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martes, 28 de diciembre de 2021

 

La economía y la pandemia SARScoV2.

¡Descrecimiento o colapso!

Por Miguel Valencia Mulkay

Primera Parte

Presentación en la reunión en línea del 4 de julio: Diálogos quincenales sobre la pandemia SARScoV2

La economía es una de las diversas guerras globales que no quieren decir su nombre, para no revelar sus fines.  

La economía es una guerra de los ricos contra los pobres; de las empresas grandes contra las pequeñas; de los países ricos contra los países pobres y, también, contra la Naturaleza; una guerra  realizada por medio de grandes inversiones en aquella tecnología que crea nuevas formas de producción de armas, venenos, riesgos, peligros, muertes, enfermedades, tensiones, malestares, inconformidades, malvivir, adicciones, toxicomanías, odios, aislamiento, suicidios, violencia intrafamiliar, escolar, laboral, urbana; nuevas formas de producir alimentos, vestimentas, viviendas, comunidades, ciudades, naciones; nuevas formas de trabajar y descansar, de aprender y curarse; de sobrevivir y relacionarse con los demás; de manipular miedos, deseos y necesidades; de dominar y explotar a los demás; nuevas formas de entender la vida, el tiempo y la muerte; nuevas formas de tener más, más grande y más rápido.

Es una guerra en la que hay vencedores y vencidos. Un juego suma cero en el que lo que unos ganan otros lo pierden, pero, al final del juego todos pierden.   

La guerra de los ricos contra los pobres y la Naturaleza, creada por los fundamentos de la economía, también implica una guerra contra la diversidad cultural y biológica que permite sobrevivir al ser humano. La tecnología que impone la economía y la economía que impone la tecnología, exigen una extracción creciente de agua, gas, petróleo, carbón, minerales, tierras raras, maderas, suelos, compuestos bioactivos, así como de una creciente polución de los suelos, las aguas, las atmósferas y el desquiciamiento del clima. Además, la creación de infraestructuras, servicios, sistemas y ambientes tecnológicos que aniquilan técnicas, prácticas, saberes, conocimientos, lenguajes, costumbres, visiones de mundo milenarias o centenarias y que al mismo tiempo desquician el clima, los mares, los ríos, los lagos y aniquilan especies vegetales y animales.  

Esta guerra global logra sus victorias, por medio de la fabricación de la escasez y la abundancia y de la valorización y la desvalorización de los seres humanos mediante la producción industrial de mercancías y la urbanización del territorio, factores que eficazmente destruyen la autonomía de las personas y las comunidades.

Esta producción industrial requiere el arraigo de dos conceptos reduccionistas: la productividad y la competitividad y de una trampa filosófica: las ambiciones infinitas: el esfuerzo incesante de recurrir a lo que sea necesario para hacer crecer la producción de mercancías y servicios en un mundo finito.

La productividad económica se logra mediante la destrucción de la productividad de la Naturaleza y la sociedad.

La competitividad se consigue por medio de la anulación de la cooperación, la solidaridad, la reciprocidad y la complementariedad; por medio de la guerra de todos contra todos.

La producción industrial fabrica mercados, mentalidades y mitos que justifican la formidable destrucción que produce.

El crecimiento económico se consigue gracias a una gigantesca y creciente extracción de los regalos de la Naturaleza y a la destrucción de sus maravillas; mediante una creciente concentración de poder y dinero en manos de los ricos y los países ricos y una creciente caída en la miseria y el desamparo, de los pobres y los países pobres. 

La pandemia del SARScoV2 ha revelado con mayor intensidad el funcionamiento de esta guerra de los ricos contra los pobres y la Naturaleza: se desplomó hasta un 30% el consumo mundial de petróleo; se redujo radicalmente la contaminación del aire en las ciudades chinas y otras del mundo; la aviación comercial se redujo más del 90%; la circulación de autos en las zonas urbanas se redujo al 80%; 40 millones de personas se quedaron sin empleo en Estados Unidos; las “cadenas productivas”  del libre comercio se detuvieron en un 60%; animales de la vida silvestre visitaron algunas zonas urbanas; se redujeron un 20% las emisiones de gases que dañan el clima; se cerraron los templos, los centros comerciales, los estadios, los centros turísticos, los centros de espectáculos, los hoteles, los restaurantes y en gran medida, los mercados, las líneas de Metro y el transporte interurbano.  

Por otra parte, debido al SARScoV2, los estados nacionales recuperaron la fuerza y protagonismo que habían perdido por muchas décadas a causa de las ideas neoliberales: se vieron obligados a retomar responsabilidades en lo que concierne a la salud pública y la miseria, ofrecieron servicios gratuitos y apoyos económicos a los pobres.

En muchos casos, se colocó a la salud pública por encima de la economía y sobre todo, los gobiernos frenaron la economía de sus países, para cumplir con las recomendaciones de los epidemiólogos, algo insólito después de la Segunda Guerra Mundial, confirmando por este hecho que hay reacciones de la Naturaleza, como lo son las enfermedades zoonóticas creadas por la misma actividad económica  cuando invade la vida silvestre, como es el caso del covid19  que pueden derribar la actividad económica por un tiempo indefinido.

La parálisis que ha sufrido la economía mundial en esta pandemia anuncia una situación que podría repetirse en los próximos años, con relación a las crisis o emergencias que podría provocar el colapso climático contenido que nos agobia.

Desde hace años hemos advertido sobre la posibilidad de la aparición de pandemias, sequías, olas de calor, incendios forestales, fallas prolongadas en los servicios municipales de agua, hambrunas, entre otras calamidades debido al colapso climático y la intensa depredación ecológica que realiza el crecimiento económico global.

La parálisis económica que vivimos puede repetirse en los próximos años, por otras causas y puede el próximo año transformarse en una Gran Recesión de varios años.    

La pandemia SARScoV2 ha producido dos poderosas resistencias económicas contra las medidas de salud como el confinamiento y la sana distancia: la resistencia de quienes viven al día y necesitan trabajar, para sobrevivir-el 60% de los mexicanos- y la resistencia de los grandes empresarios que han buscado toda clase de pretextos, para definir sus actividades como esenciales, tales como la agricultura, la ganadería, la minería, el transporte, las cerveceras, las embotelladoras, las empacadoras, entre otras.

Muchas maquiladoras no han suspendido sus actividades y varios grandes empresarios han rechazado abiertamente las medidas de salud. A pesar de las muertes que puede ocasionar en los próximos meses y que ya ha ocasionado en meses pasados, la economía quiere terminar con el confinamiento y demás medidas de salud a la brevedad posible.

Todo indica que en unos meses tendremos que regresar al confinamiento, por una segunda gran ola de contagios debido a la defensa de la economía.       

La guerra de los ricos contra los pobres y la Naturaleza, la guerra económica, adopta ya nuevas formas de violencia y destrucción de la solidaridad, la colaboración, el lazo social y comunitario, así como del respeto a la Naturaleza y protección del medio ambiente.

La economía quiere volver a reinar sobre nuestras vidas tan pronto sea posible. ¡No lo permitamos!

 La economía y la pandemia SARScoV2.

 

     

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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