La vida
simple, la frugalidad y el descrecimiento
Por Miguel
Valencia
31 de
diciembre de 2015
Médico,
escritor, editor y político, Serge Mongeau, es el más destacado defensor de
la vida simple de Canadá y desde luego, un pilar del
movimiento degrowth o descrecimiento de ese país; un personaje extraordinario
que me hizo el gran honor de invitarme a comer en su casa
de Montreal en una ocasión durante la 1a. Conferencia de
Degrowth de Las Américas de 2012. En 1985 lanza el término simplicidad
voluntaria [1] que significaría modificar nuestro modo
de vida por otro menos estresante. En Estados Unidos y Canadá existe desde hace
algunos años un movimiento para reducir el consumo o downshifting. Se
trata de trabajar, de producir, de gastar y de consumir menos como reacción al
ultra consumismo-productivismo que nos imponen las empresas, los gobiernos y
una gran parte de las escuelas y universidades. Latouche advierte
que esta palabra [2] se utiliza por primera vez en 1986 en un
artículo publicado en el Arkansas Democratic Gazette sobre la
experiencia de un hombre que decidió reducir a la mitad su tiempo de trabajo al
renunciar a una posición importante en una empresa. Advierte que al menos la
cuarta parte de los australianos entre los 35 y 39 años lo hacen, el 2 % de los
estadunidenses hacia 1995 y estima que al menos hay 12 millones de personas “descrecentistas”
en Europa.
Una vieja
tradición filosófica preconiza alguna forma de autolimitación de necesidades
para encontrar la felicidad. De acuerdo con Epicuro “el hombre que no está
contento con poco no está contento con nada”. Según Hans Jonas, la búsqueda
infinita termina en el “fracaso infinito”. Lucrecio dice “Si tu deseas siempre
lo que no tienes, desprecias lo que tienes, entonces tu vida fluye sin plenitud
y sin encanto; y de repente la muerte se te presenta antes de que tú puedas
sentirte listo para partir, contento y saciado”. La versión americana de
la simplicidad voluntaria encuentra una parte importante de su
inspiración en la filosofía de Henry David Thoreau; su libro Walden o la Vida
en Los Bosques es un clásico entre los ecologistas de ese país; nos dice que
traemos atados a nuestro cinturón los objetos que nos pertenecen. La tradición
europea puede reivindicarse de Tolstoi, de Gandhi y de sus discípulos, como
Lanza del Vasto, fundador de las comunidades del Arca.
En La
Convivencialidad, Iván Illich celebra “la sobria ebriedad de la vida”;
para él, la limitación necesaria de nuestros consumos y de la producción, el
freno a la explotación de la naturaleza y del trabajo por el capital no
significan un regreso a una vida de privación y de trabajo, sino al contrario-
si se es capaz de renunciar al confort material- una liberación de la
creatividad, un renacimiento de la convivialidad y la posibilidad de llevar una
vida digna. Illich denuncia la “condición humana” actual en la que todas las
tecnologías se vuelven tan invasivas que ya no se puede virtualmente encontrar
la alegría sin en el tecno ayuno. La búsqueda de la vida
sobria, frugal, no significa autoflagelación masoquista, significa vivir de
otra forma en armonía con sus propias convicciones y la búsqueda de valores
verdaderamente satisfactorios.
[1] Serge Mongeau La
Simplicité volontaire , plus que jamais… (La
Simplicidad voluntaria, hoy más que nunca) Ecosocieté, Montreal, 1998
[2] Serge Latouche, La Pari de la decroissance,
Fayard 2006. p.101
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