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martes, 28 de diciembre de 2021

 

La gasolina, un producto en vías de desaparición.

20 de enero de 2018

Muy contaminante, inflamable y costosa, la gasolina producida a partir de crudos convencionales y no convencionales (arenas bituminosas, fracking, aguas profundas) sufre la formidable embestida de una revolución conservadora en el transporte nacida en Estados Unidos; una revolución como la del celular o teléfono móvil que en sólo 10 años cambió radicalmente la vida de los seres humanos que promete cambiar radicalmente el transporte, para reducir en unos 10 años el  90% de los gases que dañan el clima – GEI- que produce y en un 60% la contaminación del aire de las ciudades  y sobre todo, eliminará en su mayor parte el consumo de gasolina de ese país.  Una revolución que como todas las revoluciones conservadoras eliminará muchos grandes perjucios, para traer nuevos grandes perjuicios que podrían ser mayores a los que elimina. La tecnociencia arregla una calamidad y crea dos o tres nuevas calamidades.

En estos momentos se refuerza en Estados Unidos la convergencia de una serie de factores tecnológicos y administrativos que provocan ya la rápida eliminaciòn del motor de combustión interna que ha sido el elemento central del transporte. La General Motors despide a los ingenieros especializados en esta tecnología y declara ser ahora una empresa de servicios de transporte. Se espera que en 2025 el auto eléctrico supere al auto convencional en la circulación de vehículos de las ciudades de EU y en 2030 domine virtualmente en las vías rápidas.  La tecnología de baterías ha conseguido una rápida reducción de su costo y su tamaño. Desde hace más de un siglo se ha sabido que los autos eléctricos tienen un costo de mantenimiento mucho menor debido a las muy pocas piezas en movimiento que requieren sus motores. En estos momentos, por razones de reducción de costos, las empresas con flotillas de vehículos se ven obligadas a realizar rápidamente este cambio debido al gran kilometraje diario que recorren sus unidades; incluidas las empresas de taxis con aplicaciones para celular.

Por otra parte, el auto sin chofer avanza a gran velocidad debido a la maduración de tres grandes tecnologías: el lidar de gran capacidad y bajo costo que permite la detección de objetos en movimiento (radar); las supercomputadoras pequeñas y de bajo costo que permiten realizar los complejos cálculos que requiere la circulación de autos sin chofer y, por otra parte, la energía solar a bajo costo, para mover los vehículos eléctricos; grandes superficies del territorio serán cubiertas por paneles solares.  En 2025 los taxis sin chofer podrán realizar la tercera parte de los viajes que ahora se realizan en auto particular y en 2030 el 80%. 

En los últimos años, el 10 % de las personas que venden sus carros usados en ese país no compran un auto nuevo. Por fin empiezan a reconocer muchos automovilistas de ese país la pésima inversión que significa ser propietario de un auto que requiere un estacionamiento la mayor parte del tiempo, por lo que prefieren no ser propietarios y utilizar los servicios de taxis con aplicaciones para celular. Crece además el viaje en auto compartido.  La juventud aprecia cada día más la caminata, los patines y la bicicleta, para muchos desplazamientos menores, así como la tranquilidad que ofrece no ocupar tanto tiempo de la vida en el cuidado de un auto propio.   Más del 50% de las familias de ese país no tienen en el banco más de 2,000 dólares y el empleo es cada día más precario, por lo que la compra de autos a crédito se vuelve cada día más riesgosa.

Tener un auto ha sido siempre un muy costoso privilegio subsidiado por los gobiernos, por las presiones de la industria petrolera y los grandes bancos, para fomentar el consumismo. Los costos crecientes de los fallecimientos, enfermedades y personas con discapacidad generados por la escandalosa accidentalidad y las contaminaciones producida por los autos particulares y sobre todo el reconocimiento de que estos autos son los responsables principales de la enorme pérdida de tiempo diaria de quienes no tienen auto y viajan en el transporte público, aceleran esta revolución del transporte del país que ha creado ese cáncer histórico que ha degradado tanto la vida en las ciudades en el últimos siglo. Como se ha dicho: mientras los dioses no cambien nada ha cambiado.

Los autos representan un componente central de la aparición del desastre climático; crecen las presiones de los científicos dedicados a la ciencia climática que exigen la rápida eliminación del consumo de la gasolina, el gas y el carbón. No será posible frenar la elevación de la temperatura en la superficie de la Tierra sin la rápida cancelación de estos consumos aberrantes. Sólo los turbios intereses de las empresas petroleras, armadoras de autos, banqueros, economistas y funcionarios y políticos a su servicio han frenado desde hace muchos años la desaparición del consumo de gasolinas, motores de combustión interna y autos particulares. La muerte de la diversidad biológica y cultural está directamente relacionada con el transporte en general.               

Ante estas amenazas y los grandes cambios tecnológicos crece entonces a gran velocidad un nuevo tipo de negocio en Estados Unidos: el Transporte como Servicio- Transport as a Service: TaaS- que desplaza al auto particular y promete controlar antes de 10 años el 80% del transporte de ese país, por medio de un muy barato servicio de taxis eléctricos sin chofer que eliminará el 90% del consumo de gasolina hecho que provocará el desquiciamiento de la industria petrolera. Estiman que ciertas ciudades como Los Ángeles dispondrán de hasta un tercio de su superficie por la desaparición de los aberrantes estacionamientos para autos.

Ante este panorama, parece muy aventurado realizar inversiones de largo plazo en la industria petrolera mexicana, como lo son la construcción de refinerías o de gasoductos que propone López Obrador y en pavimentaciones para el uso de autos particulares. La relocalización de las actividades de producción y consumo podría ser una inversión de mayor beneficio para los mexicanos.     

 

Miguel Valencia Mulkay    

 

      

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