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viernes, 20 de enero de 2023

 

La vida simple, la frugalidad y el descrecimiento

Por Miguel Valencia

31 de diciembre de 2015

Médico, escritor, editor y político, Serge Mongeau, es el más destacado defensor de la vida simple de Canadá y desde luego, un pilar del movimiento degrowth o descrecimiento de ese país; un personaje extraordinario que me hizo el gran honor de invitarme a comer en su casa de Montreal en una ocasión durante la 1a. Conferencia de Degrowth de Las Américas de 2012. En 1985 lanza el término simplicidad voluntaria [1] que significaría modificar nuestro modo de vida por otro menos estresante. En Estados Unidos y Canadá existe desde hace algunos años un movimiento para reducir el consumo o downshifting. Se trata de trabajar, de producir, de gastar y de consumir menos como reacción al ultra consumismo-productivismo que nos imponen las empresas, los gobiernos y una gran parte de las escuelas y universidades.  Latouche advierte que esta palabra [2] se utiliza por primera vez en 1986 en un artículo publicado en el Arkansas Democratic Gazette sobre la experiencia de un hombre que decidió reducir a la mitad su tiempo de trabajo al renunciar a una posición importante en una empresa. Advierte que al menos la cuarta parte de los australianos entre los 35 y 39 años lo hacen, el 2 % de los estadunidenses hacia 1995 y estima que al menos hay 12 millones de personas “descrecentistas” en Europa.   

Una vieja tradición filosófica preconiza alguna forma de autolimitación de necesidades para encontrar la felicidad. De acuerdo con Epicuro “el hombre que no está contento con poco no está contento con nada”. Según Hans Jonas, la búsqueda infinita termina en el “fracaso infinito”. Lucrecio dice “Si tu deseas siempre lo que no tienes, desprecias lo que tienes, entonces tu vida fluye sin plenitud y sin encanto; y de repente la muerte se te presenta antes de que tú puedas sentirte listo para partir, contento y saciado”. La versión americana de la simplicidad voluntaria encuentra una parte importante de su inspiración en la filosofía de Henry David Thoreau; su libro Walden o la Vida en Los Bosques es un clásico entre los ecologistas de ese país; nos dice que traemos atados a nuestro cinturón los objetos que nos pertenecen. La tradición europea puede reivindicarse de Tolstoi, de Gandhi y de sus discípulos, como Lanza del Vasto, fundador de las comunidades del Arca.

En La Convivencialidad, Iván Illich celebra “la sobria ebriedad de la vida”; para él, la limitación necesaria de nuestros consumos y de la producción, el freno a la explotación de la naturaleza y del trabajo por el capital no significan un regreso a una vida de privación y de trabajo, sino al contrario- si se es capaz de renunciar al confort material- una liberación de la creatividad, un renacimiento de la convivialidad y la posibilidad de llevar una vida digna. Illich denuncia la “condición humana” actual en la que todas las tecnologías se vuelven tan invasivas que ya no se puede virtualmente encontrar la alegría sin en el tecno ayuno.  La búsqueda de la vida sobria, frugal, no significa autoflagelación masoquista, significa vivir de otra forma en armonía con sus propias convicciones y la búsqueda de valores verdaderamente satisfactorios.

[1] Serge Mongeau La Simplicité volontaire , plus que jamais… (La Simplicidad voluntaria, hoy más que nunca) Ecosocieté, Montreal, 1998 

[2] Serge Latouche, La Pari de la decroissance, Fayard 2006.  p.101

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