EL WC O LA MUERTE DE LAS AGUAS
Cuarta Declaración en el proceso Hacia Otra Visión del Agua
de ECOMUNIDADES, Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México
15 de agosto de 2005
EL WC O LA MUERTE DE LAS AGUAS
“En las postrimerías del siglo XVIII, las clases altas inglesas adoptaron el WC (water
closet). Estaba usualmente situado en un cuartito cerrado, conectado por un tubo sin
ventilación a un pozo en el sótano”.... “En 1849 y nuevamente en 1853-54, epidemias de
cólera asiático quitaron la vida a unas 20,000 personas. En medio de la epidemia el
parlamento aprobó una nueva y más estricta ley que hiciera más efectiva la recolección
de los desechos nocturnos que estaban siendo generados por las masas de Londres.
Pero la nueva contaminación del Támesis no tenía como causa principal estos desechos.
Se debía a las clases altas, que habían instalado el WC. Estos artefactos se habían
multiplicado rápidamente en Londres, en parte por el estatus social que conferían a sus
propietarios”…
(“El H 2 O y las aguas del olvido”, Ivan Illich, Ed. Joaquín Moritz, 1993)
El excusado produce un flujo continuo y creciente de excrementos hacia los cuerpos de
agua superficiales, como: ríos, lagos, lagunas, manglares, playas, mares y océanos del
mundo; pero, además, al infiltrarse inevitablemente en los acuíferos subterráneos
contamina pozos y manantiales del agua que antes creíamos pura; también, favorece el
arrastre de toda clase de desechos urbanos e industriales, que mezclados con los
excrementos se convierten en una potente bomba antiecológica: enferman y mueren gran
cantidad de plantas y animales: cada año se eleva muy significativamente el número las
especies desaparecidas debido a los drenajes urbanos en todo el mundo y se multiplica
el riesgo de cada vez más graves catástrofes sanitarias. Así, el uso actual del excusado
ha venido a ser uno de los peores o tal vez el peor enemigo del agua limpia en el mundo;
y de este modo, por la vía líquida, del daño a la salud de las plantas, los animales y sus
ecosistemas, e indirecta, pero también directamente, del deterioro de la salud humana.
Los sistemas ‘sanitarios’ convencionales han fracasado en el mundo entero y no resulta
exagerado afirmar que ponen en peligro el futuro de la humanidad.
El formidable poder de movilidad y dispersión del agua facilita el traslado de microbios y
venenos a remotos suelos y mares, lo que permite ocultar su origen y reducir localmente
sus efectos perversos en el ambiente. El ambiente, como un bumerang, nos devuelve
todo aquello que arrojamos, en la forma que más nos puede dañar: en los alimentos, en el
aire que respiramos, en el agua que bebemos. El moderno excusado inglés es el más
potente instrumento de contaminación del agua en el mundo; sin embargo, en razón de la
estrecha liga del poder con la “modernidad”, de la que éste y sus jerarquías sociales se
benefician, el debate sobre sus perniciosos efectos ecológicos y sobre la salud pública se
mantiene virtualmente cerrado. Nada más alejado de la auténtica ciencia y la razón que
éstos sistemas sanitarios contemporáneos. No es posible avanzar en los asuntos del
agua sin una gran reflexión social en torno a los efectos nocivos del uso actual, tan
extendido del excusado inglés. Los distintos sistemas masivos de tratamiento de las
aguas residuales son un paliativo insuficiente que en modo alguno resuelve los problemas
y, agregando dependencia, los agrava encubriéndolos.
El excusado inglés, el WC, es un artefacto emblemático del arrogante desprecio por el
medio ambiente natural en general y en particular por el agua, que muestra la civilización
occidental, a pesar de la profunda y masiva afectación de muchos ecosistemas que
causa. La costumbre de la defecación sobre el agua limpia rompió con las costumbres
ancestrales del ser humano, se olvidó el principio de “lo de la tierra a la tierra”: hoy se
utiliza el agua para arrastrar lo indeseable –nuestros excrementos- lejos de nuestra vista,
fuera de la casa, fuera del barrio, fuera de la ciudad –como si eso no afectara a otros y no
se nos pudiera revertir-; y con ellos, de hecho esta civilización también convierte a las
ciudades en auténticos excusados de la sociedad industrialista y del consumo. El uso
aberrante de los drenajes, además, al revolver limpia agua de lluvia con las residuales,
inutiliza aquéllas para cualquier otro uso mejor. Este cambio fundamental en las
costumbres, impulsado por las clases altas de todos los países (como en el siglo XIX lo
fue de las inglesas y a principios del XX de las norteamericanas y sus émulos en todo el
mundo), que por motivos clasistas y de segregación, por el sólo prurito del estatus y la
modernidad; y hasta como un instrumento más de dominación, ha tenido consecuencias
desastrosas para todo el planeta. El arrastre de excrementos por medio de agua limpia
adicionalmente induce el arrastre de desperdicios industriales, de contaminantes químicos
y agrícolas y la acumulación de la basura consumista en los drenajes, los cauces de los
ríos, los lagos y presas, las playas, los litorales y finalmente en el mar, que ya no aguanta
más.
