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martes, 19 de noviembre de 2024

 En torno a Los Cronofagos de Jean Robert: comentarios en Queretaro

Presentación en Querétaro de Los Cronófagos de Jean Robert 

25 de octubre de 2024

Miguel Valencia Mulkay

Dos dimensiones determinan la armonía del ser humano con la naturaleza, la comunidad, la sociedad, la familia y consigo mismo: el Tiempo y el Lugar o lo que llaman Espacio. Sin esta armonía no sólo desaparece el Buen Vivir o lo que llaman “calidad de vida”, aparece el desquiciamiento, la enfermedad, la locura y la autoaniquilación.  De la distorsión general que crean los transportes en el medio humano, de esto se ocupa Jean Robert en sus libros sobre el transporte.

En Los Cronófagos, Jean nos advierte que se ocupa de la puesta en movimiento de seres capaces de moverse por sí mismos, no de mover mercancías- aunque no dice que el transporte convierte a estos seres en mercancías- y de qué manera los transportes alteran la movilidad innata de la gente y fabrican industrialmente esta capacidad de caminar. Insiste: Caminar no es un transporte a pie. La bicicleta no es una forma de transporte heterónomo: a diferencia del automóvil, es una actividad autónoma al igual que caminar.

Analiza la sinergia positiva entre la autonomía y la heteronomía y concluye:

·         Todo vehículo estorba la circulación de los otros.

·         El tráfico motorizado vuelve el caminar y el andar en bicicleta difíciles y peligrosos.

·         El modo de circulación dominante paraliza la capacidad de imaginar otras formas de circular en la ciudad, como las que quiere ilustrar.

Afirma que el transporte motorizado dominante busca conjugar dos exigencias contradictorias: Quiere evitar pérdidas de tiempo de los usuarios al mismo tiempo que quiere permitir, como un falso signo de libertad, un gran espectro de velocidades posibles en las vías públicas de la ciudad.  

En los hechos, la sinergia positiva sólo puede lograrse reduciendo drásticamente el espectro de velocidades. El dicho “dime a qué velocidad viajas y te diré quién eres” es la receta para un transporte cada vez más cronófago. Es un espejismo de que la velocidad que es un privilegio de ricos puede ser extendido a los pobres. De esta forma se crea lo que él llama la “velocidad paralizante”, creada por los que van más rápido. Después de una velocidad óptima- unos 15 kph- los que van más rápido frenan a los que van más lentos.

Si bien Jean Robert destaca en Los Cronófagos aquel aspecto que más quieren ocultar los gobiernos, los economistas y los ingenieros de transporte; es decir: el tiempo perdido en el transporte urbano, también nos muestra datos muy valiosos sobre los costos y los beneficios de la velocidad en los pueblos antiguos y en los países desarrollados; los costos monetarios, energéticos, ecológicos, en vidas humanas, para demostrar que producen lo contrario de lo que prometen hacer.  

Jean llama pendularidad a ese fenómeno de las ciudades y megalópolis de los viajes del domicilio de los trabajadores hacia sus centros de trabajo, por las mañanas en los días laborables y los viajes en sentido contrario, por la tarde, hacia sus domicilios.  

En las grandes ciudades, como París, Los Ángeles o la Ciudad de México, la pendularidad supera las 4 horas diarias dedicadas al transporte, por los trabajadores más pobres; es probable que muchas ciudades tengan, como la ciudad de México, cerca de 5 horas.

La pendularidad, según estudios consultados por Jean Robert, hace unos 40 años cada año subía unos minutos y unos kilómetros más en cualquier ciudad, independientemente del crecimiento o decrecimiento de la población; sobre todo por los cambios de modo de transporte. A lo largo de los años va en aumento el tiempo dedicado al transporte, independientemente de la novedad tecnológica que se use.

En la realidad, el transporte sirve para bajar los salarios y reducir los empleos al concentrar sus rutas en las zonas urbanas centrales.  Y sirve para transferir privilegios de los pobres a los ricos.

