Queremos
ser consultados, la gran mayoría de los mexicanos
12 de noviembre de 2018
Miguel Valencia Mulkay
Las encuestas realizadas poco antes de la consulta del NAIM de Texcoco
revelaron la voluntad de la gran mayoría de los mexicanos de ser consultados en
los asuntos de gran importancia. Un nuevo dato de la mayor importancia para la
protección de los pueblos, los ejidos, los barrios y las colonias, así como,
para la protección de las culturas, la ecología, el medio ambiente y la
democratización del país. Ha cambiado la actitud de la sociedad mexicana frente
a los proyectos gubernamentales.
Cada día se cree menos en la bondad de los proyectos de desarrollo
impulsados por los gobiernos mexicanos y se toma mayor conciencia de las
catástrofes ecológicas, culturales, sociales y económicas producidas por los
proyectos de desarrollo de los pasados gobiernos (presas, aeropuertos,
supercarreteras, trasvases, puertos, trasvases, desarrollos turísticos,
confinamientos de residuos tóxicos y peligrosos, rellenos sanitarios, entre
otros) que desde luego fueron apoyados en los estudios y recomendaciones de
grandes expertos nacionales (Facultad de Ingeniería de la UNAM, entre
otras) e internacionales (MIT, bufetes de ingeniería, entre otras)
Ciertamente, la corrupción rampante de los gobiernos priistas y panistas
tuvo que ver en la producción de estas catástrofes, no obstante, la presión para
realizarlos de los grandes empresarios mexicanos y de gobiernos poderosos y sus
banqueros (Banco Mundial y otros), han tenido que ver mucho con ellas. Las
escuelas y los medios de México han preparado desde hace muchos años las
mentalidades que han facilitado la construcción de estos proyectos devastadores
y la emergencia de estas catástrofes.
Los gobiernos mexicanos, apoyados por los grandes empresarios, no
han querido consultar jamás a los directamente afectados por los proyectos que
han querido construir porque han sabido que implican muerte y enfermedad para
los vecinos de la obra, destrucción de la economía local, expulsión de los
indígenas, campesinos o vecinos pobres de la cercanía; migraciones, desarraigo,
grandes extracciones y contaminaciones, ruina de la biodiversidad de la región
y sobre todo, que las consultas hacen evidente que se construyen principalmente
para que hagan grandes negocios los bancos, los grandes empresarios y los
funcionarios públicos que los aprueban; transparentan la corrupción que
entrañan.
Con el fin de impedir la realización de verdaderas consultas sobre los
asuntos de gran importancia, los gobiernos mexicanos han perfeccionado las
falsas consultas que realizan entidades como la SEMARNAT y la SEDUVI en la
Ciudad de México- la consulta del NAIM de 2014 en Ecatepec, con estudio de
impacto ambiental hecho a la medida de los inversionistas, es un gran ejemplo-,
y la legislación chatarra sobre consultas que las hacen virtualmente imposibles
de realizar en nuestro país cuando son tan frecuentes en los países poderosos.
A estas trampas legales y legaloides, han añadido habitualmente una
copiosa inversión en publicidad y relaciones públicas, para convencer a los
ciudadanos de la bondad de sus monstruosos proyectos.
La convocatoria de López Obrador a participar en una consulta del NAIM,
basada en el conocimiento que ahora tiene
de la voluntad de ser consultados de la mayor parte de los mexicanos en los asuntos
de gran importancia y de la debilidad de su posición frente a la embestida
empresarial a favor del NAIM, tuvo como efecto desatar un intenso debate en los
medios y las redes sociales sobre los pros y los contras de este proyecto, algo
natural en cualquier consulta gubernamental
con buenas bases que hizo que millones de personas entendieran mejor los
argumentos de las partes y sus debilidades y que se fortalecieran temas, como
el ecológico y el social que permanecían ignorados para la mayoría.
