¡TODOS SOMOS EXPERTOS
EN AEROPUERTOS ¡
Miguel Valencia Mulkay
23 de agosto de 2018
En los 70, cuando la soberanía científica había sido invocada
varias veces por el gobierno de Francia, para justificar la construcción de
centrales nucleares, los ecologistas de ese país reaccionaron afirmando “Todos
somos especialistas en centrales nucleares”. Para ellos, la competencia y la
buena fe del científico y el experto no podía sustituir la voluntad y la
libertad de elección del ciudadano sobre aquello que pudiera poner en riesgo sus
vidas, su salud, los bienes comunes y el futuro de las nuevas generaciones.
Los hechos les han dado la razón: la energía nuclear, las manipulaciones
genéticas, los agroquímicos (pesticidas y fertilizantes), entre otras
tecnologías fieramente defendidas por famosos científicos y sedicientes expertos
al gusto de políticos y empresarios, han resultado catastróficas.
El experto, el que “sabe” y saca un poder de su saber
manteniéndolo a menudo en un hermetismo aureolado de sacralidad está ligado a
imperativos políticos y económicos inconfesables. Grandes sacerdotes de la
física, la química, la ingeniería, la medicina, la arquitectura, el urbanismo,
han sido responsables centrales del desastre climático, ecológico, hídrico,
alimentario, urbano, cultural, social, económico y político del mundo.
Fruncen el ceño, levantan las cejas los banqueros, los grandes
empresarios y muchos destacados profesionistas, comunicadores y expertos al
servicio del gran capital ante la propuesta de consultar a la ciudadanía sobre
la sabiduría que hay detrás del proyecto de nuevo aeropuerto en el Lago de
Texcoco o la opción de Santa Lucia en Zumpango u otras combinaciones que se
presenten (López Obrador).
¿Qué saben los habitantes de la Cuenca del Valle de México de
las consecuencias ambientales, energéticas, urbanísticas, demográficas,
económicas, financieras de la desecación del Lago de Texcoco o de la
desaparición del Lago Nabor Carillo o de las tormentas e inundaciones atípicas
o extremas, la desertización, el aumento en la temperatura promedio, la caída
histórica en la precipitación pluvial en este territorio?
¿Qué saben de los efectos de la pavimentación de más de 15,000
hectáreas del Lago de Texcoco y sus zonas aledañas en los próximos años o de la
contaminación generada al despegar y al aterrizar en el lago de Texcoco, a más
de 2,000 m sobre el nivel del mar, por cuatro veces más aviones de los que hoy
lo hacen?
¿Qué saben los
ciudadanos de la alteración del clima de la Tierra realizada por una persona
que al viajar en avión favorece el rápido aumento de los viajes por ese medio? La
aviación crece exponencialmente.
Según estos “expertos en ingeniería”, esta consulta a la ciudadanía
es una ofensa a los expertos que elaboraron las manifestaciones de impacto
ambiental, urbano, social y cultural del proyecto del NAICM en el lago de
Texcoco. ¡La SEMARNAT es famosa por el rigor de sus dictámenes en defensa de la
biodiversidad, el agua, los cielos y las atmosferas limpias!
¿Qué saben los ciudadanos que residen en la Cuenca del Valle
de México de la concentración de población, la urbanización que puede provocar
a su alrededor un aeropuerto que pretende ser el tercer aeropuerto más grande
del mundo (¿nuevas ciudades en esta Cuenca?), o de megaproyectos construidos
cerca de sus viviendas, o de la falta de agua, la pérdida de tiempo, el
transporte urbano, la contaminación del aire, el ruido, la inseguridad en este
territorio?
¿Qué saben los ciudadanos mexicanos de obras inútiles, mal
hechas, mal localizadas, abandonadas por incosteables, elefantes blancos,
socavones, y de obras realizadas durante el gobierno de Peña Nieto y la SCT de
Ruiz Esparza?