El tiempo dedicado al transporte los días de trabajo es el peor tiempo posible: no hay descanso, no hay aprendizaje de valor, no hay amenidad, no hay paga. Sin embargo, mata los tiempos para comer bien; mata la relación familiar, los tiempos dedicados al cultivo personal y crea en todos los habitantes de las ciudades un sentimiento de ansia, stress y tensión permanente: mata la alegría, la vitalidad y los potenciales de una sociedad. Es un tiempo embrutecedor que destruye las capacidades humanas. 

  Es la mayor explotación del ser humano bajo el cuento de crear empleos.  El transporte moderniza la desigualdad y no la reduce. No hay lugar a los que quiera llegar el trabajador a los que pueda llegar con sus pies, todo le queda muy lejos; el transporte fabrica distancias a recorrer todos los años.

El transporte crea la cautividad del usuario; es obligatorio usar transporte, casi para ir a cualquier lugar. Los transportes mueven los usos del suelo a lo largo de los años, por lo que acercan puntos, pero alejan todos los lugares a los que queremos ir.

Jean Robert dedica un capítulo a lo que llama “velocidad paralizante”

Nos recuerda que, hasta las guerras napoleónicas, los seres humanos nunca viajaron a una velocidad mayor a la del caballo a galope y también nos recuerda, la fascinación que manifestaron aquellos que empezaron a viajar en los trenes que empezaban a superar la velocidad de 50 kilómetros por hora. La velocidad es una fascinación que subyuga a buena parte de los seres humanos, por lo que los transportes explotan esta debilidad.

Describe la diferencia entre la velocidad técnica de un vehículo la velocidad de circulación, la velocidad puerta a puerta y la velocidad generalizada en la que incluye todos los tiempos que dedicamos al transporte, desde el tiempo para ganar dinero para comprar un transporte y concluye que solo los ricos ganan tiempo con el transporte.

Y dice: Las sociedades industriales consagran entre un cuarto y un tercio de su presupuesto de tiempo social activo a la producción de condiciones de velocidad

Dice: Toda vía rápida es una sutura- corte que une en una dirección y separa otra: aumenta para la mayoría la lentitud. Una vía urbana cuya velocidad media de circulación es superior a 20 kph no solo hace más lentos a los camiones de pasajeros, también a los autos que circulan por las calles más lentas.

Al aumentar la velocidad de los autos aumentan las distancias entre ellos. La mayor capacidad de circulación en una vía se establece a una velocidad cercana a 5 kph. Analiza el congestionamiento: a medida que aumenta, el comportamiento de un automovilista individual empieza a tener una influencia considerable en la eficacia del transporte de los demás. evitar el colapso de la circulación, por medio de rodeos que alargan Describe la manera en la que los ingenieros exportan el congestionamiento, para mucho las distancias a recorrer.

Los autos diseñados para correr a más de 200 kph, en la ciudad viajan a no más de 15 kph en cualquier ciudad moderna. Con base en los estudios de transporte, Jean Robert propone fijar una velocidad máxima obligatoria en las ciudades no mayor a 25 km por hora, para optimizar la eficacia de los transportes. Permitir velocidades mayores solo tiene el efecto de que la mayoría viaje a velocidades promedio inferiores a 15 km por hora, menos que la velocidad promedio de una bicicleta. 

Además, los transportes generan la más extrema segregación, no todos tienen auto. Los transportes producen segregación espacial: todo cada año más lejos. Los transportes funcionan con muy elevadas tasas de accidentalidad: demasiadas personas mueren en espantosos accidentes o quedan minusválidas debido al exceso de velocidad que se permite.

Los transportes demandan una gran cantidad de suelo urbano y hacen crecer la mancha urbana, aunque no crezca la población de la ciudad.

Por otra parte, los transportes son el origen principal de la contaminación del aire, del consumo de gas, petróleo y carbón y por ello las ciudades son las principales generadoras de gases y humos que alteran radicalmente el equilibrio del clima.

El derecho al transporte barato o subsidiado ha matado la libertad de moverse. Solo se camina para llegar al transporte: han sido inhabilitados nuestros pies.  

