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martes, 28 de diciembre de 2021

 

Absurdo, exigir la eliminación de los topes en la Ciudad de México

Miguel Valencia Mulkay            

8 de mayo de 2016

Diputados perredistas, académicos de la UNAM y otras universidades, supuestos expertos en movilidad, exigen ruidosamente que se retiren los topes existentes en la Ciudad de México, con fundamento en “estudios científicos” que advierten del aumento en la contaminación del aire generada por los topes.

No se necesitan estudios científicos para saber que frenar un auto genera una significativa contaminación del aire- la produce cada minuto cualquier semáforo en su operación o cualquier congestionamiento ocasionado por el exceso de autos en circulación-, pero se necesita desvergüenza, mentalidad de adicto al automóvil, para ignorar lo que hay detrás de la colocación de un tope en México: muertos, discapacitados, heridos, principalmente niños y ancianos, y grandes daños materiales, producidos regularmente cada mes, bimestre o trimestre, por accidentes de tránsito en ciertos lugares de la vía pública particularmente peligrosos para cualquier peatón o vehículo,

Las autoridades hacen todo lo posible por no registrar o tomar en cuenta la frecuencia de estos incidentes; uno puede observar la repetición de estos accidentes por años y no ver nunca aplicadas las más elementales soluciones para prevenirlos: desde hace más de 30 años vuelcan tráileres regularmente en la curva del circuito interior junto al monumento a la Raza, ocasionando grandes daños y enormes congestionamientos.  

La colocación de un tope en la Ciudad de México requiere un esfuerzo extraordinario a cualquier ciudadano o grupos de ciudadanos que lo soliciten: los técnicos del tránsito o la movilidad en las delegacionales y en la secretaría de Movilidad tienen la consigna, desde hace muchos años, de negar casi todas las peticiones ciudadanas de este tipo.  

Deben producirse muertos exquisitos para lograr la colocación de un tope en la Ciudad de México. Sin embargo, estos técnicos maravillosos muy frecuentemente colocan en verde, por más de 15 minutos, los semáforos de Insurgentes, entre Álvaro Obregón y el Viaducto, para aligerar la circulación de autos e imponer así enormes riesgos a los peatones que intentan cruzar esta avenida.

La torpeza de muchos choferes de auto o del transporte colectivo o de carga está firmemente respaldada por las leyes, los códigos penales, los jueces, la procuración de justicia, las policías de tránsito y los partidos. Hay una gran impunidad frente a la imprudencia de choferes que ocasionan muertes, discapacidades, heridos y grandes daños materiales.

 A esta calamidad se añade ahora  la defensa oportunista de la velocidad excesiva de los vehículos, del rechazo al control reglamentario de la velocidad del transporte, con el pretexto de la contaminación del aire, de diputados perredistas, académicos de la UNAM y otras universidades que ignoran que los topes forman parte de las técnicas utilizadas en los países más avanzados en los asuntos de la movilidad, como Dinamarca, Holanda y el Reino Unido, para la amortiguación de los daños sociales, ambientales y económicos que conlleva la movilidad motorizada.

Los manuales europeos explican cómo se debe diseñar un tope o lomo, de acuerdo a cada situación específica.  La barbarie en la vía pública es impulsada también por diputados y académicos.   

Absurdo, exigir la eliminación de los topes en la Ciudad de México

 

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