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martes, 19 de noviembre de 2024

Aguas del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Primera parte

El descrecimiento en los asuntos de las aguas.

Por Miguel Valencia Mulkay

19 de febrero de 2024

Desde el momento en que las aguas de cualquier río, lago, arroyo, represa, manantial, acuífero- las aguas arquetípicas- entran en un tubo succionadas por una bomba se vuelven otra cosa, cambia su naturaleza: pierden su origen y su función ecológica, y se convierten inmediatamente en un producto industrial, en una mercancía que puede entregarse en un lugar cercano o lejano a cambio de dinero u otros servicios: tienen ya un propietario, público (El Príncipe) o privado (El Inversionista).

 El transporte convierte en mercancía cualquier cosa, incluyendo a los seres humanos. Sin transporte, ningún producto industrial puede existir. El agua transportada por grandes tubos y bombas se convierte de esta manera en el más importante producto industrial del mundo: el Estado y el Mercado pueden de esta forma fabricar necesidades, deseos y temores que subordinan a las sociedades a sus propósitos de dominación.

Sin agua en grandes cantidades, es imposible tener una embotelladora de Coca Cola, una Cervecería Modelo- Heineken, un Grupo Lechero Lala, una Agua Nestlé-Pureza. Sin agua en grandes cantidades resulta imposible el funcionamiento de un campo de golf, o un resort Vidanta o una cadena de supermercados Wal Mart o de restaurantes Sanborns o de un Hotel Holiday Inn o un café Starbucks.

Sin abundante abasto de agua a su disposición, es imposible tener industria embotelladora, lechera, agrícola, alimentaria, química, de la salud, de la educación, del transporte, turística, manufacturera o cualquier otra industria.

Convertidas ya en una mercancía, las aguas capturadas por los tubos y las bombas de agua pueden ser opcionalmente “potabilizadas”, con productos químicos (cloro, flúor y otros); ejemplo: planta de Berros, sistema Cutzamala, o pueden ser mezcladas en grandes tanques con aguas de otros lugares; por ejemplo, con aguas del Río Lerma o de Xochimilco o de pozos profundos, o inclusive con aguas de otros orígenes, como de plantas de tratamiento.

Mas tarde, estas aguas ultra procesadas pueden ser entregadas a una red de abastecimiento de agua de una ciudad o un pueblo o, a un solo gran consumidor de agua, como un aeropuerto, una torre o un gran centro comercial.

Otras aguas extraídas con pozos profundos pueden abastecer una cervecera o un desarrollo turístico o un campo de cultivo de alfalfa, a consecuencia de una concesión del Estado (El Príncipe)

La historicidad de los tubos y las bombas de agua como servicios industriales es tan incontestable como producto industrial es el agua que entregan al final del tubo. Hacen su aparición en la pujante Filadelfia de hace unos 225 años (años 90 del siglo 18), por la labor pionera de Benjamín Latrobe[1].

Los tubos y las bombas de agua y los drenajes nacen a consecuencia de la atmosfera utilitarista, higienista, cientificista de Occidente (mundo anglosajón protestante) que crea la revolución industrial en el mundo de habla inglesa, una revolución conservadora como lo son todas las revoluciones que tienen su origen en las más altas esferas del poder y el dinero; como lo son las revoluciones tecnológicas.

El concepto urbanizador creado por Latrobe- diseñado para abastecer agua en Filadelfia-, no fue bien recibido por sus habitantes: no era una demanda popular; creció muy poco y estuvo a punto de desaparecer, pero, la burguesía empresarial de esa ciudad empezó a darse cuenta del gran potencial de negocios que podía ofrecer este concepto y lo rescata hacia 1838. En las siguientes décadas lo adoptan otras grandes ciudades de Estados Unidos y del mundo.

Los gobernantes de los países que se industrializaban en los últimos siglos (El Príncipe), o los grandes empresarios de sus multinacionales descubrieron rápidamente el gran poder que les daban los tubos y las bombas a quienes logran controlar estas instalaciones hidráulicas.

El Estado vio amenazado su poderío, por el servicio privado de agua entubada- por su carácter inevitablemente monopólico. Desde entonces interviene tanto como puede en su control, por medio de las concesiones de agua y procede a controlar su instalación y distribución. El Estado se declara monopólico de los servicios públicos que, por su naturaleza industrial, se vuelven monopolios radicales.   

Los tubos y las bombas pueden crear abundancia de agua en lugares donde hay mucho dinero (urbanizaciones y barrios de lujo, zonas centrales de las ciudades, campos de golf, cultivos de aguacate, crianza de ganado, industria alimentaria), o pueden crear penurias o escaseces de agua donde hay mucha agua y no mucho dinero (San Gregorio Atlapulco, San Pedro Atlapulco, Cocotitlán, Cuautla, pueblos de Michoacán y el Estado de México, afectados por el sistema Cutzamala). Operan como la moneda que crea artificialmente pobreza y riqueza.

