NO VOLVEREMOS A LA NORMALIDAD PORQUE
LA NORMALIDAD ERA EL PROBLEMA ¡SIGAMOS EN LA LUCHA!
Miguel Valencia Mulkay
Presentación en la reunión en línea del 9 de mayo de 2020 del
colectivo Cambiemos el Sistema y no el Clima
Mucho se ha dicho, con mucha agudeza, sobre la pandemia que se inició en China, en 2019; muy recomendable, desde luego, es el reportaje-ensayo de Ignacio Ramonet y otros más específicos sobre el origen y otros aspectos de esta crisis sanitaria. No obstante, no se ha dicho todo porque el mismo coronavirus no ha revelado todos sus secretos y todavía pueden aparecer sorpresas muy desagradables: nuevas grandes olas de contagio que podrían hacer más destructiva esta crisis.
La actitud guerrera de los países
poderosos frente a este nuevo contagio y sus excesivas preocupaciones por la
economía, pueden implicar rebrotes y muchas muertes innecesarias. Sin embargo,
la fe en la ciencia y la tecnología ha hecho que muchos crean firmemente en sus
“soluciones” (remedios y vacunas), con el fin de que todo cambie para que todo
siga igual.
Todo indica que el origen de este fenómeno ha sido el daño que las modernas actividades industriales pecuarias ejercen sobre los equilibrios de la Naturaleza. Desde hace muchos años, el ecologismo internacional ha advertido que la industria chocaría contra los límites ecológicos de la Tierra y que muy probablemente podríamos presenciar acontecimientos como el que ahora vivimos.
En años recientes, en nuestras
declaraciones ecologistas hemos reiterado que podrían desatarse, entre otras
muchas calamidades, epidemias o pandemias tanto por la alteración ecológica
como la climática. Desde hace más de 30 años hemos tenido muy claro que los
daños que diariamente inflige la actividad industrial y económica sobre el
ambiente y los regalos de la Naturaleza, tendrán consecuencias catastróficas
sobre la vida en la Tierra.
Ahora, nos enfrentamos a un desafío de la Naturaleza que se creía superado y virtualmente imposible de que sucediera. Los países poderosos ignoraron las advertencias científicas, como hoy ignoran el desastre climático y ecológico, desmantelaron la mayor parte de los preparativos que algunos políticos habían realizado para enfrentar una pandemia de este tipo- como han desmantelado en EU, durante la presidencia de Trump, la preservación de la ecología y la protección del ambiente-, una confirmación más del desquiciamiento global en el que hemos vivido.
Apareció el Cisne Negro, tan
advertido hace más de 10 años por Nassim Taleb: apareció este año el
acontecimiento tan imprevisto como letal como lo es este coronavirus que forma
parte de la gran incertidumbre en la que vivimos desde hace más de una década,
por el desquiciamiento global.
De repente, vemos las calles vacías, los negocios cerrados, las pocas personas que transitan en la vía pública, con tapaboca, mostrando un gran distanciamiento, como si fueran zombis y nos vemos obligados a encerrarnos en casa tanto como sea posible, aterrados por esta amenaza y sufriendo el alejamiento de familiares y amigos.
La pandemia nos ha enfrentado con una
situación tan extraordinaria que algunos han señalado que podría ser la
emergencia de lo que llamamos el descrecimiento del que tanto hemos
hablado y escrito en los últimos 12 años. En efecto, hemos platicado y escrito
mucho sobre la posibilidad y la probabilidad de la aparición de acontecimientos
totales como el contagio mundial que ahora observamos, pero, lo hemos hecho, con
el fin de prevenir su emergencia, por medio de acciones colectivas voluntarias.
Hay que aclararlo: la situación política que estamos
enfrentando NO ES DESCRECIMIENTO, ES OTRA COSA: ES DECRECIMIENTO( sin S), es
decir: la reducción radical de la actividad económica mundial que observamos en
estos días es producto del gran descuido en los países occidentalizados de las
condiciones básicas de protección de la salud como lo son el ambiente limpio y
el respeto al equilibrio ecológico, abandono impulsado en los últimos 40 años
por los países más ricos y poderosos y por organizaciones financieras
internacionales, por medio de las políticas neoliberales que hasta el momento
rigen nuestras vidas que radicalizan la privatización de los servicios de salud
y que buscan el crecimiento económico cueste lo que cueste.