“A vosotros vasallos os toca callar y obedecer” ha sido la
consigna de los ingenieros y urbanistas al servicio de gobiernos mexicanos
hasta los gobiernos de Peña Nieto y Mancera. Las constructoras extranjeras,
especialmente las españolas, han venido a reforzar esta arrogancia de corruptos
en las últimas décadas.
La cultura democrática ha sido muy precaria en nuestro muy colonizado país. Muchos activistas contra megaproyectos han sido encarcelados y hasta asesinados.
En los últimos 50 años,
los políticos y sus expertos han actuado como si tuvieran un mandato absoluto, supieran
por ciencia infusa lo que es de “utilidad pública” o de “beneficio o interés
colectivo”; como si los votos comprados y fraudulentos o no que les permitieron
ganar elecciones les dieran legitimidad para imponer absurdas obras de
ingeniería que le han costado muy caras a la Nación.
Han creído que los vecinos de una obra deben sacrificarse por
el desarrollo, el progreso y la modernización, conceptos elaborados por los
banqueros de los países ricos y poderosos (Banco Mundial, FMI, BID, OCDE),
cuando ellos no sacrifican ni un peso ni un minuto de su tiempo por el país:
roban, despojan y cobran escandalosas sumas de dinero y reciben descomunales
prestaciones; creen que los indígenas y campesinos y otros vecinos de sus
inútiles y corruptos proyectos, son muebles y equipos que se pueden mover y acomodar
en otro territorio sin consecuencias catastróficas para los territorios y el
país y la Tierra.
Tenemos más de 5,000 conflictos socio ambientales debido a las
obras realizadas sin consulta a los vecinos. Muchos vecinos de la Ciudad de
México están indignados por las obras de Mancera y Ebrard.
Gracias a los expertos “a modo” que han utilizado los
gobiernos mexicanos, (ingenieros machistas que quieren conquistar y dominar a
la “naturaleza salvaje”, a los ríos, lagos, montañas, selvas, bosques, suelos, humedales,
climas; bufetes de ingeniería al servicio de las ideologías de la banca y los
intereses económicos de grandes corporaciones) el país está en la ruina ecológica,
social, cultural y económica.
En México han sido muy negociables las dignidades de
ingenieros, arquitectos, abogados, físicos, químicos, médicos, contadores,
ambientalistas, y otros expertos: estamos llenos de prestigios muy inflados.
Los gobiernos hipercorruptos contratan expertos de la misma
calaña. No merecen credibilidad alguna los expertos que seleccionaron el Lago
de Texcoco para construir el NAICM: fueron contratados por el gobierno de Peña
Nieto, para hacerlo en ese lugar.
La intervención de la OCDE en este asunto hace más repugnante
el proyecto de NAICM.
Hablamos de democracia cuando los posibles afectados por las
decisiones, los ciudadanos, toman las decisiones. Mandar Obedeciendo, como lo
exigen los zapatistas.
En una época de tecnología y economía desquiciadas, no basta
la elección de representantes populares, es indispensable exigir la consulta de
cualquier proyecto que ponga en riesgo las bases de la vida en el territorio:
lagos, suelos, ríos, acuíferos, bosques, selvas, biodiversidad, humedales, glaciares,
el clima de la Tierra, las culturas originarias, la Vía campesina, las
tradiciones, los vestigios arqueológicos, los monumentos históricos, entre
otros aspectos.
El proyecto de Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México debe
ser consultado a los indígenas, campesinos, trabajadores y vecinos del Lago de
Texcoco, a los habitantes de la Cuenca del Valle de México, a los
profesionistas, académicos, investigadores de México y de países tropicales que
tengan conflictos por la desecación de lagos, la construcción de aeropuertos y
las alteraciones del clima de la Tierra. ¡No al NAICM!
¡TODOS SOMOS EXPERTOS
EN AEROPUERTOS ¡
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