El agua corriente entubada tuvo un origen empresarial. Fue concebida como un servicio privado monopólico al igual que otros servicios, como el eléctrico o el telefónico. No debe sorprendernos que los grandes empresarios hagan permanentemente enormes esfuerzos, por adueñarse de los inventos urbanizadores desarrollados originalmente por empresarios y realizar maniobras internacionales coordinadas (Foro Mundial del Agua- Consejo Mundial del Agua- Consejo Consultivo del Agua), con el propósito de que las constituciones de los países y sus leyes reconozcan estos servicios públicos como naturalmente privados y reduzcan al mínimo la intervención del Estado en su operación.

Las bombas y los tubos pueden hacer que el agua de la cuenca o microcuenca fluya hacia donde está el dinero: hacia las embotelladoras, cerveceras, lecheras y otras grandes industrias, cultivos de aguacate, campos de golf, torres, hoteles y, por otra parte, pueden secar manantiales (San Gregorio Atlapulco), pozos artesianos y por supuesto, los acuíferos de casi cualquier territorio, y pueden hacer inaccesible el agua natural de cualquier pueblo, ejido, barrio o colonia; pueden dejar sin agua, por meses o años, a muchas comunidades urbanas y campesinas.

Además, las bombas y los tubos sirven para quitarle (robarle) el agua a otras cuencas o microcuencas, por medio de trasvases o acueductos, como el del Cutzamala, el Independencia de Hermosillo contra los Yaquis o el de China-Monterrey, El Cuchillo o el de Querétaro II desde el Rio Moctezuma (Panuco). También, sirven para provocar el rápido hundimiento de los suelos de una microcuenca lacustre (Xochimilco) o una cuenca lacustre Valle de México.

Abundancias de agua en lugares que tienen poca agua natural o escaseces de agua en lugares que tienen mucha agua natural, son los milagros que hacen los tubos y las bombas de agua.

Está en la lógica de los tubos que el agua que en ellos se bombea, induzca o provoque al final del tubo crecientes demandas de agua, permanentemente.  A lo largo de los años, al final de los grandes tubos de agua de la cuenca o microcuenca las actividades industriales y de servicios crecen sin parar, al igual que la urbanización concentracionaria que luego induce o provoca la aparición de la monstruosa megalópolis.

Los grandes corporativos del agua embotellada, como Coca Cola, Modelo-Heineken o Nestlé, prefieren las aguas arquetípicas de los manantiales históricos (Santa María, Perrier, Vichy, San Pellegrino, Tehuacán, Peñafiel) y los acuíferos poco explotados (San Cristóbal): habitualmente, estas aguas pueden tener menos contaminación que las aguas superficiales y tienen todavía algunas sales minerales a las que se les atribuyen virtudes terapéuticas. 

Las multinacionales han reconocido siempre la gran importancia del lugar donde se extrae el agua: saben que el sabor natural del agua es muy importante: aporta grandes ganancias. Hasta hace unas 4 décadas, el sabor del agua entubada que se consumía en la ciudad de México era muy reconocido por quienes venían de otros países. La introducción del agua embotellada en México acabó con ella, con el apoyo del gobierno mexicano. 

Por otra parte, los gobiernos se esfuerzan por ocultar o minimizar o reconocer la importancia del lugar donde se extrae el agua: consideran el agua como H2O; es decir: como un agua sin lugar u origen: sin sabor u olor naturales: es un producto industrial uniforme en gran parte del territorio cuyo sabor natural no interesa porque hay que “potabilizarlo”, con productos químicos como el cloro, además, en buena parte este producto industrial será utilizado en excusados o fregaderos o regaderas o lavado de autos y habrá que mezclarlo frecuentemente con aguas de muy diferente origen, inclusive “tratada” del drenaje, para poder dar el servicio.

Hace más de un siglo y medio, cuando empezó la introducción masiva del abastecimiento de agua a las viviendas, por medio de tubos y bombas, en las primeras ciudades que los y las adoptaron aparecieron grandes escurrimientos de aguas servidas en las calles debido al exceso de consumo individual de agua que provocó. Al menos se multiplicó 10 veces el consumo individual del agua.

Hubo que enfrentar estos escurrimientos callejeros construyendo drenajes, como lo había hecho Londres, debido a las predicas de otro gran pionero de lo que se ha llamado “La revolución sanitaria”: el inglés Edwin Chadwick, discípulo del filósofo Jeremías Bentham, el buscador del hedonímetro nacional (Jean Robert[2]), o de búsqueda de “la mayor felicidad para el mayor número[3]

Chadwick (1800- 1890) adopta el concepto de la “circulación” de Harvey, cree que la “Sanidad” consiste en poner agua en tuberías, para la mayor felicidad del mayor numero[4] , Crea y enseña el mito de la economía sanitaria que florece hasta nuestros días. Propone la construcción del drenaje de Londres, separando las aguas servidas de las aguas de lluvia, pero, sus admiradores que lo construyeron, más “prácticos”, no le hicieron caso.

