibrio ecológico de la Tierra.

La introducción de tantas tuberías y bombas en comunidades que nunca las han

tenido, tiene el efecto histórico de multiplicar por 15 o 20 veces el uso per cápita

de agua; por esta misma razón los drenajes se han vuelto una real calamidad

“necesaria” en el mundo entero. Esos tubos y bombas son en gran medida

responsables de la muerte de los manantiales, los ríos, lagos, lagunas y mares de

la Tierra; pero, también son responsables de la muerte de la cultura genuina del

agua en el mundo: los consumos individuales de agua en los países poderosos y

en las clases altas de los enclaves opulentos son descomunales y ecocidas. La

cultura del agua acaba con la introducción indiscriminada de las tuberías de

distribución de agua y los sucios drenajes convencionales: con una pretendida

modernización del mundo; con la distorsión de las ideas de higiene, “progreso” o

desarrollo -aún con el mañoso calificativo de “sustentable”.

Generalmente yaciendo bajo tierra u ocultos en el follaje, los sistemas de tubos y

bombas desvían el agua de sus lugares originarios, transforman los estilos de vida

de las comunidades y modifican amañadamente la visión del agua de la sociedad:

son la manifestación concreta de la trivialización de la problemática del agua; de la

ignorancia o la negación y el desprecio por lo sagrado y lo inefable del agua como

un bien universal, vital; representan la condena a muerte de la gratuidad del agua

y del equilibrio ecológico; hacen patente los efectos perversos del poder y el

dinero así como de la enorme fuerza destructiva del Poder, del Mercado y del

Estado omnipotentes ante la sociedad. No podrá recuperarse una genuina cultura

del agua mientras se utilicen abusivamente tantos bombas y tubos para tener un

aberrante y muy injusto acceso ilimitado al agua para unos pocos, mientras se

trastoca su esencia como un bien universal que debe sustentar a todos los seres

vivos.


LA GUERRA POR LAS TARIFAS DEL AGUA

Ante el irrefrenable envenenamiento de casi todos los cuerpos de agua y la

declinante capacidad de extracción de agua pura del subsuelo, los principales

responsables mundiales de esta situación ahora han modificado su discurso y sus


propuestas: quieren convencer al mundo de que la cultura del agua está ligada al

dinero; quieren  convertir al agua limpia en un producto industrial, comercializable

caro y de dudosa calidad; quieren elevar drásticamente las tarifas de agua como

una insidiosa manipulación para lograr la escasez (artificial) del agua, para facilitar

el control empresarial del agua.  Las altas tarifas del agua fortalecen las utilidades

de las empresas privadas dedicadas al embotellamiento de agua, a los servicios

municipales de agua, a los tratamientos de agua, al almacenamiento de agua, a la

extracción de agua y en general en todas aquellas actividades que se apoyan en

los tubos y las bombas para obtener beneficios privados. La voracidad de las

empresas multinacionales anula cualquier ventaja económica resultante de una

mejor eficiencia comparada con la de la administración estatal: el agua que puede

ofrecer el Mercado siempre será demasiado cara, pues ese es el objetivo de lucro

en la privatización. La elevación generalizada de las tarifas es el camino para

convertir al agua en un producto industrial, en una mercancía más, cada día más

cara y controlada a favor de unos pocos.

Las altas tarifas de agua no han reducido un ápice la contaminación de los mares,

los ríos y los lagos ni de los acuíferos subterráneos de la Tierra. Tampoco han

reducido los desmedidos consumos globales de agua, sólo han modificado su

patrón. En cambio, las altas tarifas han creado más miseria, enfermedad y muerte

en muchos países; han creado un enorme malestar social y un rechazo mundial

contra el mercado y la privatización del agua. La elevación inequitativa de las

tarifas de agua recrudece la producción de más agua sucia y la destrucción del

equilibrio ecológico. Esa elevación promueve en realidad las guerras del agua, por

el abuso de los tubos y las bombas.


¿QUIÉNES CONDUCEN ESTA CAMPAÑA MUNDIAL POR LA ELEVACIÓN

RADICAL DE LAS TARIFAS Y POR LA VIRTUAL PRIVATIZACIÓN DEL AGUA?

El Banco Mundial y su Consejo Mundial del Agua, los Foros Mundiales del Agua

(como el de México en 2006, que, contra lo que se ha hecho creer, NO es

auspiciado por la ONU); y en nuestro país, la SEMARNAT (Secretaría del Medio

Ambiente y Recursos Naturales) y la Comisión Nacional del Agua; los empresarios

poderosos, una buena parte de los grupos hegemónicos en los partidos y en la

academia, muchos supuestos expertos e incluso, algunos ambientalistas. En

forma subterránea, por medio del PROMAGUA (impuesto también por el Banco

Mundial) y otros programas, se promueve en México la elevación de las tarifas del

agua y la privatización de todos los servicios municipales de agua, con estos

propósitos se aprobó  la Ley de Aguas Nacionales en el 2004 y ahora se ha

auspiciado el IV Foro Mundial de marzo de 2006.

Los instrumentos del Mercado, como los del Estado, han sido incapaces de

propiciar ni un buen uso ni la solución de los problemas del agua. Debido a la

naturaleza misma del agua, a su vocación por darse fácilmente a todos los seres

vivos, que es lo que confiere fundamento a su inefabilidad sobre la Tierra, el agua


no puede ser controlada duraderamente por el Estado o por el Mercado: lo

sagrado no puede manejarse con tan pobres conceptos.

El acaparamiento del agua por medio de altos precios, innumerables leyes,

concesiones, reglamentos, normatividades; por medio de los trasvases y del

galopante frenesí por embotellarla no puede sino conducir al caos en los asuntos

del agua. El agua no es propiedad de los gobiernos, ni menos de los empresarios,

pues no puede pertenecer a nadie en lo particular. El agua es de todos, no

pertenece a nadie, pero debe poder servir tanto a nuestra vida como a la de las

plantas y los animales. Únicamente por medio de acuerdos locales justos y

democráticos, basados en una Nueva Visión del Agua, puede el agua tener un

buen uso en la Tierra y, sobre todo, servir a la vida toda.

NO AL AUMENTO INEQUITATIVO DE LAS TARIFAS DEL AGUA:

SI A LOS ACUERDOS Y CONSENSOS LOCALES O COMUNITARIOS DEL

AGUA.


México, DF 15 de agosto de 2005


ECOMUNIDADES,

RED ECOLOGISTA AUTÓNOMA DE LA CUENCA DE MÉXICO


Coordinador General: Miguel Valencia Mulkay

Coordinador Administrativo: Adriana Matalonga Rodríguez-Beltrán

Comisión Ejecutiva: Adriana Matalonga, Carlos Pacheco, Ignacio Peón, José

Arias, Mauricio Villegas, Miguel Valencia.


Comisión del Agua:

José Arias, Carlos Pacheco, Dora Romero, Manuel Valencia, María Luisa Arias,

Porfirio Tovar, Víctor Portillo

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