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lunes, 13 de diciembre de 2021

 

Queremos ser consultados, la gran mayoría de los mexicanos

 

12 de noviembre de 2018

 

Miguel Valencia Mulkay   

 

Las encuestas realizadas poco antes de la consulta del NAIM de Texcoco revelaron la voluntad de la gran mayoría de los mexicanos de ser consultados en los asuntos de gran importancia. Un nuevo dato de la mayor importancia para la protección de los pueblos, los ejidos, los barrios y las colonias, así como, para la protección de las culturas, la ecología, el medio ambiente y la democratización del país. Ha cambiado la actitud de la sociedad mexicana frente a los proyectos gubernamentales.

 

Cada día se cree menos en la bondad de los proyectos de desarrollo impulsados por los gobiernos mexicanos y se toma mayor conciencia de las catástrofes ecológicas, culturales, sociales y económicas producidas por los proyectos de desarrollo de los pasados gobiernos (presas, aeropuertos, supercarreteras, trasvases, puertos, trasvases, desarrollos turísticos, confinamientos de residuos tóxicos y peligrosos, rellenos sanitarios, entre otros) que desde luego fueron apoyados en los estudios y recomendaciones de grandes expertos nacionales (Facultad de Ingeniería de la UNAM,  entre otras) e internacionales (MIT, bufetes de ingeniería, entre otras)

 

Ciertamente, la corrupción rampante de los gobiernos priistas y panistas tuvo que ver en la producción de estas catástrofes, no obstante, la presión para realizarlos de los grandes empresarios mexicanos y de gobiernos poderosos y sus banqueros (Banco Mundial y otros), han tenido que ver mucho con ellas. Las escuelas y los medios de México han preparado desde hace muchos años las mentalidades que han facilitado la construcción de estos proyectos devastadores y la emergencia de estas catástrofes.

 

Los gobiernos mexicanos, apoyados por los grandes empresarios,  no han querido consultar jamás a los directamente afectados por los proyectos que han querido construir porque han sabido que implican muerte y enfermedad para los vecinos de la obra, destrucción de la economía local, expulsión de los indígenas, campesinos o vecinos pobres de la cercanía; migraciones, desarraigo, grandes extracciones y contaminaciones, ruina de la biodiversidad de la región y sobre todo, que las consultas hacen evidente que se construyen principalmente para que hagan grandes negocios los bancos, los grandes empresarios y los funcionarios públicos que los aprueban; transparentan la corrupción que entrañan.

 

Con el fin de impedir la realización de verdaderas consultas sobre los asuntos de gran importancia, los gobiernos mexicanos han perfeccionado las falsas consultas que realizan entidades como la SEMARNAT y la SEDUVI en la Ciudad de México- la consulta del NAIM de 2014 en Ecatepec, con estudio de impacto ambiental hecho a la medida de los inversionistas, es un gran ejemplo-, y la legislación chatarra sobre consultas que las hacen virtualmente imposibles de realizar en nuestro país cuando son tan frecuentes en los países poderosos.

 

A estas trampas legales y legaloides, han añadido habitualmente una copiosa inversión en publicidad y relaciones públicas, para convencer a los ciudadanos de la bondad de sus monstruosos proyectos.

 

La convocatoria de López Obrador a participar en una consulta del NAIM, basada en el conocimiento  que ahora tiene de la voluntad de ser consultados de la mayor parte de los mexicanos en los asuntos de gran importancia y de la debilidad de su posición frente a la embestida empresarial a favor del NAIM, tuvo como efecto desatar un intenso debate en los medios y las redes sociales sobre los pros y los contras de este proyecto, algo natural en cualquier consulta  gubernamental con buenas bases que hizo que millones de personas entendieran mejor los argumentos de las partes y sus debilidades y que se fortalecieran temas, como el ecológico y el social que permanecían ignorados para la mayoría.

