La economía y la pandemia SARScoV2.
¡Descrecimiento o colapso!
Por Miguel Valencia Mulkay
Primera Parte
Presentación en la reunión en línea del 4 de julio: Diálogos
quincenales sobre la pandemia SARScoV2
La economía es una de las diversas guerras globales que no
quieren decir su nombre, para no revelar sus fines.
La economía es una guerra de los ricos contra los pobres; de
las empresas grandes contra las pequeñas; de los países ricos contra los países
pobres y, también, contra la Naturaleza; una guerra realizada por medio de grandes inversiones en aquella
tecnología que crea nuevas formas de producción de armas, venenos, riesgos,
peligros, muertes, enfermedades, tensiones, malestares, inconformidades,
malvivir, adicciones, toxicomanías, odios, aislamiento, suicidios, violencia
intrafamiliar, escolar, laboral, urbana; nuevas formas de producir alimentos,
vestimentas, viviendas, comunidades, ciudades, naciones; nuevas formas de
trabajar y descansar, de aprender y curarse; de sobrevivir y relacionarse con
los demás; de manipular miedos, deseos y necesidades; de dominar y explotar a
los demás; nuevas formas de entender la vida, el tiempo y la muerte; nuevas formas
de tener más, más grande y más rápido.
Es una guerra en la que hay vencedores y vencidos. Un juego
suma cero en el que lo que unos ganan otros lo pierden, pero, al final del juego
todos pierden.
La guerra de los ricos contra los pobres y la Naturaleza, creada
por los fundamentos de la economía, también implica una guerra contra la
diversidad cultural y biológica que permite sobrevivir al ser humano. La
tecnología que impone la economía y la economía que impone la tecnología, exigen
una extracción creciente de agua, gas, petróleo, carbón, minerales, tierras
raras, maderas, suelos, compuestos bioactivos, así como de una creciente
polución de los suelos, las aguas, las atmósferas y el desquiciamiento del
clima. Además, la creación de infraestructuras, servicios, sistemas y ambientes
tecnológicos que aniquilan técnicas, prácticas, saberes, conocimientos,
lenguajes, costumbres, visiones de mundo milenarias o centenarias y que al
mismo tiempo desquician el clima, los mares, los ríos, los lagos y aniquilan
especies vegetales y animales.
Esta guerra global logra sus victorias, por medio de la
fabricación de la escasez y la abundancia y de la valorización y la
desvalorización de los seres humanos mediante la producción industrial de
mercancías y la urbanización del territorio, factores que eficazmente destruyen
la autonomía de las personas y las comunidades.
Esta producción industrial requiere el arraigo de dos
conceptos reduccionistas: la productividad y la competitividad y de una trampa
filosófica: las ambiciones infinitas: el esfuerzo incesante de recurrir a lo
que sea necesario para hacer crecer la producción de mercancías y servicios en
un mundo finito.
La productividad económica se logra mediante la destrucción
de la productividad de la Naturaleza y la sociedad.
La competitividad se consigue por medio de la anulación de la
cooperación, la solidaridad, la reciprocidad y la complementariedad; por medio
de la guerra de todos contra todos.
La producción industrial fabrica mercados, mentalidades y mitos
que justifican la formidable destrucción que produce.
El crecimiento económico se consigue gracias a una gigantesca
y creciente extracción de los regalos de la Naturaleza y a la destrucción de
sus maravillas; mediante una creciente concentración de poder y dinero en manos
de los ricos y los países ricos y una creciente caída en la miseria y el
desamparo, de los pobres y los países pobres.
La pandemia del SARScoV2 ha revelado con mayor intensidad el
funcionamiento de esta guerra de los ricos contra los pobres y la Naturaleza:
se desplomó hasta un 30% el consumo mundial de petróleo; se redujo radicalmente
la contaminación del aire en las ciudades chinas y otras del mundo; la aviación
comercial se redujo más del 90%; la circulación de autos en las zonas urbanas
se redujo al 80%; 40 millones de personas se quedaron sin empleo en Estados
Unidos; las “cadenas productivas” del
libre comercio se detuvieron en un 60%; animales de la vida silvestre visitaron
algunas zonas urbanas; se redujeron un 20% las emisiones de gases que dañan el
clima; se cerraron los templos, los centros comerciales, los estadios, los
centros turísticos, los centros de espectáculos, los hoteles, los restaurantes
y en gran medida, los mercados, las líneas de Metro y el transporte
interurbano.
Por otra parte, debido al SARScoV2, los estados nacionales
recuperaron la fuerza y protagonismo que habían perdido por muchas décadas a causa
de las ideas neoliberales: se vieron obligados a retomar responsabilidades en
lo que concierne a la salud pública y la miseria, ofrecieron servicios
gratuitos y apoyos económicos a los pobres.
En muchos casos, se colocó a la salud pública por encima
de la economía y sobre todo, los gobiernos frenaron la economía de sus
países, para cumplir con las recomendaciones de los epidemiólogos, algo
insólito después de la Segunda Guerra Mundial, confirmando por este hecho que
hay reacciones de la Naturaleza, como lo son las enfermedades zoonóticas
creadas por la misma actividad económica cuando invade la vida silvestre, como es el caso
del covid19 que pueden derribar la
actividad económica por un tiempo indefinido.
La parálisis que ha sufrido la economía mundial en esta
pandemia anuncia una situación que podría repetirse en los próximos años, con
relación a las crisis o emergencias que podría provocar el colapso climático
contenido que nos agobia.
Desde hace años hemos advertido sobre la posibilidad de la
aparición de pandemias, sequías, olas de calor, incendios forestales, fallas
prolongadas en los servicios municipales de agua, hambrunas, entre otras
calamidades debido al colapso climático y la intensa depredación ecológica que
realiza el crecimiento económico global.
La parálisis económica que vivimos puede repetirse en los
próximos años, por otras causas y puede el próximo año transformarse en una
Gran Recesión de varios años.
La pandemia SARScoV2 ha producido dos poderosas resistencias
económicas contra las medidas de salud como el confinamiento y la sana
distancia: la resistencia de quienes viven al día y necesitan trabajar, para
sobrevivir-el 60% de los mexicanos- y la resistencia de los grandes empresarios
que han buscado toda clase de pretextos, para definir sus actividades como
esenciales, tales como la agricultura, la ganadería, la minería, el transporte,
las cerveceras, las embotelladoras, las empacadoras, entre otras.
Muchas maquiladoras no han suspendido sus actividades y
varios grandes empresarios han rechazado abiertamente las medidas de salud. A
pesar de las muertes que puede ocasionar en los próximos meses y que ya ha
ocasionado en meses pasados, la economía quiere terminar con el confinamiento y
demás medidas de salud a la brevedad posible.
Todo indica que en unos meses tendremos que regresar al
confinamiento, por una segunda gran ola de contagios debido a la defensa de la
economía.
La guerra de los ricos contra los pobres y la Naturaleza, la
guerra económica, adopta ya nuevas formas de violencia y destrucción de la
solidaridad, la colaboración, el lazo social y comunitario, así como del
respeto a la Naturaleza y protección del medio ambiente.
La economía quiere volver a reinar sobre nuestras vidas tan
pronto sea posible. ¡No lo permitamos!
La economía y la pandemia SARScoV2.
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