LA SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS DEL AGUA EMPIEZA CON LA PROHIBICIÓN DE
LOS DRENAJES PARA LAS AGUAS SUCIAS.
TUBOS Y BOMBAS: ALIADOS DEL PODER Y ENEMIGOS DE UNA
VERDADERA CULTURA DEL AGUA
El desmedido uso contemporáneo del bombeo produce:
una abundancia de agua donde no debía haberla, consumos de agua que
no se justifican y enormes extracciones de agua que no se deberían
permitir.
la ruptura de la matriz local del agua: los manantiales, los humedales,
arroyos, cascadas, caídas de agua, cataratas, ríos, lagos y lagunas son
aniquilados o empobrecidos, tanto por los bombeos masivos de agua
limpia, como por los vertidos de agua envenenada.
la desaparición de los complejos equilibrios locales entre el agua, la
vegetación, los animales y sus ecosistemas, de los que dependemos.
Al abuso actual de los tubos y de las bombas se le puede atribuir una parte
substancial de la pérdida de la biodiversidad y de la mala, inequitativa e injusta
distribución del agua en el mundo.
Por su propia lógica, los sistemas con muchos tubos y grandes bombas inducen la
proliferación de los grandes consumidores del agua, mientras que así,
indirectamente causan que haya muchas personas que tengan que consumir agua
sucia o tengan muy poca agua para apenas mal satisfacer sus necesidades. Los
grandes sistemas de tubos y bombeo son armas de los poderosos, pues facilitan
la manipulación política y los grandes negocios con el agua: fabrican
artificialmente la escasez de agua al gusto del poder y las grandes empresas que
lucran con ella; permiten que unos pocos se hagan ricos y poderosos a costa del
agua limpia que quitan a los otros (seres humanos y también a plantas y
animales) y a costa de la biodiversidad que destruyen. Gracias a los enormes
sistemas de tubos y grandes bombeos puede sostenerse una gran dotación de
agua a ciertos sectores industriales -los de mayor crecimiento- y a ciertos sectores
sociales -los de más alto nivel económico. Con el abuso del bombeo de agua,
cesa la libertad de tomar agua en sus fuentes naturales, junto con la muerte de la
autonomía comunitaria y de regiones que antes la tenían. Con la muerte de la
autonomía de las comunidades y las biorregiones mueren también las culturas de
los pueblos, las naciones y el equilibrio ecológico de la Tierra.
La introducción de tantas tuberías y bombas en comunidades que nunca las han
tenido, tiene el efecto histórico de multiplicar por 15 o 20 veces el uso per cápita
de agua; por esta misma razón los drenajes se han vuelto una real calamidad
“necesaria” en el mundo entero. Esos tubos y bombas son en gran medida
responsables de la muerte de los manantiales, los ríos, lagos, lagunas y mares de
la Tierra; pero, también son responsables de la muerte de la cultura genuina del
agua en el mundo: los consumos individuales de agua en los países poderosos y
en las clases altas de los enclaves opulentos son descomunales y ecocidas. La
cultura del agua acaba con la introducción indiscriminada de las tuberías de
distribución de agua y los sucios drenajes convencionales: con una pretendida
modernización del mundo; con la distorsión de las ideas de higiene, “progreso” o
desarrollo -aún con el mañoso calificativo de “sustentable”.
Generalmente yaciendo bajo tierra u ocultos en el follaje, los sistemas de tubos y
bombas desvían el agua de sus lugares originarios, transforman los estilos de vida
de las comunidades y modifican amañadamente la visión del agua de la sociedad:
son la manifestación concreta de la trivialización de la problemática del agua; de la
ignorancia o la negación y el desprecio por lo sagrado y lo inefable del agua como
un bien universal, vital; representan la condena a muerte de la gratuidad del agua
y del equilibrio ecológico; hacen patente los efectos perversos del poder y el
dinero así como de la enorme fuerza destructiva del Poder, del Mercado y del
Estado omnipotentes ante la sociedad. No podrá recuperarse una genuina cultura
del agua mientras se utilicen abusivamente tantos bombas y tubos para tener un
aberrante y muy injusto acceso ilimitado al agua para unos pocos, mientras se
trastoca su esencia como un bien universal que debe sustentar a todos los seres
vivos.
