POR QUE NO SE
DEBE CONSTRUIR EL TREN MAYA
16 de diciembre
de 2019
Miguel Valencia
Mulkay
Ciertamente,
López Obrador tiene razones personales para construir el Tren Maya: quiere
industrializar el Sureste, para que los estados de Yucatán, Quintana Roo,
Campeche, Tabasco y Chiapas tengan una mucho mayor productividad,
competitividad y un mucho mayor Producto Interno Bruto y los inversionistas
extranjeros y nacionales, muy especialmente los que se dedican al turismo o al
cultivo de transgénicos (OGM), lo traten como uno de los suyos mientras está en
el gobierno. Quiere evitar que lo traten como a Maduro o el presidente de Cuba.
Quiere seguir gozando de la simpatía aparente de Trump, el gobierno de EU y las
calificadoras financieras.
Desde que fue
lanzado este proyecto, el valor de los terrenos en la cercanía de la ruta ha
ido en aumento y seguirá en aumento, en la medida que haya más inversiones en
este megaproyecto y en sus cercanías, creando simultáneamente un continuo
abandono de cultivos y viviendas tradicionales y pavimentación del territorio,
y una incesante tala de bosque antiguo y matanza de animales silvestres.
Este constante aumento en el valor de los terrenos será mucho mayor cuando
inicie operaciones este tren de alta velocidad y aun mucho mayor cuando inicien
las grandes inversiones privadas en cada una de las estaciones. Este proceso
económico es inevitable en cualquier país, no hay manera eficaz de mitigarlo,
pero, es mucho más intensa la devastación en países altamente dependientes de
la inversión extranjera y muy lastrados por el crimen organizado, como lo es
México.
En los países
del Sur Global, como México, el aumento en la productividad, la competitividad
y el aumento del PIB traen consigo una nueva forma de miseria y esclavitud,
como lo es la contaminación y las enfermedades asociadas a ella, el saqueo de
las riquezas naturales, los desastres “naturales” creados por la
industrialización y la urbanización, la inseguridad, el tiempo perdido
diariamente en el transporte, los feminicidios, la violencia intrafamiliar,
escolar, laboral y urbana, el desempleo, el empleo precario, la
toxicomanía, el narcotráfico y desde luego, la eliminación de la autonomía y la
soberanía y muchas cosas más. El crecimiento de la economía se consigue ahora
por medio de la ruina ecológica, cultural, económica y política.
Sin lugar a
dudas, el Tren Maya puede industrializar y darle mayor productividad,
competitividad y PIB a la economía del Sureste y aplacar por unos meses un poco
la furia de los inversionistas nacionales y extranjeros, sin embargo, en la
medida en que resulte exitoso en los próximos años será mayor el desastre
ecológico, ambiental y cultural y mayor el daño al futuro de los pueblos,
ejidos, barrios y colonias de esos estados. Los pueblos originarios y los viejos
residentes en esas comunidades territoriales en su mayoría serán arrinconados o
expulsados del territorio por el alto valor de los terrenos, las viviendas y
las rentas(gentrificación) y demás condiciones económicas que impondrán las
nuevas inversiones; en cambio, una gran migración de países centroamericanos
llegará a las nuevas urbanizaciones que provocará la construcción de este tren
maya.
La matanza de
animales silvestres en algunos años provocará a su vez la desaparición de las
especies endémicas que han hecho famoso al Sureste. El turismo nacional e
internacional en aumento provocará un fuerte crecimiento de las contaminaciones
y del crimen organizado. El empleo que pueden ofrecer estos megaproyectos es el
peor tipo de empleo: el empleo caníbal, el empleo precario y el empleo
temporal. Carece de sentido sacrificar riquezas que no tienen precio,
para que algunas minorías muy pequeñas de indígenas, campesinos, pequeños y
medianos empresarios tengan beneficios muy pasajeros y para que muchos inversionistas,
principalmente extranjeros, tengan grandes ganancias.
López Obrador
sabe que este proyecto es rechazado por cualquier persona informada y sensible
a la ecología y las culturas, ya sea indígena, campesino, trabajador,
profesionista, profesor o investigador científico; en el mismo periódico que lo
apoya, La Jornada, diversos editorialistas lo han condenado, por ello ha tenido
que recurrir a una falsa consulta, carente de información relevante, plagada de
propaganda, apoyada por las viejas huestes indígenas, campesinas y urbanas del
PRI, contraria a lo que exige la decencia y la OIT para consultas, para tratar
de legitimar lo que no se puede legitimar.
La ruina
ecológica y cultural que en pocos lustros produciría este Tren Maya hace
condenable su ejecución. Una gran calamidad amenaza al Sureste mexicano.
NO AL TREN MAYA
Miguel
Valencia
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