 

 

Los Cronófagos, 40 años después de su publicación original, según Jean Robert (enero de 2020)

·         Hoy día, las ciudades se han fusionado a un Sistema Global en el que se han fusionado otros servicios, como la Salud o la Educación.

·         Los usuarios de estos sistemas se han vuelto parte del Sistema global; están en las garras del sistema y no saben por qué.

·         El urbanismo actual es producto del sistema de transportes.

·         Cada día, las ciudades se parecen más entre sí y son más uniformes.

·         Desaparecen cada día más las diferencias entre el campo y la ciudad.

·         Los migrantes a las ciudades rápidamente se convierten en “migrantes alternantes o pendulares”

·         Los transportes son hoy día la peor forma de explotación más allá de la plusvalía.

·         El gran obstáculo: el transporte es considerado como un derecho que al mismo tiempo impone la lentitud, la pérdida de tiempo.

·         En la Ciudad de México y otras ciudades, la pendularidad anda por 5 horas diarias, para los trabajadores.

·         A causa de las vías rápidas, se fortalecen los “capitalistas de la velocidad”

·         La velocidad profundiza la discriminación social; la transferencia de privilegios de los pobres a los ricos.

·         De acuerdo con los estudios del transporte -Ruben Smeed- la velocidad media en la urbanización moderna no puede rebasar una velocidad promedio de 16 kph, sin condenar a la mayoría a una velocidad inferior a la media.

·         Siguen pareciéndose mucho las velocidades promedio máximas de las grandes ciudades, como Nueva York, París, Londres Ciudad de México y otras: unos 15 kph

·         Sin tope o límite superior de velocidad, la ciudad sistémica creada por el transporte se aleja de la cultura que contiene y detiene y queda sometida totalmente a las reglas de la economía que fabrica riqueza y pobreza extrema; velocidad a costa de la lentitud de las mayorías.

·         La búsqueda de vías rápidas de los automovilistas reduce la capacidad de cada km recorrido por las vueltas inútiles.

·         El propósito de Los Cronófagos: buscar una forma urbana convivencial; es decir no destructiva de la Naturaleza, el Medio Ambiente y el Buen Vivir.

·         Por ello se propone que todos los transportes circulen a una velocidad máxima no mayor a 25 kph (Illich) o 16 kph (Robert)

·         Salir de la fascinación de la velocidad.

 

 

Comentario postmortem del matemático francés, Jean Pierre Dupuy, coautor del primer libro de Jean Robert, sobre el transporte: La Traición de la Opulencia: el dislocamiento del tiempo y el espacio de 1975

 

·         De la muy original crítica de Iván Illich al modo de producción industrial, se desprende que en su núcleo se encuentra la lógica del desvío de la producción: el ser humano se caracteriza por su capacidad de dar rodeos para conseguir mejor sus fines.

·         Racionalidad instrumental, justificación del mal, lógica económica están estrechamente relacionadas y constituyen la matriz de la Razón moderna. El sacrificio es un “costo de producción”; es el desvío indispensable para obtener el máximo bien neto.

·         Especialmente sobre la contraproductividad de los transportes, en el libro Energía y Equidad de Iván Illich (1975),

·         Después de 3 años de investigaciones y trabajo conjunto, Jean Pierre Dupuy y Jean Robert publican en 1975, en París, el libro La Traición de la Opulencia en la que defienden la tesis siguiente: La lógica del desvío constituye, en efecto, un elemento clave de la modernidad y es el corazón de la racionalidad económica.

·         Tanto Iván Illich como Jean Robert en nombre de la racionalidad instrumental nos hacen ver lo absurdo del sistema de transporte motorizado. ¿quieren ir lo más rápido posible para llegar a los destinos deseados? Si este es su objetivo se equivocarán si confían en los medios industriales de transportes.  

·         Jean Robert nos lleva a considerar, con gran agudeza, la contraproductividad social y estructural de los transportes industriales.

·         Los transportes están para servir de remedio al mal que contribuyen a crear.