LA GUERRA POR LAS TARIFAS DEL AGUA
Ante el irrefrenable envenenamiento de casi todos los cuerpos de agua y la
declinante capacidad de extracción de agua pura del subsuelo, los principales
responsables mundiales de esta situación ahora han modificado su discurso y sus
propuestas: quieren convencer al mundo de que la cultura del agua está ligada al
dinero; quieren convertir al agua limpia en un producto industrial, comercializable
caro y de dudosa calidad; quieren elevar drásticamente las tarifas de agua como
una insidiosa manipulación para lograr la escasez (artificial) del agua, para facilitar
el control empresarial del agua. Las altas tarifas del agua fortalecen las utilidades
de las empresas privadas dedicadas al embotellamiento de agua, a los servicios
municipales de agua, a los tratamientos de agua, al almacenamiento de agua, a la
extracción de agua y en general en todas aquellas actividades que se apoyan en
los tubos y las bombas para obtener beneficios privados. La voracidad de las
empresas multinacionales anula cualquier ventaja económica resultante de una
mejor eficiencia comparada con la de la administración estatal: el agua que puede
ofrecer el Mercado siempre será demasiado cara, pues ese es el objetivo de lucro
en la privatización. La elevación generalizada de las tarifas es el camino para
convertir al agua en un producto industrial, en una mercancía más, cada día más
cara y controlada a favor de unos pocos.
Las altas tarifas de agua no han reducido un ápice la contaminación de los mares,
los ríos y los lagos ni de los acuíferos subterráneos de la Tierra. Tampoco han
reducido los desmedidos consumos globales de agua, sólo han modificado su
patrón. En cambio, las altas tarifas han creado más miseria, enfermedad y muerte
en muchos países; han creado un enorme malestar social y un rechazo mundial
contra el mercado y la privatización del agua. La elevación inequitativa de las
tarifas de agua recrudece la producción de más agua sucia y la destrucción del
equilibrio ecológico. Esa elevación promueve en realidad las guerras del agua, por
el abuso de los tubos y las bombas.
¿QUIÉNES CONDUCEN ESTA CAMPAÑA MUNDIAL POR LA ELEVACIÓN
RADICAL DE LAS TARIFAS Y POR LA VIRTUAL PRIVATIZACIÓN DEL AGUA?
El Banco Mundial y su Consejo Mundial del Agua, los Foros Mundiales del Agua
(como el de México en 2006, que, contra lo que se ha hecho creer, NO es
auspiciado por la ONU); y en nuestro país, la SEMARNAT (Secretaría del Medio
Ambiente y Recursos Naturales) y la Comisión Nacional del Agua; los empresarios
poderosos, una buena parte de los grupos hegemónicos en los partidos y en la
academia, muchos supuestos expertos e incluso, algunos ambientalistas. En
forma subterránea, por medio del PROMAGUA (impuesto también por el Banco
Mundial) y otros programas, se promueve en México la elevación de las tarifas del
agua y la privatización de todos los servicios municipales de agua, con estos
propósitos se aprobó la Ley de Aguas Nacionales en el 2004 y ahora se ha
auspiciado el IV Foro Mundial de marzo de 2006.
Los instrumentos del Mercado, como los del Estado, han sido incapaces de
propiciar ni un buen uso ni la solución de los problemas del agua. Debido a la
naturaleza misma del agua, a su vocación por darse fácilmente a todos los seres
vivos, que es lo que confiere fundamento a su inefabilidad sobre la Tierra, el agua
no puede ser controlada duraderamente por el Estado o por el Mercado: lo
sagrado no puede manejarse con tan pobres conceptos.
El acaparamiento del agua por medio de altos precios, innumerables leyes,
concesiones, reglamentos, normatividades; por medio de los trasvases y del
galopante frenesí por embotellarla no puede sino conducir al caos en los asuntos
del agua. El agua no es propiedad de los gobiernos, ni menos de los empresarios,
pues no puede pertenecer a nadie en lo particular. El agua es de todos, no
pertenece a nadie, pero debe poder servir tanto a nuestra vida como a la de las
plantas y los animales. Únicamente por medio de acuerdos locales justos y
democráticos, basados en una Nueva Visión del Agua, puede el agua tener un
buen uso en la Tierra y, sobre todo, servir a la vida toda.
NO AL AUMENTO INEQUITATIVO DE LAS TARIFAS DEL AGUA:
SI A LOS ACUERDOS Y CONSENSOS LOCALES O COMUNITARIOS DEL
AGUA.
México, DF 15 de agosto de 2005
ECOMUNIDADES,
RED ECOLOGISTA AUTÓNOMA DE LA CUENCA DE MÉXICO
Coordinador General: Miguel Valencia Mulkay
Coordinador Administrativo: Adriana Matalonga Rodríguez-Beltrán
Comisión Ejecutiva: Adriana Matalonga, Carlos Pacheco, Ignacio Peón, José
Arias, Mauricio Villegas, Miguel Valencia.
Comisión del Agua:
José Arias, Carlos Pacheco, Dora Romero, Manuel Valencia, María Luisa Arias,
Porfirio Tovar, Víctor Portillo
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