Origen y
alcances de la consigna ecologista ¡No a los megaproyectos!
Miguel Valencia Mulkay
1 de mayo de 2016
En la campaña por la presidencia de la
Republica y en los primeros meses de la presidencia de Salinas de Gortari (1989),
se anuncia la construcción de “megaproyectos”, como la nueva supercarretera
México-Acapulco, grandes presas, termoeléctricas, el Tren Magnético, con el fin
de reactivar la economía mexicana.
Los medios comentan esta nueva política
económica, consecuencia de las ideas neoliberales de Hayek, Friedman, Thatcher
y sus seguidores. En esos meses decaía la lucha ecologista contra
Laguna Verde que estaba a punto de iniciar su operación comercial en 1990.
Quienes participamos en esta lucha, dentro
de la comisión del Valle de México del Pacto de Grupos Ecologistas, nos dimos
cuenta de que luchábamos contra un megaproyecto, que las centrales nucleares,
las supercarreteras, las presas, las termoeléctricas, las refinerías, los
puertos, los aeropuertos, los trasvases, los trenes rápidos, los
trenes elevados, los campos de golf, los túneles, las torres, los estadios, los
desarrollos turísticos, los ciudades universitarias, las minas a tajo abierto,
los confinamientos de residuos tóxicos, entre otros megaproyectos, tienen
impactos urbanos, sociales y ambientales excesivos, intolerables, con aspectos
genéricos, similares, además de los impactos específicos que tienen
por su diseño u objeto operacional.
En esos momentos decidimos adoptar esta
palabra neoliberal estratégica y lanzar la consigna ecologista: ¡No a
los megaproyectos!
La utilizamos primeramente en el gran “Consenso
de grupos ecologistas y de la sociedad civil” REVIVIR EL ANAHUAC PARA
BIEN DEL PAIS Y SALVAR NUESTRA CIUDAD que fue procesado entre abril y
agosto de 1990 (abajo la hoja 3 del Consenso).
En adelante, como Foro Regional Ecologista del Valle de México (1991-2005) utilizamos esta consigna en diversas luchas
contra megaproyectos, como la resistencia a la construcción del Tren Elevado
(1992-1994), el edificio WTC, antiguo Hotel de México (1992-1996), el proyecto
Alameda( 1990-1994) el proyecto Reichmann(canadiense): más de 30
torres(1992-1994), la carretera La Venta –Colegio Militar
(1994-1996), la Cuarta Etapa del Sistema Cutzamala (1995-1997), la línea B del
Metro a Ciudad Azteca (1994-1996), el campo de golf en Tepoztlán, Morelos
(1995-1996), el estadio Cruz Azul en la Magdalena Mixhuca(1996), el Segundo
Piso en Viaducto y Periférico (1996-2003) y otros.
A raíz de estas luchas de los 90, esta
consigna ecologista empieza a ser aceptada por muchos movimientos sociales de
México y luego se extiende en este siglo a Sudamérica y otros continentes.
Además, se ha utilizado para analizar otro tipo de megaproyectos, como: las
tiendas OXXO, los “Pueblos Mágicos”, el Plan Puebla-Panamá, la introducción del
IPod y el IPad, los drones, los tratados de libre comercio, el proyecto
Megalópolis, para la Cuenca del Valle de México, las Zonas Económicas
Especiales de Peña Nieto, las ZODES, las AGEs, las ADEs, entre otros.
Los megaproyectos son habitualmente
diseñados por asesores de banqueros e inversionistas internacionales (Banco
Mundial) que luego los imponen a los gobiernos.
Desde hace 26 años teorizamos sobre los
impactos socioambientales de cada megaproyecto, a falta de buenas teorías
académicas sobre este fenómeno. Algunas universidades mexicanas
apenas empiezan a realizar investigaciones sobre este tema. En general, evitan
investigar aquello que puede frenar el “desarrollo” o el “progreso” o dificulta
la obtención de fondos para la investigación. En cambio, ahora en España
hay libros sobre megaproyectos.
No debe sorprendernos que los estudios
o manifestaciones de impacto socio ambiental (MIA) contengan tantas falsedades,
mala ciencia y falta de ética: son abominables.
Esta consigna ecologista es una
aportación mexicana a la lucha mundial por la Justicia Social, Ambiental y
Climática. Se adjuntan algunas declaraciones o pronunciamientos ecologistas
contra megaproyectos de los 90.
Origen y
alcances de la consigna ecologista ¡No a los megaproyectos!
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