·         Nos pasamos el tiempo en el campo, las oficinas y las fábricas para pagar los medios para desplazarnos. Si en el cálculo del tiempo dedicado al transporte incluimos este tiempo de trabajo, el rendimiento del transporte motorizado se vuelve irrisorio, a veces inferior a lo que podríamos conseguir en una bicicleta o incluso a pie.

·         Pero, el trabajo, a diferencia del transporte no es solo un medio: en el capitalismo es también un fin en sí mismo. Las producciones que se consideran superfluas o incluso perjudiciales se legitiman por el trabajo, por el empleo que proporcionan a la población.

·         El auto privado, campeón de la mentira y la ceguera, consigue dar una imagen de sí mismo que es en todo contraria a la realidad: la imagen de movilidad, autonomía, e independencia; pero la realidad es congestión y dependencia radical de la servidumbre de la carretera y del comportamiento de los demás.

·         La destrucción del espacio-tiempo humano- algo tan calamitoso como el colapso climático o el colapso ecológico global-fue percibido por Jean Robert muy anticipadamente: percibió la destrucción de ese marco de nuestras vidas.       

 

Opinión de Miguel Valencia

Ha sido una tradición gubernamental, economista y hasta académica, magnificar los beneficios e ignorar los daños y perjuicios del transporte en general y en particular, del transporte urbano, como: el Metro, el Metrobús, los trenes suburbanos e interurbanos, las vías rápidas o Freeways, los segundos pisos, los distribuidores viales, los circuitos viales, los pasos a desnivel, los deprimidos, líneas de microbuses o autobuses urbanos.

Nos han hecho creer que cualquier inversión en el transporte urbano es un gran beneficio para los habitantes de las ciudades y que son menores y corregibles sus impactos socioambientales.

Esta mentira lisa y llana- este gran embuste-, ha sido protegido por medio de cinco políticas públicas:

1.      Desalentar cualquier investigación que busque demostrar que, después de cierto umbral de su utilización, el transporte motorizado empieza a producir mucho más daño que beneficio.

2.      Ignorar cualquier investigación que demuestre que, después de cierto umbral de su utilización, el transporte motorizado empieza a producir mucho más daño que beneficio, como es el caso de la investigación realizada hace unos 50 años, por el arquitecto Jean Robert, junto con el matemático Jean Pierre Dupuy (La Traición de la Opulencia, Paris, 1975) y hace unos 45 años, por el arquitecto Jean Robert (Los Cronófagos, París, 1980)

3.      Ocultar la verdadera cifra del tiempo diario promedio que dedican los trabajadores al transporte en la Ciudad, en días laborables de puerta a puerta, aquello que Jean Robert llama Pendularidad; es decir: ese nefasto tiempo perdido que, en las grandes ciudades, como la Ciudad de México, puede promediar hasta 5 horas diarias o la tercera parte del tiempo social productivo:

4.      Mantener muy lejos de la opinión pública la labor de los responsables del diseño del transporte urbano: los matemáticos que se ocupan de realizar la ingeniería del transporte.

5.      Ocultar el hecho de que los transportes motorizados acercan puntos a los que podemos llegar al mismo tiempo que alejan todos los destinos a los que queremos llegar.

 

Jean Robert apoyó las luchas que sostuvimos en la ciudad de México contra diversos megaproyectos de transporte, tales como El Tren Magnético o Tren Elevado Bellas Artes- Santa Mónica, impulsado por Salinas de Gortari en 1992. La Línea B del Metro de Buenavista a Ciudad Azteca 1995; la carretera la Venta- Colegio Militar 1996; el Segundo Piso en Viaducto y Periférico 2001-2003, la Línea 12 del Metro a Tláhuac 2009-2011.

 

Además, Jean Robert nos apoyó en las reuniones y seminarios que entre 2002 y 2004, condujeron en 2013 a la eliminación de la vieja Ley de Transporte y Vialidad del Distrito Federal y la creación de la Ley de Movilidad del DF y posteriormente a las leyes estatales y federales de Movilidad que hoy existen en México.

 

Mucho le debemos al gran maestro y amigo Jean Robert.  


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