Medio siglo después de que Latrobe introduce el agua entubada en Filadelfia, en 1859 la ciudad de Chicago empieza a diseñar el primer proyecto mayor de drenaje del país que se termina de construir en 1866: cubre solo la octava parte de la ciudad. A pesar de descargar sus aguas a 30 pies bajo el nivel del lago, desde el principio contaminó el agua de este Gran Lago[5].

Desde esa época, las ideas liberales impusieron la libertad de contaminar los ríos, arroyos, canales, lagos, lagunas, manglares y mares, por medio de las descargas de los drenajes creados para dar “sanidad” a las ciudades y “productividad” a la industria. La libertad de acumular dinero sin límites indujo la libertad de contaminar sin límites los Suelos, las Aguas y los Aires.

En cambio, la histórica Libertad del Acceso al Agua en el lugar donde está naturalmente: en el manantial, el arroyo, el río, el lago, el freático o la cascada, para consumo individual o familiar de todo mundo; esta Libertad histórica muere, con la instalación de tubos, bombas, plomería interior y drenajes.

Con grandes prédicas en torno a la higiene (Hygiea), la salud pública y la felicidad de tener en el hogar WC y plomería, Chadwick y sus cientificistas seguidores hace más de siglo y medio introdujeron un nuevo orden público: la economía sanitaria (los drenajes) que eliminaría las miasmas, curaría la ociosidad, abriría nuevas líneas de desarrollo para los hombres grandes y pequeños y crearía la felicidad para todos[6].      

Hacia 1845-1850, las clases altas de Londres empiezan a adoptar un nuevo invento: el Wáter Closet o WC, creado por quién sabe quién, pero atribuido a veces a un empresario: Thomas Crapper. Sin embargo, hacia 1849 se desata en esa ciudad una epidemia de colera asiático que quita la vida a unas 20,000 personas[7] .

Debido a la adopción del Water Closet, la caca aristocrática de Londres había empezado a fluir hacia el río Támesis, oculta en el nuevo drenaje, como lo hará este histórico invento inglés en las décadas siguientes y hasta nuestros días, hacia los arroyos, ríos, lagos, lagunas, manglares y mares del mundo, la mierda de las clases altas y medias de las ciudades que se han modernizado, han progresado y se han desarrollado. 

Jalar la cadena o la palanca del WC se convirtió desde hace más de un siglo en el ritual realizado varias veces al día, por los integrantes de las sociedades higienizadas, sanitarizadas, racionalizadas, modernizadas, industrializadas, que no han querido saber nada de las consecuencias de estos rituales diarios en las siguientes generaciones: quieren olvidar lo que hicieron, por medio de un axioma moderno: el confort.

El agua hace fluir los excrementos hacia muy lejanos lugares; hace un siglo, tardaban muchos años en regresar al lugar donde había salido; ahora, cada año menos años.  

Las ciudades y los pueblos, empezaron a mandar mensajes de mierda a pueblos y ciudades río, barranca o cuenca abajo, como lo han hecho las ciudades junto o cerca del río Misisipi, el Lerma o del río Tula- Moctezuma.          

El WC o excusado inglés, con agua potable, se ha impuesto en el mundo como símbolo del profundo desprecio que tiene la sociedad de crecimiento sin límites por la sacralidad del agua, la diversidad biológica y cultural y la existencia humana: defecar sobre el agua potable, es algo que no hacen los animales.

Iván Illich llama H2O a la materia que crea la sociedad industrial, un agua que gorgotea en las tuberías y que puede venir del sedimento fangoso de un drenaje[8] La percepción social del agua como H2O- agua sin sabor ni olor- nace de un conjunto de conceptos científicos de los siglos 18 y 19 popularizados por científicos[9].  

Los desarrollos científicos y técnicos del siglo 19 empezaron a marginalizar el arte, la filosofía del agua y las tradiciones premodernas. El credo cartesiano del hombre como maestro y dueño de la Naturaleza se volvió el imperativo práctico de la sociedad tecnológica. Se eliminaron los limites históricos frente al agua. En adelante, la factibilidad se convirtió en la única muestra de conocimiento sobre el agua[10]  

Desde hace más de dos siglos, los tubos y las bombas, y medio siglo después, la plomería interior y los drenajes, han fabricado el agua de los ricos y poderosos, por medio de tecnologías desarrolladas por inventores al servicio de los ricos y poderosos y para beneficio y disfrute de los ricos y poderosos. Les han dejado a los pueblos el agua tratada o la residual, o la muy contaminada de los drenajes: mataron la antigua cultura de la conservación del agua.

Aguas del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Primera parte

El descrecimiento en los asuntos de las aguas.

Por Miguel Valencia Mulkay

19 de febrero de 2024

 

 



[1] Water is a commons, HIC, 1994, Jean Robert, p 56

[3] Mismo, p52

[4] Mismo p 52

[5] Mismo p 58

[6] Water is a commons, Jean Robert, HIC, p 53

[7] El H20 o las Aguas del Olvido, Iván Illich, 1993, Joaquín Mortiz, p 109

[8] H2O y las aguas del olvido,

[9] Water is a commons, Jean Robert, HIC, 1994, p 51

[10] Mismo p 68

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