Esta reducción radical de la economía mundial es una
consecuencia no deseada, INVOLUNTARIA, de las políticas de crecimiento
económico impuestas en las últimas décadas por los países “desarrollados”. En
cambio, el DESCRECIMIENTO es el resultado de actos o actividades VOLUNTARIAS
realizadas por personas, comunidades, sociedades, con el fin de reducir radicalmente
sus actividades mercantiles y sus consumos de productos industriales, con el
fin de recuperar las buenas relaciones de los seres humanos entre sí y con la
Naturaleza. El descrecimiento es otra cosa diferente al decrecimiento.
La normalidad en la que hemos vivido, ha estado fundada en
actividades económicas que exigen un uso excesivo del avión, los trenes de alta
velocidad, los autos y otros transportes; que exigen demasiado uso del
internet, el wifi, la 5G, la 6G y otras comunicaciones; que imponen una
excesiva interconexión entre las personas, las comunidades, las ciudades y los
países. Ha estado fundada en una excesiva dependencia de alimentos y productos
estratégicos producidos a muchos miles de kilómetros; en una excesiva
dependencia del libre comercio. Ha estado fundada en los dogmas de la
productividad y la competitividad, en el culto a la ciencia y la tecnología y
en la religión de los mercados o de la economía. Esta normalidad ha sido la que
ha creado esta pandemia y la que puede crear en los próximos años mayores
calamidades a la que ahora sufrimos.
Regresar a la normalidad que teníamos, implica no entender lo que ha pasado en los últimos meses, en los últimos años. Entraña un trastorno psicótico, enfermizo, vicioso generalizado que puede conducirnos a situaciones mucho peores a las que hemos vivido.
Tenemos que intensificar nuestra
resistencia contra el uso del transporte, la escolarización de la educación, la
medicina mercantilizada y la construcción de megaproyectos de transporte, como
el Tren Maya, el Corredor Transístmico o el rápido México-Toluca y el
aeropuerto Santa Lucía; contra los cultivos transgénicos, los agroquímicos , la
industria agropecuaria; contra los alimentos industrializados, la Cocacola, el
Mac Donalds, las pizzas; contra el uso de plásticos; contra el consumo de gas, carbón
y petróleo: es urgente abandonar el consumo de los hidrocarburos.
Por otra parte, es necesario reducir el tiempo de trabajo, para que todos tengan trabajo; apoyar a los pequeños emprendimientos en lugar de las grandes empresas; proteger a los migrantes; eliminar los confinamientos excesivos, como las cárceles, las escuelas, los asilos de ancianos, las oficinas y las industrias, muy peligrosos en las pandemias; eliminar la guerra contra el crimen, los niños, los pobres, las mujeres, los discapacitados y los ancianos.
Es ineludible resistir al libre comercio, la tecnociencia y la economía
de crecimiento; defender la Justicia Ambiental y Climática. La lucha sigue.
Será necesario apoyar los cultivos urbanos y periurbanos, el
comercio de proximidad, la organización vecinal autónoma, el fortalecimiento de
la autonomía de los pueblos, los ejidos, los barrios y las colonias. Hay que
producir lo que consumimos y consumir lo que producimos en la región ecológica
donde vivimos. Y desde luego, reducir colectivamente nuestros consumos de agua,
energía, metales, maderas. Cambiar colectivamente nuestros modos de vida.
Hay que esperar la reacción a esta pandemia de grandes grupos
sociales, como los que han perdido mucho en estos meses que lo mismo pueden ser
los indígenas y los campesinos, los trabajadores, las mujeres, que los
banqueros y los grandes empresarios: cada uno habrá aprendido algunas lecciones
y propondrá medidas en su beneficio: esta pandemia nos ha abierto la
posibilidad de hacer ensayos de lo que vendrá con el desastre climático; defendamos
las lecciones que hemos descubierto.
La lucha sigue. Necesitamos reforzar las alianzas con las
localidades y las regiones, sin abandonar los intercambios internacionales.
NO VOLVEREMOS A LA NORMALIDAD PORQUE LA NORMALIDAD ERA EL
PROBLEMA ¡SIGAMOS EN LA LUCHA!
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