Como nunca antes, la sociedad mexicana empezó a entender en poco tiempo el
impacto socioambiental del NAIM y de los aeropuertos, la aviación, el
transporte, la economía de crecimiento, entre otros muchos aspectos. Sin
embargo, la consulta misma fue atacada implacablemente por los grandes
empresarios y los profesionistas a su servicio con los argumentos menos legítimos:
signos de debilidad que anticiparon los resultados.
La logística de la consulta del NAIM fue encargada a Enrique Calderón
Alzati, presidente de la Fundación Arturo Rosenblueth, viejo conocido nuestro:
en los 80-90 fue el vocero principal del Movimiento Bicicletero, aliado nuestro
en diversos temas ecológicos y urbanísticos(Declaraciones ecologistas sobre la
Cuenca de México) y que organizó la
logística del famoso Primer Plebiscito
Ciudadano sobre el gobierno del DF del 21 de marzo de 1993, convocado
por varios asambleístas (Demetrio Sodi, Alejandro Rojas, Amalia García, entre
otros) que tuvo grandes consecuencias para esta
entidad y que nuestro grupo ecologista propuso y ayudó a realizar: en las mesas
para la presentación de propuestas convocadas por Manuel Camacho Solís a
finales de 1992, fuimos los primeros en proponer una consulta o plebiscito para
democratizar el DF.
Ver nota periodística adjunta. Calderón Alzati tiene mucho prestigio en
la organización de consultas ciudadanas. Las preguntas de la consulta no dieron
cabida a la opinión de quienes no queremos el NAIM, ni nuevas pistas de
aviación en Santa Lucía y en México.
La consulta sobre el NAIM fue bien recibida por más de un millón de
personas que con muy poca información al respecto acudieron a votar y que después
de haber votado no encontraron un motivo relevante para rechazar su validez.
En Nuevo León, el Tecnológico pudo votar masivamente en Monterrey y fue
el único estado donde la mayoría votó a favor de la opción de Texcoco (Abraham
Nuncio, La Jornada, 8 de noviembre)
Ciertamente, fueron evidentes muchos defectos de esta improvisada
consulta, comprensibles debido a los escasos recursos con los que se realizó y
el poco tiempo que se dedicó a su preparación- López Obrador no tenía mucho
tiempo que perder ante la aceleración de los trabajos en el NAIM-, sin embargo,
fue un evento radicalmente diferente a las falsas consultas legales o las
consultas legales imposibles de realizarse o la falta de consultas que
acostumbran los gobiernos mexicanos, con relación a los megaproyectos: en este
caso, hubo voluntad de consultar un asunto de gran importancia para la ecología
y la matriz del agua de la Cuenca de México y para la formación de valores
ecológicos de los niños y jóvenes de México.
El resultado de la consulta fue una victoria para quienes luchamos desde
hace muchos años contra la construcción de un aeropuerto en el Lago de Texcoco
y otros megaproyectos en la Cuenca de México y en el país.
El rechazo a la pavimentación del Lago de Texcoco, con la consecuente
pérdida del Lago Nabor Carrillo, la expulsión de más de 300,000 aves, la
urbanización de las zonas de cultivo y la destrucción de la matriz del agua de
la Cuenca tuvo un gran peso en el resultado de la consulta (el espíritu del
Lago de Texcoco)
La voluntad de ser consultados, de los vecinos de los pueblos, ejidos,
barrios y colonias, genera la voluntad de los gobernantes de consultar a los
afectados por los proyectos y produce los necesarios debates que permiten
descubrir la corrupción, los riesgos y los mitos, las creencias o ideologías
que ocultan los proyectos y finalmente, construir buenas decisiones sobre cómo
rescatar las bases de la vida (la ecología).
La emergente voluntad de ser consultados de la mayoría de los mexicanos
debe llevarnos a la voluntad de organizar consultas en nuestras comunidades sin
la participación de los gobiernos y los partidos, para hacer la Gran Transformación
de México.
Queremos ser consultados, la gran
mayoría de los mexicanos
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