 

Como nunca antes, la sociedad mexicana empezó a entender en poco tiempo el impacto socioambiental del NAIM y de los aeropuertos, la aviación, el transporte, la economía de crecimiento, entre otros muchos aspectos. Sin embargo, la consulta misma fue atacada implacablemente por los grandes empresarios y los profesionistas a su servicio con los argumentos menos legítimos: signos de debilidad que anticiparon los resultados.                       

 

La logística de la consulta del NAIM fue encargada a Enrique Calderón Alzati, presidente de la Fundación Arturo Rosenblueth, viejo conocido nuestro: en los 80-90 fue el vocero principal del Movimiento Bicicletero, aliado nuestro en diversos temas ecológicos y urbanísticos(Declaraciones ecologistas sobre la Cuenca de México)  y que organizó la logística del famoso Primer Plebiscito  Ciudadano sobre el gobierno del DF del 21 de marzo de 1993, convocado por varios asambleístas (Demetrio Sodi, Alejandro Rojas, Amalia García, entre otros)   que tuvo grandes consecuencias para esta entidad y que nuestro grupo ecologista propuso y ayudó a realizar: en las mesas para la presentación de propuestas convocadas por Manuel Camacho Solís a finales de 1992, fuimos los primeros en proponer una consulta o plebiscito para democratizar el DF.

 

Ver nota periodística adjunta. Calderón Alzati tiene mucho prestigio en la organización de consultas ciudadanas. Las preguntas de la consulta no dieron cabida a la opinión de quienes no queremos el NAIM, ni nuevas pistas de aviación en Santa Lucía y en México.  

 

La consulta sobre el NAIM fue bien recibida por más de un millón de personas que con muy poca información al respecto acudieron a votar y que después de haber votado no encontraron un motivo relevante para rechazar su validez.

 

En Nuevo León, el Tecnológico pudo votar masivamente en Monterrey y fue el único estado donde la mayoría votó a favor de la opción de Texcoco (Abraham Nuncio, La Jornada, 8 de noviembre)

 

Ciertamente, fueron evidentes muchos defectos de esta improvisada consulta, comprensibles debido a los escasos recursos con los que se realizó y el poco tiempo que se dedicó a su preparación- López Obrador no tenía mucho tiempo que perder ante la aceleración de los trabajos en el NAIM-, sin embargo, fue un evento radicalmente diferente a las falsas consultas legales o las consultas legales imposibles de realizarse o la falta de consultas que acostumbran los gobiernos mexicanos, con relación a los megaproyectos: en este caso, hubo voluntad de consultar un asunto de gran importancia para la ecología y la matriz del agua de la Cuenca de México y para la formación de valores ecológicos de los niños y jóvenes de México.

 

El resultado de la consulta fue una victoria para quienes luchamos desde hace muchos años contra la construcción de un aeropuerto en el Lago de Texcoco y otros megaproyectos en la Cuenca de México y en el país.

 

El rechazo a la pavimentación del Lago de Texcoco, con la consecuente pérdida del Lago Nabor Carrillo, la expulsión de más de 300,000 aves, la urbanización de las zonas de cultivo y la destrucción de la matriz del agua de la Cuenca tuvo un gran peso en el resultado de la consulta (el espíritu del Lago de Texcoco)

 

La voluntad de ser consultados, de los vecinos de los pueblos, ejidos, barrios y colonias, genera la voluntad de los gobernantes de consultar a los afectados por los proyectos y produce los necesarios debates que permiten descubrir la corrupción, los riesgos y los mitos, las creencias o ideologías que ocultan los proyectos y finalmente, construir buenas decisiones sobre cómo rescatar las bases de la vida (la ecología).

 

La emergente voluntad de ser consultados de la mayoría de los mexicanos debe llevarnos a la voluntad de organizar consultas en nuestras comunidades sin la participación de los gobiernos y los partidos, para hacer la Gran Transformación de México.  

 

Queremos ser consultados, la gran mayoría de los mexicanos

 

 

  

 

 

 

 

 

 

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